domingo, enero 27

Santiago Apóstol y los fósiles ibéricos (7)

por Heraclio Astudillo Pombo. Universidad de Lleida

Fósiles ibéricos vinculados, con Santiago apóstol o/y con su legendario caballo, por el folklore español (7)


FÓSILES JACOBEOS EN CATALUNYA.

En algunas zonas de Catalunya, en las que aparecen fósiles de bivalvos pectínidos, de distintos géneros, generalmente prtenecientes a los géneros Chlamys, Pecten, Pseudopecten y otros semejantes, correspondientes a diversas eras geológicas, tradicionalmente, se les han dado nombres populares, en catalán, que hacen referencia a su relación con el Santo Apóstol: “petxines de sant Jaume”, es decir: pechinas o conchas san Jaime y también “petxines de peregrí” o “petxines de pelegrí”, o sea pechinas o conchas de peregrino.



Las "conchas de peregrino” del cerro del castillo de Orís (Barcelona).

En el cerro del castillo que hay en la villa de Orís, situada en la comarca de Osona (Barcelona), según cuentan sus habitantes, "desde siempre" se conocen unas conchas "petrificadas" a las que los paisanos llaman, en catalán, “petxines de peregrí” o “petxines de pelegrí” , es decir, pechinas o conchas de peregrino.
El erudito barcelonés Pere Serra i Postius, en un opúsculo redactado en 1745 que trataba sobre curiosidades del mundo natural, en el principado de Cataluña, titulado “Las siete maravillas raras de la naturaleza del principado de Cataluña”, señala como un hecho muy poco común, en su opinión, la presencia de "unas conchas petrificadas que se encuentran en la montaña del castillo de Orís, que son como aquellas que llevan, en el sombrero y en la esclavina, los romeros y pelegrinos. " 

También señala, Pere Serra i Postius, en el mismo escrito, que este hecho tan poco corriente, también era conocido por otros autores anteriores a él, como Fray Juan Gaspar Roig y Jalpi, que fue Cronista Real de todos los reinos de la corona de Aragón.
Fray Juan Gaspar Roig y Jalpi, en una de sus crónicas de 1735, titulada “Noticias de Cataluña”, señalaba que “en 1715 pudo ver, con sus propios ojos, un manuscrito de Luís de Valencià- un celebre jurisconsulto del siglo XVIII-, en el que dicho autor interpretaba la presencia de las conchas, de la montaña del castillo de Orís, como una señal divina del paso del apóstol Santiago por aquellas tierras”.

También cita Pere Serra i Postius, en el citado escrito de 1745 que "Joseph Bru, quien poseía un ejemplar de aquel tipo de conchas, en 1690, le había hecho, similares referencias, a las de Luís de Valencià, sobre el origen prodigiosos de aquellos fósiles del castillo de Orís ".

Según el estudio llevado a cabo sobre el terreno, por el geólogo Antonio Abad García, las conchas de peregrino del cerro del castillo de Orís, posiblemente corresponden a valvas fósiles, sueltas o desarticuladas de lamelibranquios de la especie Chlamys biarritzensis. (Bartoniense, Eoceno Medio)

Aspecto de dos valvas, de distinto tamaño, de fósiles de Chlamys biarritzensis. Foto de Ernesto Santidrián.



Las “conchas de sant Jaime”, del el rio Flamisell, en el Congost d'Erinyà.

El Congost d’Erinyà es un corto desfiladero abierto por el paso del rio Flamisell, al erosionar las calizas de la sierra de Sant Gervàs que etaá situado en el límite territorial entre los municipios de Conca de Dalt y  de Senterada, en la comarca del Pallars Jussà (Lleida). Gracias a la existencia de ese cañón fluvial, desde antiguo, ha existido la posibilidad de comunicación entre la zona de la Vall Fosca y la de la Conca de Tremp.  Antiguamente, los viajeros que frecuentaban este paso natural contaban que se podían encontrar unas curiosísimas piedras con forma de concha marina, en el cauce del río Flamisell, parecidas a las llamadas, popularmente, "conchas de Santiago". A las que las gentes de la zona llamaban "petxines de Sant Jaume", es decir, pechinas o conchas de san Jaime, sinónimo de Santiago.
En realidad, no se parecen demasiado a las conchas de peregrino pues se trata de unas conchas fósiles de la especie Neithea striatocostata, del Cretácico (Santoniense-Maastrichtiense). Unas conchas que poco tienen que ver con el aspecto típico de los pectíndos que usaban los peregrinos de Santiago como emblema.
Actualmente, el yacimiento en el que, antiguamente, se podían hallar este tipo de fósiles, con cierta facilidad, está practicamente agotado. Desconocemos si el expolio de yacimiento se realizó con fines religioso-supersticiosos o con fines de comercialización económica.
Estos restos fosilizados pertenecían a valvas de un tipo particular de pectínidos que habitaron en esta zona, cuando hace ochenta y cinco millones de años, este territorio estuvo cubierto por el mar, durante el Santoniense y el Campaniense, en el Cretácico Superior.

Aspecto de una petxina de sant Jaume (Neithea striatocostata) del Congost d’Erinyà, en el Pallars Jussà, prov. de Lleida.
Imagen:

Se trataba de unos fósiles desprendidos de una capa de caliza margosa que aflora solamente en ese punto del lecho del río Flamicell. La erosión fluvial fue quien hizo accesible el pequeño yaciniento de fósiles a los viajeros que pasando junto al curso de agua, se cercaban quizás a abrevar a sus monturas o beber ellos mismos.




FÓSILES JACOBEOS EN COMUNIDAD VALENCIANA

- Las Conchas Peregrinas de Bicorp (Valencia)

En los márgenes del río Cazuma, que estan excavados en rocas calizas mesozoicas, se puede observar una gran variedad de fósiles incrustados, pero en donde son más abundantes, es en el tramo llamado de "el charco de los Morteros". Antiguamente, en la llamada "poza de las Conchas" podían apreciarse numerosas “conchas peregrinas” de diversos tamaños, precisamente, fue la bundancia de este tipo de pectínidos fósiles el hecho que inspiró a las gentes de Bicorp a imponer el hidrónimo que denomina a este lugar del cauce del río Cazuma. Desgraciadamente, la recolecta indiscriminada de fósiles, en tiempos recientes, ha hecho que en la actualidad las “conchas peregrinas” resulten ser una rareza, en el lugar al que dieron nombre en el pasado.



FÓSILES JACOBEOS EN ANDALUCÍA

- Las "Conchas de Peregrino" de Montefrío (Granada)

En las areniscas de la localidad granadina de Montefrío, unas calcarenitas bioclásticas, se suelen encontrar unas "conchas" a las que los naturales del lugar, denominan “conchas de peregrino”. Se trata de valvas, derechas e izquierdas, desarticuladas, de un pectínido del género Flabellipecten sp., del Tortoniense (Mioceno Superior) que aparecen incluidas en las rocas antes citadas.
Aspecto de una valva derecha de Flabellipecten sp., de Montefrío (Granada), del Mioceno Superior (Tortoniense)

Aunque desconocemos si existió alguna leyenda popular que vinculase la presencia de este tipo de fósiles con el paso del apóstol Santiago, por ese lugar, es muy probable que así fuera, puesto que esta creencia popular estuvo muy extendida por las zonas rurales de casi toda la península, desde la Edad Media hasta mediados del siglo XX.


FÓSILES JACOBEOS EN LAS ISLAS BALEARES

- Las "Conchas de san Jaime", de Menorca.

En el sur de Menorca, a las conchas 
fósiles del bivalvo pectínido Pecten jacobeus que se podían encontrar incluídas en las rocas del Mioceno superior, tanto si estaban completas con el par de valvas juntas como si eran las valvas individuales, desarticuladas, popularmente, se las conocía por el nombre menorquín de "escopinya de sant Jaume" (cast. concha de san Jaime). Esta denominación está totalmente justificada, por tratarse de la misma especie que, tradicionalmente, han usado todos los peregrinos que iban hacia Santiago de Compostela y de las que se proveían al iniciar su periplo ibérico, para dar a conocer su condición de peregrino de Santiago. Cuando la peregrinación se iniciaba desde cualquiera de los diversos puertos de mar de las costas mediterráneas, en cuyo fondo marino también viven esta especie de bivalvos, pues se creía que por ser un símbolo de Santiago atraían la protección del santo hacia sus portadores la cual se convertía en buena suerte hacia los caminantes, durante todo el tiempo que duraba su viaje. 

 Aspecto de la valva superior o derecha, de una concha fósil de Pecten jacobeus
Imagen:  Educa Rex

Los peregrinos cuando regresaban de su viaje a Santiago de Galicia, portaban en su atuendo de forma bien visible alguna concha de vieira. El motivo de esta costumbre es que eran consideradas como una prueba de su llegada a la ciudad santa y de haber concluido con éxito su peregrinación. pero en este caso, se trataba de unas conchas de igual aspecto pero de mayor tamaño, por pertenecer a ejemplares de la especie atlántica del mismo género zoológico, ya que se trataba del Pectem maximus.



Fuentes:

- Abad García, Antonio. Paleotaxodonta y Pteriomorphia del eoceno del margen sur de la depresión central catalana. Tesis doctoral.


- Asociación Macizo del Caroig. Ruta Cazuma-Gola de Lucino (P.R.V- 234) www.caroig.com/conoce/rutas/cazuma.htm
- González-Donoso, J.M. , Rodríguez-Fernández, J., Serrano, F. & Vera, J.A. 1980. Precisiones estratigráficas sobre la discordancia intratortonense de Montefrio (Granada). Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural. Sección Geológica, 78, p. 101-111
- Quintana Cardona, Josep. 2004. "Els fòssils marins del Miocè superior" en Historia Natural del Migjorn de Menorca. El medi físic i l'influx humà. Fornós, Joan J.; Obrador, Antoni; Rosselló, Vicenç M. (ed.) Maó. Monografies Soc. Hist. Nat. Balears, nº 11. Institut Menorquí d'Estudis (IME), p.102.
- Rivas, G., Rosell, J., Llompart, C., Berástegui, X., Nagtegaal P. & Mañas, D. ITINERARI II: Salàs de Pallars ·Congost d’Erinyà ·La Figuereta ·Collegats. 2006 Any de la geologia al Pallars. Consell Comarcal del Pallars Jussà
http://www.pallarsjussa.net/imatges/Geologia%202006%20Itinerari%20II.pdf
-vv.aa. Els bivalves, in Registre fòssil, vol. 15 de la Historia Natural dels Països Catalans. Barcelona. Enciclopedia Catalana. 1988. (272-286)


viernes, enero 11

Santiago Apóstol y los fósiles ibéricos (6)

por Heraclio Astudillo-Pombo. Universitat de Lleida.


Fósiles ibéricos vinculados, con Santiago apóstol o/y con su legendario caballo, por el folklore español  (6)


FÓSILES JACOBEOS EN CASTILLA-LA MANCHA.

En diversas zonas de la comunidad castellano-manchega, en las que tradicionalmente han aparecido bivalvos fósiles de diverso géneros de pectinidos que se asemejaban a la concha de peregrino atlántica (Pecten maximus) o la especie mediterranea (Pecten jacobeus), este tipo de fósiles han sido asociados con Santiago Apóstol. Esta vinculación queda de manifiesto por la motivación que ha orientado la nomenclatura popular usada, tradicionalmente, para denominarlos.
Los nombres más comunmente usados para estetipo de fósiles han sido "conchas de Santiago" y "conchas de peregrino", pero también se han usado “conchas santas” y, a veces, "conchas del peregrino de Santiago".



Las "Conchas Santas", "Conchas de Santiago" o "Conchas del peregrino" del Señorio de Molina de Aragón (Guadalajara).

Fray José Torrubia (siglo XVIII ) recolectó, describió y representó gráficamente distintos ejemplares de bivalvos pectínidos, del Jurásico Inferior, hallados en diversas localidades del Señorío de Molina de Aragón (Guadalajara ), en su obra "Aparato para la Historia Natural Española".Torrubia denomina a esos pectínidos fósiles usando los nombres vulgares por los que eran conocidos, en aquella época, por las gentes del lugar, aportando de esta manera algunas denominaciones populares: "Conchas Santas", "Conchas de Santiago" o "Conchas de peregrino".

En los comentarios a la lámina V del "Aparato para la Historia Natural Española", dice Torrubia : "Las Conchas Santas hállanse en abundancia en los campos de Anchuela".

Las figuras 1, 2 y 5, de dicha lámina V, según la interpretación que de ellas ha hecho el paleontólogo J. Bernad, de la Facultad de Ciencias Geológicas e Instituto de Geología Económica, CSIC-UCM, de Madrid, podrían corresponder a Pseudopecten (Pecten) aequivalvis , mientras que la figura 3 de dicha lámina V, podría pertenecer a Aequipecten (Pecten, Pseudopecten) priscus, ambas del Jurásico Inferior o Lías.

Aspecto de una concha santa, de Guadalajara, en este caso se trata de un fósil bastante deteriorado de Pseudopecten (Pecten) aequivalvis. Jurásico (Lias), pues le faltan las características "orejuelas", típicas de los pectínidos. 
Imagen: Collection

En los comentarios a la lámina VIII, de la misma obra citada, Torrubia escribe "... en el pueblo de Concha (Guadalajara) se ven en las calles infinitos de estos “cuerpos marinos” dentro de los peñascos, lo cual puede advertir cualquiera que siga aquel camino".
 

Aspecto de otro tipo de concha santa, de Guadalajara, en este caso se trata de un fósil de Pseudopecten (Pecten, Aequipecten) priscus . Jurásico (Lias).

Las figuras 1 y 2, de la lámina citada, representan sendos fósiles de bivalbos pectínidos que también son denominados por Torrubia "Conchas Santas", los cuales según la interpretación hecha por el paleontólogo J. Bernad, de la Universidad Complutense de Madrid, podrían ser fósiles de Pseudopecten aequivalvis.

En el siglo XVIII, aún era una creencia piadosa muy extendida, entre las gentes de cualquier estatus social, poco cultivadas, y por tanto poco versadas en los resultados más recientes de los estudios de la Geología de la época, que la presencia de conchas fósiles de Pectinidos en algunos terrenos era un indicio seguro y una señal divina clara del paso por dichos terrenos del Apóstol Santiago, ya hubiese sido vivo, durante sus correrías apostólicas o bien después de su muerte, en sus viajes relámpago, para enfrentarse a los “moros” en diversos hechos bélicos, el más conocido de todos, el de la batalla de Clavijo, en tierras riojanas.

Según lo extraído de los textos contenidos en el Liber Sancti Jacobi y en el Codex Calixtinus (I, XVII) por los investigadores Moralejo, S., C. Torres, y J. Feo, se desprende que la concha de Santiago (Pecten maximus) que obtenían los peregrinos a finalizar su viaje en Compostela fue considerado un amuleto:
Se cuenta que siempre que la melodía de la concha de Santiago, que suelen llevar consigo los peregrinos, resuena en los oídos de las gentes, se aumenta en ellas la devoción de la fe, se rechazan lejos todas las insidias del enemigo; el fragor de las granizadas, la agitación de las borrascas, el ímpetu de las tempestades se suavizan en truenos de fiesta; los soplos de los vientos se contienen saludable y moderadamente; las fuerzas del aire se abaten.

Es posible que antiguamente, se hiciesen extensivas las supuestas virtudes de las conchas de Santiago modernas, a las conchas fosilizadas, por lo que no sería improbable que este tipo de fósiles, hubiesen sido usados como amuletos protectores contra las incertidumbres e inseguridades del viajero. Especialmente cuando el viaje se realizaba con propósitos religiosos. Puesto que siendo este tipo de piedras un objeto prodigioso que que representaba al Santo Apóstol, el cual se había caracterizado por acudir en socorro de sus más devotos cristianos españoles y también por ser patrón de todos los peregrinos que seguían su camino, de ida o de vuelta, de Compostela, por lo tanto, alguna virtud debía poseer.



Las "Conchas de Santiago" de la Serranía de Cuenca.

En El Cubillo (Cuenca), los lugareños, llaman "Conchas de Santiago" a las valvas fósiles de unos bivalvos pectinidos, indeterminados, que se hallan en el terreno de la parte superior de un altiplano, conocido como La Muela de el Cubillo.



Fuentes:

- Daniels, R. P. Geografía y geología de El Cubillo (Cuenca) http://www.geocities.com/BourbonStreet/Square/2024/elcubillo/geo.htm
- Goy, A. & Rodrigo, A. 1999. (con la colaboración de J. Bernad, M.J. Comas Rengifo y F. García Joral). Excursión: Tras las huellas de Torrubia (1698 - 1761) por el Señorío de Molina. XXV Jornadas de Paleontología. Museo Geominero. 29-30 de octubre.
- Moralejo, S., C. Torres, y J. Feo. 1951. "De lo que significa la concha de Santiago", en Liber Sancti Jacobi; Codex Calixtinus. Santiago de Compostela. Pp. 205-206 http://www.humnet.ucla.edu/santiago/shell.html
- Torrubia, J. 1754. Aparato para la Historia Natural Española. Edición facsímil coordinada por Gutiérrez-Marco, J.C., de la publicada en 1754, que además contiene una introducción y una parte de la traducción alemana y las láminas, editadas en 1773) Madrid. CSIC-Sociedad Española de Paleontología.

viernes, enero 4

Santiago Apóstol y los fósiles ibéricos (5)

por Heraclio Astudillo-Pombo. Universidad de Lleida

Fósiles ibéricos vinculados, con Santiago apóstol o/y con su legendario caballo, por el folklore español (5)


FÓSILES JACOBEOS EN CANTABRIA.

Las “huellas del caballo de Santiago” en San Vicente de la Barquera.

En el municipio de San Vicente de la Barquera, en Cantabria, se daba el nombre de “huellas del caballo de Santiago” a unas figuras de forma redondeada o algo ovalada que existían en las rocas de los alrededores de una cavidad subterránea formada por el hundimiento cárstico del terreno calizo, llamada popularmente "Cueva del Cúlebre".  Esta cavidad legendaria está situada muy cerca del antiguo camino que iba desde la pequeña localidad de Santillán hasta la cima del monte Boria, por lo que es muy conocida de las personas que transitaban por camino existente sobre el borde de los acantilados situados sobre la pequeña localidad de Santillán.

Aspecto de la entrada al interior de la llamada "cueva del Cúlebre" de Santillán, una cavidad cárstica vulgar, convertida por la imaginación popular en legendaria guarida del mítico dragón serpentiforme o Cúlebre de Santillán.
Imagen: Senda de los acantilados de San Vicente de la Barquera(Monte Boria)

Aquellas figuras de pezuña de caballo que aparecían impresas en la roca y que la tradición popular creía, antaño, que eran las marcas dejadas por el paso del caballo de Santiago, hacía cientos de años,  cuando el santo acudió a aquel lugar cabalgando para salvar a una doncella cristiana que estaba a punto de ser devorada por el Cúlebre de Santillán, una especie de dragón autóctono, resulta ser que, en realidad,  según revelaron los estudios de los paleontólogos, solamente eran una parte de un tipo muy particular de conchas de moluscos fósiles prehistóricos.

Las supuestas huellas de pisadas dejadas por el caballo de Santiago” eran las valvas superiores o valvas operculares de un tipo de extraños moluscos bivalvos lamelibranquios, considerados atípicos o anómalos, por tener ambas valvas de formas y tamaños muy distintas entre sí, sin la simetría característica de los bivalvos "normales". Este tipo de moluscos bivalvos "anormales" constituyen el grupo llamado de los rudistas, y en este caso particular, pertenecen al género Requienia sp., del Cretácico inferior (Aptiense).

Ingeniosos sistema de visualización simultánea de tres diversos aspectos de un único ejemplar de Requienia ammonia, mediante un sencillo montaje con dos espejos, dispuestos formando un ángulo de 90º. Esta particular disposición de los dos espejos permite observar y fotografiar un mismo fósil, simultáneamente, por 3 diferentes lados o puntos de vista. De esta manera podemos observar el curioso aspecto general de un fósil de Requienia ammonia que, aunque se trata de un molusco bivalvo o lamelibranquio, permite darnos cuenta que tiene dos valvas de formas y tamaños muy dispares. Esta morfología tan particular y característica, le da un aspecto más semejante al de un molusco gasterópodo que al de un bivalvo.
En primer plano y en la parte inferior del fósil se puede observar el aspecto característico de la valva superior o valva opercular, que es la parte del fósil que con su forma semejante a la base del casco de un équido, dio origen a la leyenda de la visita de Santiago al lugar y a la de las huellas de las pisadas dejadas por el paso de su caballo.
Imagen:
http://www.3d-fossils.com/photos/fossils/requienia_ammonia.jpg

Hoy en día, las prodigiosas pisadas del caballo de Santiago, de San Vicente de la Barquera son mucho más difíciles de encontrar que hace un siglo, ya que ahora estos fósiles no son tan abundantes como antiguamente. No por causa de la erosión natural sino por efecto de la recolección abusiva que algunos coleccionistas aficionados y recolectores profesionales, han estado haciendo de ellos, especialmente, durante los últimos cincuenta años, para nutrir el comercio estatal y europeo de compra-venta fósiles, cada vez más floreciente.

Representación medieval del aspecto imaginado de un cuélebre asturiano, monstruo reptiliano mitológico, con idéntico aspecto e iguales funciones a las del cúlebre cantábrico. Bajorrelieve existente en la pared de la Iglesia de San Meteriu de Sietes, en Villaviciosa (Asturias), esculpido el año 1555.
Fotografía de Ástur Paredes. Imagen tomada de El Gran Libro de la Mitología Asturiana. de Xuan Xosé Sanchez Vicente & Xesús Cañedo Valle. Editorial Trabe. Oviedo. 2003.


La leyenda del Cúlebre de Santillán

En los acantilados próximos a San Vicente de la Barquera, en la sierra de Santillán cerca del Monte Boria y no lejos de la playa de La Fuente, existe una cueva donde, antiguamente, se decía que vivía el Cúlebre. Según la tradición oral, era un monstruo tan enorme que mientras la cabeza del Cúlebre asomaba por la cueva de su nombre, la punta de su cola salía por la fuente de Cuarengos, en el núcleo de Santillán. Creían los vecinos del lugar que el agua que manaba por aquella fuente, llegaba desde aquella cueva, a través del conducto que había perforado en la roca la cola del Cúlebre, tales se creía que eran sus enormes dimensiones.

Se decía que el Cúlebre era un malvado dragón con forma de culebrón con alas de murciélago que salía de vez en cuando de su cueva para ir a alimentarse y cuando lo hacía asolaba las cosechas y los rebaños de las villas cercanas: Llanes, Val de San Vicente, San Vicente de la Barquera y Comillas. 
Este monstruo estaba emparentado con otros grandes dragones de otras tierras. Como estos, tiene una sola cabeza y una enorme boca con terribles dientes por la que expulsa fuego y azufre. Sus ojos tienen el color de ascuas ardientes. Todo su cuerpo está cubierto de escamas y en su espalda posee unas pequeñas alas de murciélago que le permiten volar.

Se contaba que el Cúlebre tras varios siglos de rapiña había perdido parte de sus antiguos terribles poderes. Esto sucede sobre todo la noche de San Juan cuando se dice que fallan los encantamientos. Sin embargo según se cantaba, la noche de San Bartolomé salía de su cueva con sus poderes acrecentados, provocando tempestades, asolando campos y rebaños y desatando el terror entre las tranquilas gentes de aquella comarca.

Cuenta la leyenda que el durante un tiempo el Cúlebre exigía a los lugareños una doncella virgen cada mes para devorarla, como tributo a su poder maligno, cambio de la cual respetaría sus sus cosechas y ganado.  
El día que había que alimentar al monstruo se organizaba un sorteo en el que participaban todas las familias de la comarca con hijas doncellas. En el sorteo, cada padre tenía que coger, a ciegas, una piedra del interior de una bolsa, todas eran blancas, menos una que era negra. Cuando el padres sacaba la piedra negra, la muchacha se desmayaba en los brazos de su madre, luego la llevaban a la entrada de la cueva y al poco tiempo salía el monstruo de su agujero y la devoraba.

Sin embargo, sucedió un día que una de las doncellas condenadas por aquel infame sorteo no se resignó a sufrir un destino tan ingrato e invocó al Apóstol Santiago para que la salvara de tan cruel muerte. Inmediatamente apareció el santo Apóstol Santiago montando su caballo blanco y le clavó su espada al monstruo que no cayó muerto al instante, sino que herido en el pecho, retrocedió soltando una llamarada y nube de azufre por la boca y retorciéndose, se metió en lo más profundo de la cueva para no volver a salir nunca más a pedir tributo a las gentes. 
Dejando el caballo de Santiago la señal de sus herraduras frente a la entrada de aquella caverna abierta sobre los acantilados de Santillán, como testimonio de su visita a aquel lugar y deuda de gratitud de las gentes de la comarca con su amo y caballero Santiago.
Todavía hoy día, aún puede ver las marcas del paso del caballo frente a la Cueva del Cúlebre, en Santillán quien visite ese lugar...


Fuentes:

- García Lomas, Adriano. 1987. Mitología y costumbres de la Cantabria montañesa. Santander, edición del autor, pp. 250-251.
- Pedrosa, José Manuel. 2000. Huellas legendarias sobre las rocas: Tradiciones orales y Mitología Comparada. Revista de Folklore, 238, Caja España-Fundación Joaquín Díaz, p. 111-118