domingo, mayo 18

El rayo y los fósiles ibéricos (6)

por Heraclio Astudillo Pombo. DMACS-UdL

Fósiles ibéricos vinculados con el rayo, por el folklore español


A modo de conclusiones provisionales:

La cultura tradicional y popular, ibéricas, al igual que la de muchas otras zonas de Europa y de los demás continentes, parece haber estado vinculando, durante bastantes siglos, algunas clases de fósiles con el temido fenómeno atmosférico del rayo. 
Como muchas otras creencias, narraciones y usos populares relacionadas con los fósiles que la tradición ha ido adaptando, conservando y transmitiendo hasta tiempos muy recientes, en este caso como en otros, en realidad, se trata de residuos degradados de antiquísimos mitos y de viejos cultos religiosos a los fenómenos de la naturaleza que resultan más impresionantes por vitales o temibles para la vida humana y uno de estos fenómenos terrorificos es la caída del rayo.


Sobre la antigüedad de las costumbres que vinculan ciertos fósiles con el rayo.
La gran antigüedad de muchas de estas creencias naturalista de tipo arracional, de ciertos usos supersticiosos y de narraciones explicativas, mágicas o legendarias que vinculan al rayo con algunos tipos de fósiles, se pone de manifiesto cuando se comparan las tradiciones más modernas y recientes con sus equivalentes de la antigüedad y se observa y compara cuantos elementos comunes, comparten ambos tipos de costumbres.

También existen algunos indicios de tipo arqueológico, de que este tipo de creencias y usos supersticiosos relativos a algunos tipos de fósiles son muy antiguos por haber sido detectados en los ajuares funerarios o lugares de habitación, de diversos sitios arqueológicos, europeos, que han sido estudiados en los dos últimos siglos. Este tipo ubicación indicaría que los vínculos culturales y rituales, con ciertos tipos de fósiles, se remontan a la prehistoria, datandose los más antiguos en el Paleolítico.

También, existen indicios antiguos, más recientes, consistentes en textos de tipo epigráfico y en la interpretación de diversas inscripciones de la Antigüedad Clásica, griega, romana y greco-romana que aluden a ciertas piedras, en realidad se trata de fósiles, supuestamente, procedentes del cielo y relacionados con divinidades del rayo.

Lápida romana con un texto inscrito en la superficie de la piedra
Imagen: http://es.123rf.com/photo_12017723
 
Así mismo, otro indicio de la gran antigüedad de este tipo costumbres, lo constituye la enorme extensión geográfica de esta clase de vinculación supersticiosa, pues se han hallado costumbres y creencias relacionadas en todos los continentes, del mundo, en los que es posible recoger abundantes pruebas arqueológicas y etnográficas.


Cuando se analiza la relación con la mitología de los nombres populares de ciertos fósiles, queda claro que desde la antigüedad hasta la cristianización o la islamización de los habitantes de los territorios de muy diversas partes de Europa, los mismos tipos de fósiles fueron asociados, por distintas culturas, a los mismos fenómenos meteorológicos: el rayo, el relámpago y el trueno. Estos fenómenos naturales, previamente, habían sido personificados con el aspecto humanosde y los atributos sobrehumanos, típicos de determinadas divinidades celestes, generalmente, masculinas.

Las divinidades meteorológicas siempre han tenido una gran relevancia en los respectivos panteones religiosos y acreedoras de gran veneración por ser patronos de la vitalidad y multiplicación de vegetación silvestre y de la faunala salvaje y, también de la agricultura y la ganadería. 

Cosecha perdida por culpa de la sequía, será causa de ruina económica y de falta de alimentos
Imagen: http://www.prensalibre.com/economia/impacto-sequia-agricultura

La importancia las divinidades meteorológicas, provenía de que eran las administradoras de la lluvia, la nieve, el granizo, el viento y cuando su voluntad era favorable a los intereses humanos, los fenómenos meteorológicos resultaban beneficos la fecundidad de los campos y de fertilidad de humanos y animales, determinantes de buena salud, abundancia de alimento y posibilidad de almacenar alimento para las estaciones desfavorables.

Las divinidades que administraban el rayo eran las patronas de la guerra, de los guerreros y de los artesanos constructores de armas, por tener un caracter agresivo, violento y vengativo, además eran poseedoras de un arma temible, el terrible rayo, un arma  incendiaria, destructora, y mortífera que siempre ha aterrorizado a los humanos.

Aunque divinidades, dotadas de nombres distintos por las distintas culturas antiguas: Zeus para los griegos, Júpiter para los romanos, Thor para los escandinavos, Donar para los germanos, Taranis para los celtas, Perún para los eslavos, Perkunas para los bálticos, etc., todos ellos mantenían y compartían atribuciones y funciones muy semejantes.


Representación artística de una creencia mítica muy antigua, sobre un supuesto origen celestial de los belemnites y de otros fósiles, vinculados con el rayo y con las divinidades que lo controlaban. Esta creencia se ha mantenido “fosilizada” en la denominación popular: thunderstones (literalmente piedras de Thor o p. del trueno) y thunderbolts (literalmente clavijas de Thor o c. del trueno)


Durante siglos estos dioses protagonizaron muchas narraciones míticas y cultos religiosos, en las sociedades paganas politeísta, de la antigüedad, pues al haber sido imaginadas extraordinariamente poderosas y altamente influyentes sobre la calidad de vida y el bienestar humanos, o los resultados de la guerra, gozaron de una gran veneración y amplio culto en la antigüedad. Pero al igual que ha pasado con otras muchas costumbres populares de tipo naturalista y origen pagano, de base supersticiosa, con la cristianización de la sociedad se adaptaron al nuevo contexto cultural-religioso, siendo en parte asimiladas y desnaturalizadas y en parte destruidas y olvidadas. 

La aparición y persistencia de este tipo de creencias irracionales y de las practicas supersticiosas asociadas, se mantuvo mientras la mentalidad humana fue, predominantemente de tipo mágico-religioso, la economía mayoritariamente rural y la sociedad básicamente analfabeta, pero cuando esta situación empezó a cambiar, a partir del siglo XVIII, con la difusión y la aplicación de las ideas ilustradas y la extensión de la Revolución Industrial, estas viejas tradiciones populares empezaron a debilitarse, con el auge del racionalismo ilustrado, aplicado a todas las actividades humanas, para acabar desapareciendo, primero en las ciudades, a finales del siglo XIX, pero persistiendo en las zonas rurales hasta a mediados de del siglo XX. 
La influencia racionalista y naturalista de la ciencia y la filosofía naturales explicando el verdadero origen de los fósiles y los avances de la medicina moderna, debieron hacer mella en la mentalidad tradicional y popular de una gran parte de la sociedad española y portuguesa, de manera que las interpretaciones más arracionales y fantasiosas de los fósiles, que se originaron y mantuvieron en siglos anteriores, en el transcurso del siglo XX dejaron de tener sentido y desaparecieron de la vida cotidiana, para dar paso a nuevas interpretaciones de tipo científico.... o pseudocientífico. 



Sobre las primitivas motivaciones para vincular algunos fósiles con el rayo.

Aunque para una mentalidad mágica todo es posible, para que ciertas piedras sean asociadas con lo sobrenatural, deberán cumplir algunas reglas básicas, como pueden ser que tales tipos de piedras vayan acompañados de ciertos signos explícitos que indiquen su relación con lo sobrenatural.
La vinculación puede manifestarse por diversos tipos de señales, tales como la semejanza de formas (analogía formal), señales tales como el momento de su aparición (visibilidad) inmediatamente después de un episodio de truenos y relámpagos (causalidad), o el hecho de poseer alguna virtud, tal como desprender fuego (chispas) al ser golpeado (analogía funcional). Tales señales características debieron servir , inicialmente, para establecer la vinculación de ciertos tipos de piedras (fósiles) con el rayo y el trueno, por lo que la asociación entre ambos tipos de hechos, se estableció guiándose, fundamentalmente, por el principio de analogía, en unos casos: forma de arma arrojadiza y/o capacidad de producir fuego. Mientras que en otros casos, el vinculo se estableció ateniéndose al principio de causalidad: la aparición a continuación de un episodio de truenos, rayos y relámpagos.

Se han puesto de manifiesta hasta tres tipos de motivaciones distintas y no excluyentes que pudieran haberse dado en la antigüedad para vincular a unos determinados tipos de piedras (fósiles) con el rayo, el relámpago y el trueno, los fenómenos más impresionantes que acompañaban a las tormentas, y temibles por su capacidad de atemorización y por su poder de destrucción.

La primera motivación podría derivar de la circunstancia de que en diversas zonas europeas, debido a las particulares condiciones locales de fosilización, abundaban (y aún abundan) los fósiles de erizos y belemnites que se han conservado en sílex o pedernal, materia que tiene la rara cualidad de desprender chispas cuando se la percute. Por esa misma propiedad al pedernal y al cuarzo también se les relacionó en la antigüedad con el rayo y se les llamó piedra de rayo. De donde podríamos deducir que fue la intrigante capacidad de producir chispas la que habría inducido a creer que ciertos tipos de piedras (silíceas), estaban vinculadas con el fuego, en sus distintas formas: el que cae del cielo (el del rayo), el que mantiene a la família (el del hogar y el campamento) o del que brota del subsuelo (el del magma).


Posteriormente, con la emigración de clanes o individuos portadores de estas creencias hacia otros territorios, la vinculación de tipo regional (zonas escandinavas, bálticas y centroeuropeas), se habría hecho extensiva a otras piedras que aunque careciesen de la capacidad para desprender chispas, por estar constituidas de otro material no silíceo, en cambio, tenían el mismo aspecto (zonas mediterráneas).

Molde interno de equinoideo, constituido por pedernal, acumulado dentro del caparazón de un pequeño erizo de mar, durante el proceso de fosilización (diagénesis)
Imagen: http://www.discoveringfossils.co.uk/flintech.jpg



La segunda motivación podría deberse al hecho de que ciertos tipos de fósiles fueran bastante parecidos a determinados tipos de armas de mano o arrojadizas, de uso corriente en la época prehistórica y antigua, tales como proyectiles de honda (fósiles de formas esferoidales), puntas de jabalina, dardo, venablo o azagaya (fósiles de formas cilindro-cónicos), hachas de mano y cuchillos de pedernal (fósiles de formas triangulares), etc. En este caso el factor desencadenante de la vinculación habría sido el parecido de las formas de los fósiles con el de las armas citadas anteriormente, habiéndosele atribuido a los fósiles la misma función ofensiva, arrojadiza y vulnerante que las armas a las que se asemejaban, pero usadas, supuestamente, por unas manos sobrehumanas, las de ciertos dioses, genios y espíritus tronantes, residentes en el aire y en las nubes.


Representación de un peltasta, soldado mercenario de la infantería romana, especializado en el lanzamiento de jabalinas sobre las tropas enemigas.
Imagen: http://img.photobucket.com/albums/v245/shumate/P-2.jpg


Una tercera motivación podría ser debida a una interpretación demasiado simplista de la mayor visibilidad de los fósiles, sobre el terreno, tras los episodios de fuertes chaparrones de lluvia torrencial, frecuentemente asociados a impresionantes tormentas, caracterizadas por la manifestación de fenómenos eléctricos, acústicos y luminosos. Al haberse interpretado el afloramiento natural de los fósiles, no como una consecuencia natural de la erosión de los sedimentos o del lavado del suelo que los cubrían, por los fuertes aguaceros, sino como una aparición prodigiosa, debida a la precipitación o lanzamiento desde el cielo, por la mano de la divinidad irritada con los humanos, pues desde antiguo el trueno ha sido, considerado como la voz iracunda de la divinidad del cielo y el rayo como una forma de castigo, cuyo poder mortífero, destructor e incendiario residía en la piedra que formaba su punta, desde esta concepción mítica resultaba bastante lógico pensar que los fósiles se habían precipitado acompañando a los rayos o los truenos que se habían producido, durante el episodio tormentoso, ocurrido previamente.


Los rostros fosilizados de belemnites, liberados por los temporales de lluvia, de su cubierta de sedimentos margosos, destacan sobre el terreno.
Imagen: http://www.discoveringfossils.co.uk/seatown_fossil_24.jpg

Para los fósiles hallados en épocas de calma meteorológica o de sequía, se disponía de otra explicación mágica: se trataba de piedras de rayo que habían retornado a la superficie, tras siete años enterradas, pues según esa leyenda explicativa todas las piedras del rayo cuando chocaban con la superficie del terreno, lo hacían con tanta furia, que penetraban en el suelo, hasta 7 (varas, codos, metros, etc.) de profundidad y a partir de ese momento empezaban a ascender hacia la superficie, a razón de 1 (vara, codo, etc.) por año. De manera que al cabo de 7 años de la caída, volvían a estar de nuevo en la superficie, dispuestas a ser recogidas por las nubes bajas (niebla) o a ascender hacia las nubes de tormenta impulsadas por una fuerza sobrenatural, para una vez alcanzada la nube repetir un nuevo ciclo de caída, enterramiento, ascensos y caída.


Sobre la antigüedad de los nombres populares de los fósiles.
El indicador de la mayor antigüedad de ciertas denominaciones populares, aplicadas a ciertos fósiles, es que éstos estén vinculados con determinadas divinidades paganas, características de la época precristiana, pues como sabemos por documentos antiguos que así lo confirman, la cristianización de la península ibérica se inicia con el siglo IV dC. También sabemos que el proceso de progresiva cristianización de la población peninsular se interrumpe, e incluso se invierte, durante la islamización progresiva, iniciada con el siglo VIII dC. Sabemos que
hacia el siglo X, se reinicia el proceso de cristianización en el noroeste peninsular, al iniciarse el proceso de la Reconquista cristiana de los territorios islamizados.  Y casi concluye, entre los siglos XIII y XIV, tras el final de la Reconquista, militar y territorial, que no cultural y religiosa pues quedaron importantes comunidades de moriscos en el levante y sur peninsular, la mayoría de los cuales serían expulsados por oponerse a ser asimilados y una minoría asimilados
De manera que podemos suponer que todos los nombres populares de fósiles que están relacionados con divinidades paganas precristianas, todos ellos usados en las zonas de cultura de influencia euskérica (País Vasco y Navarra) deben ser muy antiguos, posiblemente anteriores a la romanización. Por el contrario, aquellos nombres vinculados con el Dios, los santos y las santas cristianas o con sus enemigos, el diablo y las brujas, deben corresponder al amplio intervalo de cristianización de la península, que abarcaría desde el s. IV al XIV o incluso de aparición en épocas posteriores, s. XV al XIX.


Sobre la interpretación de los nombres populares.
A partir de los distintos nombres populares asignados a los distintos tipos de piedras del rayo, en las diversas regiones peninsulares, se puede deducir, como ciertos objetos totalmente naturales, puede ser interpretados como sobrenaturales y ser considerados como objetos totalmente extraordinarios, al ser relacionado, primeramente, con la acción de una divinidad pagana celeste y posteriormente con la acción de la única y suprema divinidad cristiana, o con buenos espíritus (Santiago Apóstol, santa Lucía) o con espíritus infernales (el diablo y las brujas).
De los nombres populares, también se pueden deducir, algunas creencias antiguas sobre el supuesto origen sobrenatural de algunos tipos de piedras (fósiles) o algunas antiguas creencias sobre sus propiedades extraordinarias, tales como la virtud para alejar la caída del rayo, o la presencia de malos espíritus, de los lugares que presiden y de las personas que las portan.
Además, de los nombres populares se pueden deducir algunos de sus usos populares más comunes y tradicionales, más extendidos y arraigados, como sería su utilización como amuleto protector contra la caída del rayo, contra el mal de ojo y el embrujamiento y su supuesto uso como proyectil en tiempos de antiguas guerras. 


Sobre la biodiversidad paleontológica de las piedras de rayo.

Al parecer, sólo los restos fosilizados de cuatro grupos zoológicos han contribuido con su presencia, en determinados lugares y desde la más remota antigüedad, al proceso de inspirar la creación de productos culturales de diversas categorías. Entre los invertebrados, serían los rostros fosilizados de moluscos cefalópodos (belemnites, ortocerátidos y endocerátidos), los caparazones y moldes internos de los equinodermos (erizos de mar), las valvas articuladas y moldes internos de los braquiópodos (rinconelas y terebrátulas) y entre los vertebrados, los dientes fosilizados de los peces cartilaginosos (seláceos o tiburones).  Los productos culturales surgidos a partir de las interpretaciones fabulosas de los restos  fósiles de determinados organismos vivientes, consistirían en la aparición de distintas creencias imaginarias y supersticiosas sobre su formación o sobre sus supuestas virtudes maravillosas y extraordinarias. La invención de narraciones fantásticas o leyendas explicativas para justificar su origen sobrenatural, así como a la práctica de ciertos usos o rituales como forma de consolidación de diversas tradiciones y costumbres populares, consistentes en los diversos usos protectores de tipo preventivo y/o curativo u otros usos seculares prácticos, p.e. como objetos ornamentales o inspiradores de diseños gráficos decorativos.


Fuentes:



- Blinkenberg, Christopher. 1987. The Thunderweapon in religion and Folklore. A study in comparative archaelogy. New Rochelle. Caratzas Publishing.
- Oakley, Kenneth. P. 1985. Decorative and Symbolic Uses of Fossils. Oxford University Press.
- Sørensen, Viggo. 1994. Lidt om echinittens brug og navne. ORD & SAG, 14. Udgivet af Institut for Jysk Sprog og Kulturforskning (Aarhus Universitet) december 1994. (pp. 43-54)
- vv.aa. 1992. Historia Universal Planeta. Barcelona. Editorial Planeta.