domingo, marzo 23

¡Contra viento y marea, siempre adelante!



¡Hola público lector de FFI!

Hoy aprovecho la ocasión para presentaros este vídeo tan majo, que he encontrado en un 'blog' educativo gallego que se llama "trafegando ronseis" y que siempre suele tener vídeos muy interesantes por su contenido y sus intenciones educativas.
Quiero colgar este vídeo aquí, a modo de simbólica bandera, orgulloso blasón o emblema personal, de tipo audiovisual en representación del estado de ánimo que acompaña el proyecto de investigación etnopaleontológica que lidero, titulado "Paleontología cultural y Etnopaleontología ibéricas".
Proyecto que estamos consiguiendo que avance y se mantenga "contra viento y marea", es decir, superando todo tipo de dificultades provenientes del entorno social, a las que por motivos emocionales hemos querido resumir en una corta frase popular, como síntesis de las numerosas dificultades que hay que vencer cada día, cada semana y cada mes para conseguir sacar hacia delante el proyecto.

La elección este vídeo se ha hecho, porque según mi interpretación subjetiva, sus mensajes y consignas implícitas o explicitas, representan muy bien, aunque de forma humorística, los numerosos intentos, llevados a cabo por el autor de este blog, para establecer contacto, vía e-mail, con muchos 'terricolas', humanos y humanas de diversos lugares peninsulares, presuntos conocedores de tradiciones populares, antiguas o modernas, relacionadas con los fósiles, tales como: nombres comunes, topónimos derivados de los anteriores, creencias y usos antiguos, leyendas populares, etc., relacionadas con los fósiles ibéricos... y las muchas ocasiones en que no se han dado por aludid@s, ni por simple cortesía, se han dignado disculparse ni habido ninguna respuesta.

Esto tampoco ha sido ninguna sorpresa, pues como era de esperar, muy lógicamente, ni todas las botellas, con mensaje, que se tiran al mar acaban por ser encontradas en una playa en la que recalaron, ni todas las puertas a las que se llama, acaban por abrirse, amablemente o acogedoramente, para satisfacer las necesidades de los pedigüeños, aunque éstas sean intelectuales y consistan, solamente, datos paleontológico-etnográficos.

A pesar de todas las dificultades esperadas, incomprensiones posibles e, incluso menosprecios, inesperados, el balance global y provisional de los resultados que, hasta ahora, hemos obtenido, es bastante positivo (yo soy muy optimista... pero también muy perseverante, paciente, observador y currante). Y aunque hasta el presente, ha habido más silencios que respuestas y más desencuentros que encuentros, también es verdad que hemos obtenido suficiente información como para creer que la investigación colaborativa es posible. En algunos casos, los colaboradores son tan comprensivos que con su generosa aportación de datos nos están ayudando a seguir aprendiendo sobre el tema y a continuar progresando, hacia las metas que nos habíamos marcado al principio de esta andadura intelectual que ya sabíamos que no iba a ser fácil, ni rápida pero que nos a permitido conseguir simpatizantes, seguidores y hasta amiga@s.

Por lo tanto y a pesar de todo lo negativo que hemos comentado, continuaremos buscando nuevas direcciones de correo electrónico de personas a las que podamos pedir colaboraciones, seguiremos insistiendo en la búsqueda de nuevos datos, en fuentes escritas, porque intuimos y confiamos que obtendremos nueva información etnopaleontológica. Información que, siempre que sea posible, una vez contrastada y organizada, seguiremos comunicando a través de este blog para compartirla con las personas interesadas en esta temática. Seguiremos celebrando, en privado y discretamente, cada nuevo dato informativo que, poco a poco, nos permita ir fundamentando, afianzando y ampliando nuestros conocimientos sobre la "Paleontología cultural y Etnopaleontología ibéricas".

Y en los días improductivos o en las semanas estériles, en los que parezca que nos hemos quedado completamente solos, atascados en el laberinto de datos e interrogaciones y que el filón informativo parece haberse agotado... entonces haremos bien en recordar aquella célebre frase, de autor desconocido, que dice: "Si hoy le parece tener un mal día, sonría, porque mañana podría ser mucho peor".

Saludos "terrícolas" que tenéis ilusiones alcanzar y sueños que materializar. 
Ánimo, esfuerzo y perseverancia, en todos vuestros proyectos, intelectuales, laborales y/o emocionales, por difíciles que os parezcan, especialmente, al principio, porque como dice otra frase popular "El que la sigue la consigue", es decir, nunca hay que desaninarse y abandonar, al menos sin haberlo intentado 20 veces más.  Tambien es muy importante pasar del pensamiento a la acción, para convertir ideas en realidades, tal como remacha esta otra frase popular: "Un trabajo si está empezado, ya está medio acabado"

sábado, marzo 22

El rayo y los fósiles ibéricos (4)

por Heraclio Astudillo Pombo. DMACS, UdL.


Fósiles ibéricos vinculados con el rayo, por el folklore español (4)

Una antigua creencia, resistente al paso del tiemp y muy extendida, en la Península ibérica (3)



PIEDRAS DEL RAYO EN NAVARRA (3)

- Las “piedras que los cristianos utilizaban contra los moros en los valles de Yerri y de Allín o las piedras de santa Lucía en el valle de Allín

En Abarzuza, en el Valle de Yerri, y en Muneta, en el valle de Allín, a los fósiles de Micraster coranginum y a otros muy semejantes, pero no identificados (Micraster sp.), se les conocía con un nombre relacionado con un supuesto uso legendario, sucedido en tiempos bastante lejanos, pues se referían a ellos como las “piedras que los cristianos utilizaban contra los moros”.

Es posible que los erizos de mar fósiles pudieran haber sido usados por los navarros, como arma arrojadiza, barata y efectiva, contra los invasores musulmanes, pues reúnen algunas características físicas que los podrían haber convertido en buenos proyectiles. Pero también podría tratarse de una referencia relacionada con alguna leyenda hoy olvidada que relatara algún enfrentamiento imaginario, en los tiempos en que los navarros se tuvieron que enfrentar a los invasores sarracenos, para defender o reconquistar su territorio.

Aunque en dos localidades de dos valles distintos como eran Abarzuza, en el Valle de Yerri, y  Muneta, en el valle de Allín, para denominar a los erizos de mar fósiles del género Micraster compartían la misma denominación genérica, relacionada con un uso legendario, , en cambio, en otras localidades del valle de Allín, se les conocía por el nombre particular de “piedras de santa Lucía”.

La motivación pseudo-onomástica genérica: “piedras que los cristianos utilizaban contra los moros” podría remitir a un supuesto uso histórico, ocasional, fundamentado quizás sobre razones objetivas: la abundancia, facilidad de extracción, lisura y redondez de este tipo de fósiles, pudieran haber inspirado a los navarros a recolectar y emplear erizos de mar fósiles, con finalidades ofensivas, pues constituían excelentes proyectiles para ser lanzados con hondas. Por tanto este uso resulta perfectamente factible y este tipo de fósiles podrían haber sido empleados por los navarros de esta zona, en los enfrentamientos que sostuvieron con las tropas invasoras sarracenas, puesto que los erizos fósiles debido a su morfología resultarían proyectiles mucho mejores que las piedras vulgares.

Representación artística de un hondero medieval, con su sencillo armamento, atento a su flanco izquierdo y presto para voltear la honda, ya cargada con un erizo fósil, proyectil que sostiene en su mano izquierda. En el zurrón, en bandolera, transportaría su reserva personal de munición, para el combate.
Imagen: Balearic_Slinger 

Pero es posible que además de las razones objetivas, que hemos apuntado anteriormente, que por sí solas ya justificarían el supuesto uso bélico de estos fósiles, podrían haberse existido también razones subjetivas de tipo mágico-religioso. Además de las características físicas, como peso, tamaño y geometría que le proporcionaban unas propiedades balísticas muy favorables, que estas piedras podrían compartir con vulgares cantos rodados, éstas sumaban su extraña forma acorazonada y, sobre todo, la presencia de una marca o señal, en forma de cruz, de cuatro o de cinco brazos. Estas últimas características habrían podido constituir unas propiedades indicadoras de un origen sobrenatural, por las que este tipo de fósiles habrían sido consideradas como piedras "virtuosas", y por tanto utilizadas como proyectiles dotados de un efecto sobrenatural más vulnerante sobre el enemigo y de una trayectoria mucho más certera que las piedras vulgares.
Por otra parte, en zonas vascoparlantes próximas, el mismo tipo de fósiles eran denominados "piedras de Santiago", el santo apodado "mata-moros"que ayudaba a los cristianos a ganar batallas, milagrosamente, cuando se enfrentaban a los moros en inferioridad de condiciones.
De manera que los honderos navarros, en los enfrentamientos con los guerreros sarracenos, buscando impactos más mortíferos, prefirieran usar este tipo de fósiles, pues quizás los consideraron proyectiles benditos y por eso dotados de impactos mucho más letales, que el de los simples guijarros, sobre los enemigos de la fe cristiana.

Aspecto de un guerrero andalusí, de infantería, del siglo XII, hipotético destinatario de los erizos fósiles lanzados por los honderos navarros. Reconstrucción artística basada en dos representaciones de esa época: una escultura existente en el monasterio de Santo Domingo de Silos y en pinturas murales de la ermita mozárabe de San Baudelio de Berlanga.
Imagen: Maderuelo 


- Las “piedras de la santísima Trinidad” del monte Erga.

En Navarra, también hemos encontrado otro tipo de fósiles muy distintos al de los equínidos cretácicos que han sido vinculados con el rayo, por la cultura popular, se trataba de dos especies de braquiópodos jurásicos.
El folklore euskaldun incluía a estos fósiles dentro de una categoría de piedras especiales, consideradas virtuosas y con propiedades extraordinarias, conocidas de forma genérica, en euskera, como “Arri bedeinkatuak”, es decir “Piedras Benditas”, categoría de la que también formaban parte los erizos fósiles vinculados con Santiago o con Santa Catalina.

En este caso particular, las piedras maravillosas eran unos fósiles procedentes del monte Erga o monte de la Trinidad que son conocidos, popularmente, por los habitantes de los valles de Arakil, Gulina e Imotz como “piedras de la santísima Trinidad”.
Estos fósiles se encuentran en el algunos puntos del camino que, desde Aguinaga, sube hasta la ermita de la Trinidad, situada en la parte alta del monte Erga, se trata de braquiópodos fósiles del jurásico, concretamente de Rhynchonella decorata y otros del liásico, concretamente de Zeilleria (Cincta) numismalis.

Aspecto de un grupo de ejemplares de “piedras de la santísima Trinidad”, fósiles de Rhynchonella decorata, todos muestran la parte inferior, por lo que sólo resulta visible la valva ventral

Imagen: L'arca di Noe 

Antiguamente, era costumbre que los peregrinos que, en el día de la festividad, ascendían hasta la ermita de la Trinidad, desde los pueblos de los alrededores, recogieran los fósiles en aquellos puntos del camino, en los que aparecían, pues los romeros atribuían a este tipo de piedras virtudes protectoras contra el rayo. Posteriormente, las piedras recogidas en la peregrinación, eran usadas como amuletos protectores contra la caída de rayos y contra la muerte por fulminación, de forma semejante a como se usaban los erizos fósiles en otras zonas. A estos fósiles en euskera se les denominaba “Hirutasun Santuaren arriak” es decir “piedras de la santísima Trinidad”


Aspectos de una concha fosilizada de Rhynchonella decorata, braquiópodo del Jurasico Superior, vista por la parte superior, valva dorsal (arriba) y lateralmente (abajo).
Imagen: Wardsci 


El monte Erga por su situación, se yergue solitario entre los valles de Arakil, Gulina e Imotz, y por su altura, en la cima alcanza una altitud de 1.088 m., se debe comportar como un pararrayos natural, por lo que en caso de tormenta eléctrica, la caida de rayos en su cima debe ser un hecho frecuente. Esta circunstancia podría ser la causa de que, antiguamente, se creyera que en este monte deberían abundar las "piedras del rayo".

Aspecto de un ejemplar de Zeilleria (Cincta) numismalis visto por su valva ventral
Imagen: Hokudai Museum 

Las razones por las cuales la cultura popular eligió precisamente a este tipo de fósiles como "piedras de rayo", en vez de escoger a cualquiera de los fósiles de otros tipos que se encuentran en el mismo yacimiento, de momento, nos resulta un misterio inexplicable.
Quizás debamos buscar la explicación haciendo uso de mucha imaginación y de un poco de conocimiento etnográfco, pues podemos imaginarnos que se trata de un caso práctico de aplicación eclesiastica del principio pedagogico de la "analogía inusual", pues podemos suponer que algun clerigo, en alguna campaña misionera, decidió usar una "piedra figurada", bien conocida por todos los habitantes de la zona, por ser abundante en un tramo del camino que desde Aguinaga conduce hasta la ermita que, la Trinidad, tiene dedicada en la parte alta del monte Erga, como ilustración de un concepto teológico que resulta incomprensible y paradójico para el sentido común.

La idea de escoger a este tipo de fósiles, como 'piedra ejemplar', quizá se le pudo haber ocurrido al clérigo predicador, 'por inspiración divina', al asociar a este tipo de fósiles con el Espiritu Santo, debido a su nombre vulgar, pues en una gran parte de los territorios castellanos y aragoneses, el nombre popular con el que han sido denominados este tipo de fósiles es el de palomas o palomitas. De manera que se pudo haber comparado los muy distintos aspectos que puede adquirir una única y modesta rinconela, cuando es observada por distintos lados y perfiles, con el gran misterio de la Santisima Trinidad, “un solo Dios verdadero con tres personas divinas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo (la paloma)” y mediante este ejemplo, hacer mucho más comprensible el tremendo misterio teológico de la trinidad, para la mentalidad de los lugareños de la comarca.
Tal vez, el paso siguiente lo habrían dado los supersticiosos campesinos, al relacionar este tipo de piedras, vinculadas con la Trinidad en un sermón misional, con las impresionantes tormentas que con frecuencia descargaban sobre la cumbre del monte Erga, muy cerca de la cual estaba ubicada la ermita, y que parecía mantenerse, milagrosamente, a salvo de todos los rayos que caían en sus inmediaciones, seguramente por efecto de la protección de sus tres santos patrones: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, por tanto, esta piedra que los representaba simbólicamente, debía tener poderes semejantes para alejar la caída del rayo, por lo que si era recogida con fe y puesta en casa, la protregería del impacto del rayo.

Aspecto de la ermita de la Trinidad, en primer plano (1040 m.), encaramada en una cresta rocosa, al fondo, la cumbre del monte Erga  (1088m.) 
Imagen: Luberri 



PIEDRAS DEL RAYO EN EL PAÍS VASCO

En esta comunidad autónoma, además de los fósiles ya citados en el capítulo anterior, en relación a su vinculación con Santiago Apóstol, tales como las llamadas "piedras de Santiago" de Andoaín (Guipúzcoa) que eran fósiles de Micraster coranguinum, del Cretácico Superior, que en euskera eran conocidos como "Santiagoren arriak", y que se usaron como amuletos protectores contra el impacto del rayo, existen otros lugares, en los que se relacionó a ciertos fósiles con el temido rayo.


- Las “piedras de rayo” alavesas.

En la provincia de Álava, la cultura popular también había vinculado a los erizos de mar fósiles con el rayo, esta relación se manifiesta muy claramente en la denominación popular usada para nombrarlos hasta mediados del siglo XX. Pues el rayo es el motivo onomástico principal que se eligió para crear el nombre popular con el que se conocía, en algunos lugares del norte de la provincia, a un tipo específico de piedras con un aspecto muy particular.

En la localidad de Uzquiano (eusk. Uzkiano), situada en las Estribaciones del Gorbea, a los erizos de mar fósiles que se hallaban en su territorio, se les conocía popularmente con el nombre de “piedras rayo” que sería una forma abreviada de “piedras del rayo”. 
En la villa de Contrasta, situada en la Llanada Alavesa, actualmente pertenece como núcleo agregado al municipio del Valle de Arana, en la comarca de Salvatierra, a los abundantes erizos de mar fósiles que se hallaban en su territorio, se les conocía por el nombre popular de “rayos”, que también era una forma abreviada de “piedras del rayo”.
Por tanto, de estas dos denominaciones populares alavesas, se puede deducir que antaño en Álava también existió la creencia de que este tipo de piedras de aspecto tan extraño (fósiles) tenían un origen aéreo y tempestuoso. Se creyó que se trataba de piedras que habían caído del cielo (aerolitos) acompañando al rayo en su descenso desde la nube hasta aquel lugar del suelo, en donde ahora se encontraban. Según una creencia popular muy extendida, tras su impacto la piedra se había hundido hasta una profundidad de siete metros, luego empezaba a regresar hacia la superficie del terreno, ascendiendo a razón de un metro por año.

Cuando Gerardo López de Guereñu, publicó en 1958, las denominaciones populares de los erizos de mar fósiles, citadas anteriormente, que aparecen en su trabajo recopilatorio de léxico alavés titulado “Voces alavesas”, especificaba en una nota aclaratoria (201) que se trataba de erizos fósiles del género Micraster.
Si pudiera haber alguna duda sobre la correcta identificación zoológica, por parte de López de Guereñu, de aquellos erizos fósiles alaveses que eran denominados “piedras rayo” y "rayos”, el investigador Manuel de Lekuona nos la proporciona una información que la confirma. En un artículo suyo sobre Arte medieval en el País Vasco Meridional, publicado en 1978, al describir la ermita troglodita de Sandailli (San Elías), situada en el desfiladero de Jaturabe, de Araotz, Lekuona remarca que su relato no es histórico, sino que fabuloso pues dice: “Esa es la leyenda de Sandailli". Pero en esa leyenda hay un detalle interesante, y es que se afirma que las piedras que, según se dice, usaron los antiguos habitantes de Narbaja para expulsar a Sandailli de la comunidad  "aún se pueden ver hoy día, en el territorio alavés. Esas piedras son redondeadas y tienen una marca en forma cruz, en realidad se trata de unos fósiles conocidos entre los geólogos y paleontólogos con el nombre de Micraster”.

Aspecto de una de las piedras denominadas "piedras rayo" por los alaveses de la localidad de Uzquiano y "rayos" por los alaveses de la localidad de Contrasta.
Imagen: Primigenius 

Por tanto, los erizo de mar fósiles, que en la Llanada Alavesa eran denominados “piedras rayo” y “rayos”,  pertenecían a alguna de las especies del género Micraster que son más abundantes y frecuentes en la zona. Este hecho daría coherencia conceptual a tal denominación, pues sería congruente con las diversas formas léxicas usadas en Navarra y Guipúzcoa y establecería un nexo de continuidad cultural entre estos tres territorios.
De momento carecemos de datos sobre el posible uso popular de estos fósiles alaveses, pero posiblemente, por proximidad geográfica y cultural, debió dárseles un uso semejante.


Fuentes:

- Aguirre, José. 1922. 86ª Sesión de de la Junta de Gobierno del Museo Municipal de San Sebastián. 19 de Diciembre de 1922, San Sebastián. Actas del Museo de san Telmo, p. 12-19. http://www.museosantelmo.com/archivo_digital/libros_actas_st/1919-1933/word/1922-12-19.doc
- Barandiarán, José Miguel de. 1971. Arri-bedeinkatuak, en Diccionario Enciclopédico Vasco, vol.2. Enciclopedia General Ilustrada del País Vasco. Ed. Auñamendi. Donostia-San Sebastián.
- Barandiarán, José Miguel de. 1972. Diccionario ilustrado de Mitología Vasca, en La Gran Enciclopedia Vasca. Tomo VII. Biblioteca de la Gran Enciclopedia Vasca. Bilbao, pp. 333-580.
- Barandiarán, José Miguel de. 1996. Mitología Vasca. Txertoa, Donostia-San Sebastián.
- Barandiarán, José Miguel de 2006. Mitología del Pueblo Vasco I, Lasarte/Oria. Etor-Ostoa, p. 243-246.
- Dieguez, Kepa. 2002. Ortziren inguruan. Ueuko Arduradun Akademikoa, Ueukidea. UZTARO, 40. , p 3-18.
- Erdozia Mauleon, Jose Luis. 2004. Sakanako Hiztegi Dialektologikoa. Nafarroako Gobernua & Euskaltzaindia
- Iturbe Urretxa, Mikel. Euskal Herriko geologia.
- Jimeno Jurío, José María. 1961. Navarra, calendario festivo y diversiones, en Enciclopedia General Ilustrada del País Vasco “Auñamendi” Donostia-San Sebastián.
- Leizaola Calvo, Fermín. 1991. Fósiles utilizados como protectores y otras creencias en torno a ellos. Zainak, 8, Cuadernos de Antropología-Etnografía. Donostia-San Sebastián: Eusko Ikaskuntza, p. 59-66
- Leizaola, Fermín. 1999. Símbolos mágico-religiosos en el mundo rural de Euskal Herria. Zainak, 18. Cuadernos de Antropología-Etnografía, Donostia-San Sebastián: Eusko Ikaskuntza, p. 195-217.
- Lekuona, Manuel. 1978. Erdi-Aroko arte ederrak ego-Euskalerrian. (Arte medieval en el País Vasco Meridional ) Cuadernos de Sección. Artes Plásticas y Monumentales 1982 Donostia, Eusko Ikaskuntza, p. 13-37.
- López de Guereñu, Gerardo. 1958. Voces alavesas. Euskera, número especial, Euskaltzaindia, Bilbao.
- Viera, Luís Ignacio. 1983. Notas bioestratigráficas sobre una comunidad de equinidos en el cretáceo superior de San Martín (Amescoa Baja, Navarra) Munibe. Soc. de Ciencias Aranzadi, San Sebastián. Vol. 35, Nº 1-2 , p. 29-34.

sábado, marzo 8

El rayo y los fósiles ibéricos (3)

por Heraclio Astudillo Pombo. DMACS-Universidad de Lleida

Fósiles ibéricos vinculados con el rayo por el folklore español (2)

Una antigua creencia, resistente al paso del tiempo y muy extendida, en la Península ibérica (3)

 
LAS PIEDRAS DEL RAYO EN NAVARRA (2ª parte)

- Las "cantellas", "centellas" o/y "ramaskilluak" del Valle de Araquil.


En Urrizola, en el valle de Arakil, a los fósiles de Micraster coranginum que eran los más abundantes, se les daban tres nombre distintos: cantellas, centellas y ramaskilluak, aúnque a veces, estos nombres también se daba a otras especies indeterminadas de micraster: Micraster sp. y, en menor medida, a los fósiles de Echinocorys vulgaris y de Echinocorys sp. por ser mucho más raros.

El nombre “cantella” es muy probable que se trate de una deformación del término "centella", pues este nombre también se usaba en la misma zona para nombrar a este tipo de fósiles, siendo de uso mucho más común y absolutamente congruente con el uso popular que se le daba a este tipo de fósiles, como amuletos protectores contra la caída del rayo y contra la muerte por fulminación. Por lo tanto, ambas denominaciones manifiestan la creencia implicita de que se trataba de un tipo de piedras aéreas, de las que se suponían que acompañaban al rayo o a la centella en su caída desde la nube de tormenta.
 
Como en otros casos, la denominación popular de este tipo de "piedras" tan extrañas y raras, pondría de manifiesto la creencia arcaica de que tal tipo de "piedras" forzosamente debería tener un origen no terrenal. Por este motivo se les asignó un origen supuestamente aéreo, afirmando que se formarían durante los fenómenos tempestuosos, y acompañarían al rayo en su descenso hasta la tierra. Por lo tanto, este tipo de fósiles ponen de manifiesto la existencia de una clara y directa vinculación popular con el fenómeno meteorológico del rayo y con su poder incendiario y destructivo.
Imagen: Micraster 

El significado y la etimología del nombre popular vasconavarro "ramaskillu" o "ramaskillua", hasta mayo del 2010 nos resultaban un misterio insondable, a pesar de los diversos contactos establecidos con euskaldunes, es decir vasco-hablantes, y los muchos esfuerzos que habíamos realizado, para descifrar su significado literal. Afortunadamente, el contacto, vía correo electrónico, con Jose Luis Erdozia Mauleon, doctor en filología vasca y autor del "Sakanako Hiztegi Dialektologikoa", es decir, "Diccionario Dialectológico de la Comarca de Sakana", publicado el año 2004 por Nafarroako Gobernua & Euskaltzaindia, nos aportó la luz necesaria para esclarecer el antiguo enigma, pues me contesto lo siguiente:  ...."no se me ocurre otra posibilidad que la de la metátesis de consonantes del término "marraskilluak" (caracoles/as), que derivaría en "rramaskilluak", donde la consonante vibrante inicial no se duplica al escribirla, resultando "ramaskilluak"

Quizá los lectores puntillosos y los buenos observadores, bien ilustrados por las excelentes láminas de libros modernos, podrán argumentar que los caparazones fósiles de los erizos que hemos citados, no se parecen mucho o nada a las conchas de caracoles, ya sean éstos de tierra o de mar, pero existen ciertos géneros de caracoles con conchas de forma muy globosas, como son el caracol marino Natica sp. o el caracol terrestre "de huerta" (Helix aspersa) que, hasta cierto punto, se les podrían asemejar un poco.

Aspecto globoso de la concha del caracol de huerta, contemporáneo, del género Helix.
Imagen: http://vidaprimitiva.com/foro/viewtopic.php?f=44&t=408

Además, hace 200 o 300 años, cuando se les pudo dar el nombre vulgar, la gente corriente no estaba tan ilustrada, ni tan viajada, como puede suceder en la actualidad. Es posible que dada la falta de referentes, reales o gráficos, para gentes de tierra adentro, de aquella época, a nadie se le ocurriría pensar que aquellas piedras pudieran tener alguna relación con los erizos de mar. Además, el hecho de que en algunos lugares, junto con los caparazones petrificados de erizos, también aparecen algunas conchas, claramente, espiraladas con el aspecto típico de verdaderos caracoles y otras conchas, típicas, de bivalvos, quizá por esa relación de aparición conjunta se les habría considerado como "conchas" o "caparazones" y asociados a caracoles.

 Aspecto globoso de la concha de caracol de mar contemporáneo, del género Natica
Imagen:  http://www.jaxshells.org/nael.htm

 Por todo lo argumentado, creemos que el origen del nombre "ramaskilluak" podría ser el resultado de una generalización indiscriminada...y quizá intencionada, pues así podría servir a los clérigos para demostrar a los campesinos del Valle de Arakil, unas pruebas materiales de la supuesta veracidad, irrefutables, de la existencia y efectos del relato bíblico del Diluvio universal.

Pero como se les daba el mismo tipo de uso amulético y con la misma finalidad preventiva o repelente del rayo, que a los que recibían otros nombres muy distintos, esto nos permite suponer que, a pesar del nombre popular, mantenían su vinculación con creencias populares supersticiosas muy antiguas, seguramente precristianas, que nos indican que, implícitamente, se les consideraba como piedras de chispas o piedras de centella, caídas del cielo. (Este término ha sido actualizado en mayo del 2010)


- Las “piedras de bruja” del valle de Ergoyena.
 
En Lizarraga, en el valle de Ergoyena, los fósiles de Micraster coranginum, muy abundantes en la zona, eran conocidos, en euskera, con tres nombres: “sorgin arri”, “sorgin arria” y “sorrin arria”, nombres que, como en casos anteriores, también se aplicaban a los fósiles de Micraster sp. y a los de Echinocorys sp., que eran menos frecuentes.
A pesar del distinto nombre, los fósiles eran usados de la misma manera y con los mismos fines que en los casos citados anteriormente.

Los nombres sorgin arri”, “sorgin arria”, es decir “piedra/s de bruja” quizás haga referencia al uso amulético protector que se les daba antiguamente para conjurar las temidas tormentas portadoras de rayos y granizo, las cuales, antiguamente, se creían que eran conducidas por brujas o brujos que cabalgaban sobre las las nubes contra las cuales tendrían un supuesto efecto repelente, haciendo que se alejaran del lugar en el que estaban expuestas, a la vista, sobre alfeizares de ventanas o tejados. 
Pero también nos podría señalar que durante la cristianización de la zona no se consiguió la identificación y asimilación de URTZ, ORTZ u OST divinidad meteorológica antigua con el dios supremo de la nueva religión. Razón por la que se optó por favorecer la asimilación degradatoria de la antigua divinidad pagana, de forma que el “Urtz señor de los cielos” pasaría ser convertido en una “simple” bruja malvada conductora de tormentas terrorificas y de efectos destructivos.

Grabado del siglo XIX, representando a dos brujas conduciendo una tormenta, mientras van cabalgando sobre una escoba voladora.


Si tomamos en cuenta para el nombre sorgin dos etimologías y significados distintos, propuestos por algunos folkloristas y filógos vascos, vemos que en ambos casos el nombre tiene relación con la suerte.
En el caso de que sorgin procediera de la contracción de sorte + -gin, significando: "echadora de suertes", podría señalar hacia el posible uso, de este tipo de fósiles, en antiguos rituales mágicos, efectuados por hechiceras para conocer el futuro de las personas que iban a consultarlas sobre este asunto y saber si serían afortunadas o desafortunadas. 

Pero el nombre sorgin también podria proceder de la contracción de sor- + -gin, con el significado “creadora de suerte”, en este caso, el nombre podría señalar sobre el uso de este tipo de fósiles en antiguos rituales mágicos, efectuados por hechiceras con la finalidad de conjurar la mala suerte, o atraer la buena fortuna, hacia ciertos lugares o personas que se considerarían poco afortunados o perseguidos por la desgracia.

Los cinco surcos ambulacrales, que presenta el caparazón del erizo de mar fósil, pudieran haber sido identificados, en tiempos anteriores a la cristianización, con el signo pagano de la pentalfa o pentafolia, razón por la cual, tras la cristianización, el fósil se asoció a las brujas puesto que eran las representantes de la religión antigua
Imagen: Micraster 

En diversos lugares de Dinamarca y Alemania, se han recogido algunos nombres populares equivalentes que hacen referencia a costumbres y antiguos usos populares del mismo tipo de los anteriormente citados, aúnque estuvieran relacionados con otros generos distintos de erizos de mar fósiles.

El nombre “sorrin arria”, de uso mucho menos común que los otros dos, que han sido citados anteriormente, derivaría posiblemente, por la corrupción del nombre más común: "sorgin arria".


- Las “piedras de Dios” o “piedras del Señor del cielo” del Valle de Araquil.

En Urdiaín, en el Valle de Araquil, los fósiles de Micraster coranginum, muy abundantes en la zona, eran conocidos entre los lugareños con los nombres de “Jainkoaren arriya” y de “Jangoikoen arriya”, es decir, “piedra de Dios” o “piedra del Señor del cielo”. 
Como en en otros casos comentados anteriormente, este mismo nombre popular también se habían aplicado a otros erizos de mar fósiles mucho menos comunes en aquella zona, como eran Micraster sp. y Echinocorys sp. y que compartían el territorio. 

Este nombre popular, tan particular, que vinculaba unas piedras de aspecto muy especial con una divinidad celeste, según comentaba J. M. de Barandiarán, parece remitirnos hasta una antigua divinidad vasca llamada In, equivalente en atributos míticos y funciones sociales a otra deidad prerromana, de los primitivos vascos, deidad responsable de diversos fenómenos celestes y meteorológicos, que era llamada Urtz, Ortz u Ost, según recoge la mitología euskérica.

Muchos de los nombres que antiguamente, se daban al rayo en euskera, tales como: ozpinarri, ozpiñarri, ozkarri, ortzarri, oneztarri y tximistarri ponen de manifiesto la antiquísima creencia de que el rayo era guiado o transportaba en su punta una piedra, pues el sufijo -arri, presente en todos los nombres mencionados, significa piedra. Por otra parte, los prefijos: oz, ortz o ezt hacen referencia al nombre de una antigua divinidad celeste, precristiana, que controlaba el trueno y el relámpago, a voluntad, deidad existente en la antigua mitología vasca: el dios que los vascones denominaban Oz.

Muy posiblemente esta antigua deidad pagana, característica de la época precristiana, tras la cristianización de aquella comarca, habría sido asimilada por el dios cristiano y habría  dado origen a la palabra Inko, nombre con el que en algunas regiones del país vasco se nombraba al Dios de los cristianos.

Representación del siglo XIII en el que se ve a Cristo como diseñador y creador del Universo. Tesoro de la Catedral de Toledo
Imagen: http://catedu.es/matematicas_mundo/ARTE/pantocrator.jpg

El nombre tan particular dado a esta clase de fósiles parece señalar que tras la cristianización de esta zona montañosa, las "piedras" de imaginaria procedencia celestial debieron desvincularse de las antiguas divinidades meteorológicas paganas In, Urtz, Ortz u Ost y se asociaron a la nueva divinidad cristiana Inko.

El aspecto cruciforme de los cuatro surcos mayores del sistema ambulacral del Micraster coranginum, habría servido para identificar estas depresiones del fósil con una señal divina y a las piedras que portaban el signo de Cristo, como piedras virtuosas.
Imagen: http://www.hontzamuseoa.com/7-Paleonto.htm

Una posible justificación para romper con la tradición de la religión antigua, podría ser que sobre la parte superior de la "piedra", la más abombada, era bien visible la marca representativa de la nueva religión: una cruz de cuatro brazos, excavada. En realidad eran cinco depresiones alargadas, formadas por  los cinco surcos ambulacrales, pero resulta que cuatro de ellos resultan más visibles, por ser más largos y más profundos, por lo cual era fácil "ver" una cruz esculpida, el símbolo del todopoderoso dios de los cristianos.

- Las “piedras de santa Lucía” del Valle de Allín.

En Aramendia, Galdeano y Muneta, en el Valle de Allín, los fósiles de Micraster coranginum, muy abundantes en esa zona, eran conocidos entre los lugareños, como “Piedras de santa Lucía” y también como “Santa Lutziaren arriak”.
Como en casos anteriores, ocasionalmente, estos mismos nombres habían sido aplicado a otros equinoideos fósiles, menos frecuentes, Micraster sp. y Echinocorys vulgaris.

Pintura de Domenico di Pace Beccafumi (s. XVI), representando a santa Lucía de Siracusa, con sus atributos personales de martirio: un par de ojos sobre una fuente y una espada.
Imagen: Saint_Lucy 

En algunas zonas del País Vasco, al rayo se le llamaba literalmente: “luz o resplandor del (Señor del) cielo”, y también “luz del (Señor del) trueno”, incluyendo tales denominaciones la presencia de un prefijo que hace referencia a una antigua divinidad pagana: In, Urtz, Ortz u Ost, señor del firmamento y administrador de los fenómenos celestes y meteorológicos. Este hecho pone de manifiesto que en la antigüedad existía una vinculación de causalidad entre los fenómenos meteorológicos y unas antigua, poderosa y temible divinidad celeste. Esa divinidad era la causante de los rayos, relámpagos y truenos, deidad pagana que, posiblemente en esta zona, tras la cristianización debió acabar siendo asimilada y substituida por santa Lucía la que es la santa cristiana protectora de la luz del cielo, del sol. 

Obsérvese el aspecto cruciforme de los cuatro surcos mayores del sistema ambulacral del Micraster coranginum, razón por la cual la mentalidad popular habría identificado el fósil como una piedra bendita pues estaba marcada con el signo de Cristo.
Imagen: http://www.hontzamuseoa.com/7-Paleonto.htm

La vinculación de la santa con la protección de la luz solar parece ser  la razón por la que en la tradición cristiana, su fiesta se celebró muy cerca del 21 de diciembre, momento del solsticio invernal, un periodo del ciclo anual que, en la antigüedad, se consideraba muy crítico, pues entonces se creía en la lucha permanente entre las fuerzas del mal, de la oscuridad y de la muerte contra las fuerzas del bien, de la luz y de la vida, fuerzas que en esa época del año parecían estar en peligro, ante el empuje de sus contrarias. La misión de la santa era proteger la luz y el calor del sol, y por tanto la vida, pues ante el empuje de las fuerzas del mal los días se iban acortando y las noches se iban alargando y el frío se iba haciendo cada vez más fuerte.


Las "piedras de Santiago" de la comarca de La Barranca, en euskera, La Sakana.


A los fósiles de erizos de mar de los géneros Micraster sp. y Echinocorys sp., del Cretácico superior, generalmente se trataba de la especie Micraster coranginum, la más abundante de todas en esa zona, se las denominaba, en euskera, "santikuarri", es decir, "piedra de Santiago", en castellano.
Como en muchos de los casos citados anteriormente, se la recogía y trataba respetuosamente, poniéndosela en lugares elevados de la casa familiar, para protegerla contra la caída de rayos. Tal uso era debido a su asociación con Santiago Zebedeo, el apóstol apodado "hijo del trueno"

Del nombre popular de esta "piedra", podemos deducir que se la creería capaz de alejar "el mal" derivado de las tormentas más terrorificas y destructivas, también es posible que pudiera estar vinculada con algún hecho hagiográfico-legendario que actualmente desconocemos.
De su uso, se puede deducir, con toda claridad, que se la creía dotada de "la virtud" de alejar el impacto del rayo y por tanto poseedora de la capacidad antifulminaria.


domingo, marzo 2

El rayo y los fósiles ibéricos (2)


por Heraclio Astudillo Pombo. UdL.

Fósiles ibéricos vinculados, con el rayo, por el folklore español (2)

Antiguas creencias, resistente al paso del tiempo y muy extendidas, en la Península ibérica


"PIEDRAS DE RAYO", EN NAVARRA (1ª parte)


Las "piedras de Santiago"

En la cultura popular de esta comunidad autónoma existió una fuerte vinculación de los erizos de mar fósiles de los géneros Micraster y Echinocorys, con el fenómeno meteorológico del rayo. Vinculación ya citada en el capítulo dedicado a los fósiles jacobeos de Navarra, reunidos bajo el título de "Piedras de Santiago" de la comarca de La Sacana, al tratar de su vinculación popular con Santiago Apóstol. Tales fósiles eran conocidos entre los habitantes de muchos lugares de esta comarca del noroeste de Navarra como “Santiago arriak”, es decir, piedras de Santiago, aunque en ciertas localidades, también eran conocidos con otros nombres ligeramente diferentes. Así en el valle de la Burunda, en las localidades de Bakaikoa e Iturmendi se les conocía como "Santiyo arriya", mientras que en Etxarri Aranaz, se referían a ellos como “Santiyo arri” y como "Santiyo arriya".

En su momento, también comentamos sobre estos fósiles, que en esa comarca se usaron como amuletos protectores contra la fulminación, por lo que si tomamos en cuenta su uso popular, además de su motivación onomástica, se hace patente que el folklore navarro había vinculado estos fósiles también con el rayo.

Muchos de los nombres que, en euskera, se daban al rayo, tales como: ozpinarri, ozpiñarri, ozkarri, ortzarri, oneztarri y tximistarri ponen de manifiesto la antiquísima creencia de que el rayo era guiado o transportaba en su punta una piedra, pues el sufijo -arri, presente en todos los nombres mencionados, significa piedra. Por otra parte, los prefijos: oz, ortz o ezt hacen referencia al nombre de una divinidad celeste, tronante y relampagueante, existente en la antigua mitología vasca: el dios vascón Oz.

Terrorifico efecto de un rayo cayendo a tierra, en un terreno llano, después de pasar a través de un árbol solitario que ha servido de objeto natural para descarga una parte de la elevada tensión eléctrica acumulada en el interior de una nube tormentosa
Imagen: http://feralon.blogspot.es/img/RAYO.JPG

Si traducimos, literalmente, los diversos nombres con que los vasco denominaban al rayo, nos encontramremos con que el significado en castellano, sería: piedra de Oz, piedra del cielo, piedra del relámpago, piedra del rayo, etc.

El arraigo de la creencia en que, verdaderamente, existen piedras que caen del cielo, en la cultura popular del medio rural, de las zonas navarras de lengua y tradición euskérica,  posiblemente, impulsase a sus habitantes a intentar localizar alguna de las "piedras de rayo" caídas en su entorno natural. Se suponía que este tipo de piedras celestiales debían ser reconocibles por ciertas características, típicas de su categoría, que debían mostrar de forma visible para hacerse reconocibles por los humanos. Los equinoideos fósiles, tan abundantes en esta zona, reunían algunas extrañas propiedades, inexistentes en otras clases vulgares de piedras, que los hacían acreedores a la interpretación y consideración popular como autenticas “piedras de rayo”.  Su aspecto era muy extraño, de formas redondeadas, a veces en forma de corazón, con una superficie muy lisa y llena de puntitos, verrugas, etc. que además presentan una marcas, en forma de flor de cinco pétalos o de estrella de cinco puntas que en algunos casos, eran percibidas como depresiones en forma de cruz de cuatro o de cinco brazos.

Obsérvese el aspecto cruciforme de los cuatro surcos mayores, del sistema ambulacral, en el dorso de este erizo de mar fósil, del género Micraster. La percepción de una cruz sobre una "piedra rara",  habría sido causa suficiente para que este tipo de fósiles fuesen identificado, por la gente común, como una "piedra celestial, bendita" por estar marcada con el signo de la cruz, el signo de Cristo.
Imagen: http://www.hontzamuseoa.com/7-Paleonto.htm


También hemos podido constatar, que en una zona, relativamente pequeña, del noroeste navarro, unos mismos tipos de fósiles, conservando los mismos atributos sobrenaturales y usos populares semejantes, eran conocidos con muchos otros nombres que no estaban vinculados con Santiago Apóstol. La motivación de esos nombres parece señalar hacia creencias populares implícitas, bastante específicas y posiblemente muy antiguas. Sobre nuevos nombres y creencias ancestrales navarras, asociadas a los erizos de mar fósiles y sus localidades, trataremos a continuación.

Aspecto de tres ejemplares de Echinocorys vulgaris (Holasteridae). En vista superior-lateral. Cretácico Superior, Santoniense
Imagen: http://www.primigenius.com/shop/foto/FS%203723.jpg


El uso que se daba a este tipo de piedras de rayo, en la zona estudiada, era el mismo en todas partes. Con el fín de alejar las tormentas que eran las portadoras de los rayos, estos fósiles eran expuestos en los alfeizares de las ventanas y así proteger a los edificios del impacto destructor y del incendio. Los transeuntes que debían permanecer a la intemperie, incluso en caso de tormenta, los llevaban en el bolsillo o en el zurrón, convencidos de que así estaban protegidos de la muerte por fulminación, pues había la creencia de que este tipo de piedras poseían la virtud de alejar la caída del rayo de las inmediaciones de donde hubiera una de ellas.


- Los “calbarros” y “galbarros” de diversas localidades del noroeste de Navarra (valles de las Améscoas).
- Los “calvarros” de Aranarache y Zudaire (valle de Améscoa Alta), Ekala y San Martín (valle de Améscoa Baja). 
- Los “calvarris” de Eulate (valle de Améscoa Alta) y los “calvorros” de Galdeano (Valle de Allin).

Hasta mediados del siglo XX, todos los nombres citados en el título de este apartado, se usaban para nombrar a los fósiles de erizos de mar, del Cretácico superior, contenidos en margas del Santoniense Superior, baste abundantes en algunas zonas navarras. Estos nombres se daba, mayoritariamente, a los fósiles de Micraster coranginum que eran los más abundantes, aúnque a veces, también se daba a otras especies indeterminadas (Micraster sp.) y, también, aúnque mucho más raramente, a los erizos de mar fósiles de la especie Echinocorys vulgaris y a otras indeterminadas del mismo género (Echinocorys sp.)

Estos nombres populares, de orígen vasco, quizás puedan proceder de la fusión y contracción de dos palabras euskaras: kalpar (cast. calva) y arri (cast. piedra) para dar una nueva palabra: calparri que, luego, evolucionaría hasta calbarri y a partir de aquí aparecerían todos los demás derivados dialectales: calvarri, calbarro, calvarro, galbarro y calvorro.
En el supuesto de que la etimología que hemos propuesto sea acertada, el significado “piedra calva” debería hacer referencia alguna característica importante de este tipo de fósiles.

La primera posibilidad de motivación onomástica, sería que dicho nombre estuviera motivado por un tipo de uso particular de este tipo de fósiles, como proyectil en un juego o deporte popular tradicional de origen pastoril: "el juego de la calva", idea a la que nos remite lo que dice Pedro Argandoña Ochandorena (1994) en la p. 85 de su artículo “Leyendas y cuentos de Lezaun (Navarra)”, publicado en Zainak. Cuadernos de
Sección. Antropología-Etnografía, nº 11. (71-118) :
"Cualquier piedra de forma redondeada se llama "calva", y también se conocía con ese nombre un juego que consistía en tirar piedras redondas (calvas) a otra piedra rectangular colocada verticalmente, en equilibrio, sobre el suelo, para hacerla caer.
También en las Amescoas se practicó el “juego de la calva”, zona en donde llaman "calvarris" a los fósiles de erizos de mar de forma redondeada, nombre etimológicamente derivado de calva."


De tal manera que la denominación calvarri , en mi opinión, podría derivar de la fusión de dos palabras "calva" y "arri", con el significado de "piedra de (jugar a la) calva"

Imagen mostrando los instrumentos necesarios para jugar a "calva", un juego tradicional ibérico, de lanzamiento y puntería, típico de zonas rurales de gran parte de España. Detrás de los objetivos,  del lanzamiento de "la calva", está un anciano sosteniendo una piedra redondeada "la calva". En este caso particular, se muestran los objetos usados en Trébago (Soria), se puede apreciar que son algo distintos de los que Pedro Argandoña describe como los que fueron usados en las comarcas navarras de las Amescoas.

Una segunda posibilidad de motivación onomástica, podría ser la semejanza de los cantos rodados y en particular la de los erizos de mar, con la parte cerrada de las calaveras: la caja craneana de los cráneos humanos, la parte que la anatomía denomina calvaria, nombre del cual deriva la palabra calavera.
Por tanto, no hay que descartar la posibilidad de que este nombre popular pudiera estar motivado por la analogía observada, entre este tipo de fósiles de aspecto abovedado, redondeado, liso y blanquecino con la calvaria del craneo humano, de aspecto parecido.


Aspecto de un fósil de Micraster coranginum, en vista lateral, comparese con el aspecto de la caja craneana de la calavera que se muestra en la imagen siguiente. Foto de Santiago Araguz.
Imagen 1:
http://www.araguz.com/pp46//showphoto.php?photo=5052&password=&sort=1&cat=533


Aspecto de un cráneo humano, en vista lateral. Observese la semejanza entre la caja craneana o calvaria del cráneo y el aspecto del Micraster coranginum, en vista lateral, representado en la imagen anterior.
Imagen 2: http://www.ucm.es/info/museoana/images/Colecciones/1079l250.jpg

Seguramente, pueda resultar demasiado aventurado, atreverse a plantear que la supuesta motivación anatómica del nombre del fósil, también pudiera sugerir la existencia de una antiquísima relación de tipo simbólico, entre estos fósiles y el culto a los cráneos de los antepasados, que se practicó en diversas zonas de Europa, durante siglos, desde el Paleolítico superior hasta la Edad del Hierro e incluso en épocas posteriores, de donde podríamos suponer una posible primitiva vinculación, de este tipo de fósiles con el culto a los muertos. Hipótesis que no debe ser descartada, de entrada, si tomamos en consideración que la arqueología ha encontrado en muchos enterramientos prehistóricos e históricos, en diversas zonas europeas de influencia céltica, los restos humanos acompañados de erizos fósiles. Esto demuestra que los cadáveres humanos se enterraban acompañados de equinoideos fósiles, esta costumbre antigua ha sido certificada, en muchas ocasiones por la Arqueología, aunque aún no ha sido explicada de forma satisfactoria, la motivación de este rito primitivo.

Grabado de la época victoriana representando el hallazgo arqueológico y paleontológico, realizado por Worthington George Smith, en 1887. Al excavar un enterramiento prehistórico de la primera Edad del Bronce, en Dunstable Downs (Gran Bretaña), se encontró los esqueletos de una mujer y un niño pequeño que aparecían rodeados, ritualmente, por cerca de 200 fósiles de erizos de mar, la mayoría de ellos del género Micraster sp., y unos pocos del género Echinocorys sp., ambos tipos de equinoideos son del Cretácico.
Imagen
http://www.themodernantiquarian.com/site/67/