lunes, febrero 21

El registro fósil, recogido y explicado por la literatura popular (3)

por Heraclio ASTUDILLO-POMBO, Dept. MACS, UdL


La “Leyenda del coletazo de la Mora”, de Siresa (Huesca)


Recapitulación: 


Después de algún tiempo de reposo, nuevamente retomamos, el tema de las leyendas populares ibéricas, de tipo etiológico-paleontológico. Recordemos que se trata de un tipo de relatos más o menos fantásticos cuya invención han estado motivada por la presencia de determinadas causas paleontológicas, singulares y evidentes. Se trata de objetos de piedra o de marcas sobre rocas, existentes en algún lugar determinado de un entorno natural o en un punto concreto de un lugar humanizado. El origen desconocido y, a veces, inquietante, de las cuales pretenden explicar de forma comprensible, a la mentalidad dominante en su tiempo, y justificar el poder de ciertos personajes sagrados, como Dios o los santos de la Iglesia católica. Además, pretenden y consiguen hacer memorable, el suceso imaginario y fantástico que recogen por medio de la transmisión por tradición oral.


Introducción:

En esta entrada, trataremos sobre una fantasiosa leyenda popular protagonizada por una mujer-serpiente, es una narración que es muy conocida entre los habitantes del Valle de Hecho, en el Pirineo aragonés (Huesca). El relato que la narra está muy vinculado con el imaginario popular de los habitantes de la bella población altoaragonesa de Siresa. Se trata de la leyenda denominada, localmente, "El coletazo de la Mora" o "La serpiente petrificada".
Está relacionada con la magnífica iglesia monacal de san Pedro Apóstol.


Deambulando por los alrededores de la iglesia monacal de San Pedro

Cualquier turista que estando de visita en la población altoaragonesa de Siresa, se haya acercado por las inmediaciones de la magnífica iglesia monacal de san Pedro, de estilo carolingio y del siglo IX, casi con toda seguridad, habrá sido preguntado por algún transeúnte local, sobre si ya ha visto, o no, el famoso y legendario "coletazo de la mora" o quizá, en vez de la denominación anterior, le preguntará si ya ha visto "la serpiente petrificada".
Si el turista no contesta afirmativamente y se deja conducir por el espontáneo e improvisado cicerone local, llegará hasta la entrada lateral de la fachada de poniente, en donde el amable informante le mostrará una de las losas de piedra que forman el revestimiento de la parte del asiento, de uno de los dos bancos adosados al muro del túnel de acceso, en cuya superficie podrá observar un curioso relieve serpentiforme.
A poco que la cara del turista manifieste algún gesto de interrogación, el guía le explicará alguna de las diversas versiones de la leyenda del la Mora, mantenidas por las familias de la localidad.

Aspecto de la iglesia de san Pedro, en Siresa, vista por la parte de su fachada principal, "el coletazo de la Mora", se encuentra en la entrada lateral, visible en la parte izquierda de esta fotografía de valentinv.
Imagenvalentinv

En todos los casos, las distintas variantes del relato resultan ser una ingenua narración popular de tipo legendario, que pretende dar visos de realidad histórica a un suceso totalmente fantástico, mediante el uso de un testimonio material que aporta una gran dosis de indudable veracidad, consistente en una marca pétrea de aspecto serpentiforme.
La leyenda,  cuando se inventó siglos atrás, pretendía hacer comprensible y creíble, a personas de mentalidad mítica, pertenecientes a una sociedad pre-científica y básicamente analfabeta, cómo y porqué se había formado la rara marca en forma de serpiente de piedra que tenían ante los ojos, además de intentar proporcionar como todas las narraciones de tipo educativo una enseñanza moralizante. Esta se supone que es la misma marca que ahora, algunos siglos más tarde, aún podemos ver sobre la superficie de esa losa de piedra.

Aspecto del relieve serpentiforme que en Siresa es llamado popularmente "el coletazo de la Mora" o la "serpiente petrificada". 
Imagen: Fotografía original de Rafel Vidaller Tricas, cedida por cortesía de su autor para esta entrada.

Esta leyenda popular que fue recogida por primera vez por Angel Gari, dice que "En Siresa, localidad que da entrada a la majestuosa selva de Oza, se cuenta que, antiguamente, había una mora que residía en el interior de un denso bosque muy próximo a la población. 
En otras versiones de la misma leyenda, se dice que la residencia de la mora encantada estaba en el fondo de un profundo "ibón" (lago de origen glaciar) o de una profunda caverna, existentes, en medio de esa selva pirenaica. Pistas descriptivas que identificarían a esa moderna mora con una antigua Laina, un tipo de genios femeninos, protectores de la naturaleza salvaje recóndita, adaptación a la mitología aragonesa de las Lamias clásicas. Se les imaginaba como seres dotados de diversos poderes sobrehumanos, como el de transformarse en animales comunes o monstruosos, hacerse invisibles, volar, habitar bajo el agua, seducir a los hombres, procedentes y característicos de diversos seres de diversas mitologías pre-cristianas. Se suponía que habitaban ciertos lugares solitarios y lúgubres, en los que había fuentes, lagos, ríos, cuevas y bosques profundos y oscuros.

Se dice que esa mora, durante siglos, había ido recogiendo un gran número de objetos elaborados con metales nobles y piedras preciosas, extraídos del interior de las iglesias abandonadas tras la invasión de los moros, objetos sagrados que había ido acumulando en su guarida, se trataba de relucientes cálices, reliquiarios, cruces, patenas, etc.... Un día, un pastor mientras apacentaba su rebaño en el monte, casualmente, se encontró uno de aquellos valiosos cálices, propiedad de la mora. Creyéndolo una joya de gran valor, decidió apropiárselo para mejorar sus austeras condiciones de vida, mediante el futuro disfrute de las ganancias que le pudiera proporcionar su venta posterior.
Al cabo de muy poco rato, el pastor advirtió que alguien, a quien no podía ver en la espesura del bosque, le iba siguiendo, a muy poca distancia. Reflexionó sobre quien podía ser quien le andaba siguiendo y comprendió que si quien le seguía era "la mora", su única oportunidad de salvación estaba en apresurarse a llevar la joya robada a la mágica mujer-serpiente del bosque, hasta la iglesia de Siresa, pues era sabedor de que la mora, por su condición de ser diabólico, no podría adentrarse en el territorio delimitado por el sagrado recinto. Sin pensarlo dos veces, salió huyendo a toda velocidad, sintiendo el aliento de la mora en el cogote, finalmente llegó corriendo hasta una de las entradas del templo de San Pedro, cuando la mora, ahora transformada en mortal serpiente, casi le pisaba los talones. Entró a trompicones y consiguió cerrar la puerta tras de sí, dando un fortísimo portazo. La mora-serpiente, enfurecida, al verse burlada por el pastor, dio un terrible coletazo, en un banco de la entrada por la que había entrado el ladrón fugitivo, quedando grabada allí, desde ese instante, la huella dejada por el impacto de su cola".

Aspecto de una mujer-serpiente, extraída de un fotograma de la cinematografía actual, moderna caraterización de la protagonista de Hiss. ¿Se imaginaron los habitantes de Siresa un tipo de monstruo semejante? ¿O quizá se imaginaron una bruja que se podía convertir en ofidio a voluntad y luego recuperar su aspecto humano? ¿Era ésta una un versión altoaragonesa de la leyenda francesa de Melusina?
Imagen: cinemania blog 

En otras versiones de esta misma leyenda, es la propia mora, tras transformarse en una vulgar serpiente, la que queda petrificada, sobre el banco de piedra del recinto sagrado, en el que dio el coletazo.

El pastor aliviado y muy agradecido por haber salvado la vida, decidió ofrecer el valioso cáliz, que había robado a la mora, al tesoro del santuario, donde junto con otras muchas joyas donadas por los fieles creyentes, permaneció custodiado muchos años. Hasta el día en que algún "iluminado" lo identificó como el auténtico Grial, la copa usada por Jesucristo en la Última Cena, por lo que se decidió trasladarlo hasta la catedral de Valencia, donde fue venerado como tal objeto sagrado, atrayendo gran cantidad de fieles creyentes....


Interpretando las manifestaciones del mundo orgánico-mineral, desde diferentes perspectivas mentales

La leyenda de "la mora de Siresa", es la expresión local de una interpretación popular, de un fenómeno geológico, relativamente frecuente en ese territorio: los "rastros fósiles", dejados por multitud de organismos bentónicos que vivían dentro de la zona más superficial de los sedimentos de fondos marinos de gran profundidad. Estos relieves tienen formas y dimensiones muy variadas, en función de los hábitos alimentarios y del tamaño de los organismos excavadores que los originaron. Estos curiosos relieves, se han conservado y son visibles en la superficie de las areniscas calcáreas eocenas porque son las rocas más consistentes de las que forman las series alternantes de materiales "duros-blandos", que conforman un tipo de unidades geológicas y de paisaje, muy característicos, denominados de "flysch" o de "turbiditas". Estas rocas que forman capas más o menos delgadas, con tendencia a descomponerse en losas o lajas más delgadas, son tan comunes en esta zona y tan manejables que se han utilizado ampliamente en las actividades de construcción tradicional, de todo tipo: muros, pavimentos, tejados, revestimientos, etc., existiendo varias canteras extractivas en los alrededores de la población.

Aspecto de una magnifica "pista de gusano", nombre paleontollógico vulgar con el que se conoce a algunos de los diversos tipos de "icnofósiles" o "paleoicnitas", originadas a partir de los materiales expulsados al excavar túneles de tipo "Helminthoidea". Se trata de conductos muy superficiales  excavados por invertebrados de pequeñas dimensiones, en el sedimento del antiguo fondo marino, hace millones de años, y que aquí aparecen "litificados" y contenidos en un trozo de arenisca eocena.
Fotografía original de José Miguel Navarro, de PIRINEOS, MONTAÑAS Y HOMBRES

Según el profesor Antonio Beltrán, la gama de leyendas aragonesas, relacionadas con moros, alcanzaría una antigüedad que tendrían como límite temporal inferior el siglo XVI, aunque reconociendo que algunas de esas leyendas pueden ser asimilaciones de otras leyendas de mayor antigüedad, inventadas en épocas anteriores. Esa antigüedad tiene que ver con las implicaciones de matiz religioso que muestran muchas leyendas de esa época y es conocida y notoria la enorme proliferación de apariciones y sucesos milagrosos desde finales del siglo XV hasta mediados del XVI. Pero es evidente que esta leyenda incorpora elementos que enlazan con tradiciones mucho más antiguas, como es la de las "encantarias" o genios femeninos habitantes de cuevas y masas de agua, que deben ser residuos de mitologías mucho más antiguas, posiblemente de origen grecorromano, germánico y céltico, pre-existentes en la cultura local mucho antes de la islamización o cristianización del territorio.

Posiblemente, la curiosa losa de piedra arenisca con la marca legendaria del "coletazo de la mora", debió ser hallada en algún lugar cercano de los alrededores de la localidad, transportada hasta el monasterio donde fue recortada y colocada en el lugar en que la vemos hoy día. Todas estas "maniobras" se habrían realizado intencionadamente, entre los siglos XVI y XVII, para disponer de un testimonio visible con el que poder reforzar la verosimilitud de la historia del pastor y buen cristiano que salvó, milagrosamente, su vida al refugiarse en un recinto sagrado y bajo la protección de Dios y de sus santos. 
Por lo tanto, podemos afirmar que mucho antes que los geólogos y los paleontólogos se interesaran por este tipo de fósiles, algunas personas sin conocimientos naturalistas ya se ocuparon de interpretar este tipo de fósiles, según sus limitados conocimientos naturalistas pero ilimitada fantasía, a su conveniencia, y capaces de aprovechar estas interpretaciones fabulosas para influir en la mentalidad de la sociedad local.

Si con los ojos observadores de un geólogo, o mejor aún, de un "paleoicnólogo" nos dedicamos a deambular por los alrededores de la iglesia monacal de san Pedro de Siresa y vamos observando, con calma y mucha atención, la superficie de las piedras utilizadas para pavimentar, las calles circundantes, iremos descubriendo, con sorpresa, otras varias clases de marcas, en relieve, sobre la superficie de algunas de esas piedras.
Algún geólogo que se ha dedicado a buscarlas, compararlas y contarlas, afirma que "aparecen algo más de una docena de tipos diferentes de rastros dejados por organismos bioturbadores de sedimento turbidíticos", algunas de esas marcas en bajorelieve positivo, resultan muy semejantes al célebre "coletado de la mora", pero de menor tamaño. Esto nos hace suponer que la losa del coletazo, fue hallada en alguna de las canteras existentes en los alrededores de Siresa y colocada en el lugar en que la vemos actualmente, con la intención de explicar y recordar a los feligreses que luego pasasen por el lugar, una historia muy "edificante".

Como reflexión racionalista, podemos decir que la ingenua interpretación popular, tiene una clara intencionalidad propagandística muy típica de tiempos pasados: el Dios cristiano es más poderoso que los aliados del Diablo; Dios y la Iglesia protegen a todos aquellos que se acogen a su doctrina; es lícito robar a los no cristianos pues son "inferiores o enemigos" por no ser creyentes; el ladrón es perdonado si lo robado es entregado a la iglesia; las serpientes están vinculadas con el diablo y sus secuaces...


!Exclusiva mundial! ¡Descubrimos el verdadero aspecto de "la mora encantada" de Siresa!

Hay que advertir, a los lectores y lectoras no especializados en el género legendario español, que las "moras" que protagonizan la mayoría de las leyendas ibéricas de la mitad norte y del este de la península, tienen muy poca relación con las verdaderas moras norteafricanas y sí mucha con las encantadas, las lamias, las xanas, las magas y diversos tipos de los ancestrales espíritus o genios femeninos de la naturaleza que habitaban y protegían de la codicia y explotación humana el mundo natural, los bosques, las montañas, las aguas o las cavernas, acumulando y protegiendo, riquezas y tesoros incalculables que de vez en cuando ofrecían a algunos humanos.
A parte del nombre popular, estas moras legendarias poco tienen que ver con las mujeres de los invasores norteafricanos, a pesar de que con frecuencia la leyenda diga que son princesas moras encantadas e hijas de un rey moro. O que los tesoros acumulados en escondrijos forestales, subacuáticos o subterráneos, son las inmensas riquezas que se vieron obligados a depositar, cuando tuvieron que huir ante el avance de los cristianos que iban reconquistando el territorio. Pero casi siempre, se trata del efecto del sincretismo literario popular, en el que se mezclan personajes y hechos, procedentes de mitos paganos precristianos, con otros, procedentes de mitos propiamente cristianos.
Pero dejemos la literatura y vayamos a la ciencia paleontológica, mediante una de sus especialidades, llamada Paleoicnología que va ayudarnos a descubrir cuál pudo ser el verdadero aspecto de la famosa mora de la leyenda de Siresa.
Si observamos con atención “El coletazo de la mora” que se conserva en el banco de la puerta de la iglesia de san Pedro, así como otras marcas semejantes que pueden observarse en otras piedras del pavimento de las inmediaciones, veremos que son un tipo de relieves, de aspecto doblemente serpentiforme o meandriforme, por presentar un surco medio o central que divide el cordon pétreo en dos mitades simétricas. Este tipo de relieves son tan característicos que los paleontólogos les han puesto un nombre identificativo particular, les llaman Scolicia cuando son con aspecto de doble cordón continuos y Bichordites, cuando el trazado presentan unas discontinuidades regulares y unos tramos "meniscados" que le dan aspecto de doble cordón troceado. Tanto en un caso como en otro, de marcas serpentiformes en relieve, en realidad, se trata de los rastros fosilizados, dejados por la actividad excavadora de un grupo muy amplio de erizos de mar, irregulares, de forma acorazonada que corresponden al orden de los erizos espatangoideos que incluye a numerosas familias y géneros, algunos tan comunes, como Hemiaster, Holaster, Micraster, Schizaster, Toxaster, etc.
Los relieves del tipo Scolicia, que se encuentran en las rocas areniscas del Eoceno, tienen que haber sido generados por erizos coétáneos de los sedimentos bioturbados, por lo que se supone que pudieron ser excavados por erizos marinos espatangoides, de profundidad, del tipo de los géneros Spatangus o Schizaster, géneros que aparecieron en el Eoceno y que tienen un tipo de vida apropiado.

Aspecto dorsal de dos géneros de erizos marinos que son formas propias y típicas de los materiales del Eoceno marino. La visión dorsal es la más característica para reconocer a los equinoideos. A la derecha un ejemplar del género Schizaster y a la izquierda uno del género Spatangus, ambos son frecuentes en la zona.
Imágenes: Derecha London Natural History Museum  
 Izquierda



En conclusión

Por lo tanto, gracias a las ciencias de la Tierra, por fin, sabemos que el mítico coletazo de la legendaria mora-serpiente de Siresa, no es un hecho real sino un hecho fabuloso, imaginado hace siglos para explicar de forma comprensible e interesada un hecho de naturaleza geológica y de origen natural. Somos conscientes de que esta conclusión tan científica y racionalista, no va a alegrar mucho, a los defensores acérrimos y arracionales de los supuestos orígenes prodigiosos o sobrenaturales de todo tipo de marcas misteriosas. Un tipo de personas fantasiosas, en exceso, que suelen relacionar cualquier cosa incomprensible para ellos, con actuaciones de seres sobrehumanos, en ocasiones intangibles e invisibles, cuando éstos son diabólicos, fantasmales o angelicales y otras veces con personajes legendarios sean éstos magos, brujos o extraterrestres.
Este tipo de marcas pétreas que antiguamente resultaban inexplicables, incluso para los científicos de mediados del siglo XIX, hoy sabemos, gracias a los avances de las Ciencias de la Tierra, que no son nada más, y nada menos, que un curioso fenómeno absolutamente natural que ocurrió hace, entre 40 y 30 millones de años y que, además, demuestra fehaciente que hace millones de años, esta elevada zona montañosa, de la actualidad, en ese momento era un fondo arenoso-limoso de un profundo mar que ocupaba la mayor parte de lo que hoy es la cordillera del Pirineo, en cuyo fondo marino, se depositaban rítmicamente capas de sedimentos desprendidos violentamente de la zona del talud continental, deslizados hasta los grandes fondos marinos, en los cuales, una vez estabilizados, se instalaban y vivían una multitud de humildes invertebrados marinos que, cotidianamente, minaban las capas más recientes de los sedimentos, excavando tramos de túneles, bastante superficiales, para obtener de ellos su humilde sustento diario, consistente en detritos orgánicos, enterrados y mezclados en la capa superficial de arena y limo. En el caso concreto, de esta huella que la imaginación popular convirtió en legendaria, para un paleoicnólogo experto, resulta ser un vulgar icnofósil del común icnogénero Scolicia, cuyo creador fue un erizo marino irregular, del tipo de los antes citados.


Agradecimientos

Al Dr. J. M. de Gibert, de la Universitat de Barcelona, por atender mis consultas sobre el particular y por confirmar mis suposiciones sobre icnogéneros y posibles equinodeos causantes


Fuentes:

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- Bernardi, Massimo; Boschele, Sergio ; Ferretti, Paolo & Avanzini, Marco. 2010. Echinoid Burrow Bichordites monastiriensis from the Oligocene of NE Italy. Acta Palaeontologica Polonica, 55(3):479-486.
- Biaggi, Roberto E. 2007. Una aventura con la fe y la historia geológica. Ciencia de los Orígenes, 74, otoño 2007. Geoscience Research Institute, Loma Linda, California (USA) (p. 6-7).
- Buesa Conde, Domingo J. 1992. Siresa y los orígenes de Aragón. Historiografía. Cuadernos Altoaragoneses, 231, Diario del AltoAragón 28/06/1992 Página 33
- Castán Sarasa, Adolfo, 1981. Leyendas de moros en el Alto Aragón. I Congreso de Aragón de Etnología y Antropología, Zaragoza, Editado por IFC-CET, (245-248)
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- Serrano Dolader, Alberto. 1994. Míticas Moras, en Huellas mágicas. Diario del Alto Aragón, 10/08/1994. Página 6
- Serrano Dolader, Alberto. 2009. La serpiente de piedra. Heraldo de Aragón. 22 de febrero
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- Vidaller Tricas, Rafel. 2007. La Mora de Ziresa (Leyenda), en Varios autores "Guía para viajar con niños por Aragón 2". Zaragoza. Prensa Diaria Aragonesa (El Periódico de Aragón. Grupo Zeta) (10-11)
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