por Heraclio Astudillo Pombo. Departament de Medi Ambient i Ciències del Sòl. Universitat de Lleida.
Sobre las diversas nomenclaturas utilizadas para la denominación de los fósiles. (6ª parte)
El caso de los distintos tipos de "panecillos petrificados", hallados en sitios alejados geográficamente
Ya hemos podido ver, en casos anteriores, que los nombres vulgares acostumbran a ser muy descriptivos pues, con frecuencia, hacen alusión a la semejanza que muestra la forma del fósil con la de algún objeto bastante común, de procedencia natural o artificial. Otras veces alude al parecido de su naturaleza material con la de ciertos materiales comunes, naturales o artificiales, existentes en el entorno próximo de la comunidad que le ha dado nombre.
Pieza de pan, del tipo hogaza, redondeado, abombado por la parte de arriba y aplanado por la de abajo y con incisiones radiales en la parte superior, al que se asemejan bastante los fósiles valencianos
Imagen: El Aderezo
Pero
no siempre, el criterio de semejanza formal o de composición o incluso
de supuesto origen legendario que se aplicaba, localmente, con total
fundamento y validez local, se ha mostrado suficientemente
válido como un buen nombre identificativo de uso general,
especialmente, cuando era inventado y aplicado por comunidades de
territorios alejados geográficamente, aunque pudieran estar relativamente próximas culturalmente,
pues el sólo criterio de semejanza podría inducir a confusión, ya que
fósiles muy distintos, desde el punto de vista de la taxonomía
biológica, pueden tener formas y aspectos más o menos semejantes, con
los de un mismo tipo o categoría de objetos de referencia.
Tipo de pieza de pan, tradicional, alargado, abombado por la parte de arriba y aplanado por la de abajo, con una larga incisión longitudinal en la parte superior, al que se asemejan los fósiles catalanes
Imagen: Backwaren GormetUn buen ejemplo de este tipo de casos, sería el de algunos tipos de fósiles de diferente naturaleza zoológica que son semejantes a pequeños panes o bollos. A causa de esta semejanza entre el fósil y algún tipo de bollos o panecillos la gente empezó a llamarlos "panecillos". El hecho de que además se haya querido relacionar estos "panecillos" de piedra con las brujas o con los moros, no puede ser una simple casualidad lingüística, forzosamente ha de haber tenido alguna motivación o intencionalidad. Desgraciadamente, por mucho que se ha buscado, no se han podido encontrar documentos filológicos ni etnológicos que expliquen la causa de tal asociación de palabras.
En el Prepirineo de Lleida, en la comarca del Pallars Jussà (Catalunya), se aplicaba el nombre vulgar "panets de bruixa" (cast. panecito o panecillo de bruja), a unos fósiles de corales solitarios del Cretácico, del género Cunnolites (Cyclolites) sp.
Aspecto del llamado "panet de bruixa" ("panecillo de bruja"), catalán, correspondiente a un ejemplar de la especie Cunnulites (Ciclolites) ellipticus, de unos 10 cm. de diámetro.
Imagen:
El nombre"panets de bruixa",
se
aplicaba en la comarca alicantina de la Marina Baixa (Comunidad Valenciana), a los fósiles de diversos géneros de erizos de mar, del Eoceno,
pero sobre todo, a los de la especie Conoclypus vilanovae.
Aspecto de un par de "panecillo de bruja", valencianos, también denominados "panet de bruixa", pero en este caso corresponden a dos ejemplares de la especie Conoclypus vilanovae, en vista dorsal (ejemplar izquierdo) y ventral (ejemplar derecho), ambos de unos 8 cm., de diámetro, del Luteciense (Eoceno) de Agost (Alicante).
Imagen: Fotografia original de J.R. Pastor Aliaga
Además del nombre vulgar, más frecuentemente utilizado por la mayoría de la población de una localidad o comarca, en ciertas localidades, también, se usaban otros nombres más o menos sinónimos y de motivación semejante, y de uso más minoritario, tales como: "panet", "panet de pedra", "panet del diable" y "panet de moro".
Criterios, populares, usados para imponer la respectiva denominación, a ambos tipos de fósiles paniformes
Si, en ambos casos, analizamos la posible motivación onomástica, la primera palabra del nombre popular remite a la analogía de formas. El fósil se asemeja a un tipo de pan pequeño o panecillo.
La segunda palabra, remite a un supuesto origen no habitual o extraordinario: la petrificación y miniaturización de auténticos panes humanos, por medio de malas artes mágicas (brujería) o por efecto de un milagro divino.
Según la creencia popular los magos moros y las brujas, presuntamente, estaban dotados de poderes sobrehumanos de origen diabólico, por medio de los que podían realizar ciertas transformaciones, antinaturales de cualquier clase de objetos o persona, mediante el uso de conjuros y encantamientos.
Existen varias leyendas en nuestro país en las que se narra que un rey moro transforma su palacio en una cueva y a su hermosa hija en una horrible serpiente para que vigile y defienda sus tesoros ocultos. Esa hermosa muchacha convertida en monstruo solamente podrá recuperar su anterior forma humana, cuando en la noche mágica de san Juan, un mozo suficientemente valiente y astuto es capaz vencer todos los peligros que lo estarán acechando en el difícil camino que conduce al tesoro y a la serpiente que lo defiende, entonces serà desencantada aquella temible "mora encantada" y el tesoro y la muchacha serán suyos.
Pintura costumbrista que representa la supuesta historia de amor entre la bella princesa omeya Wallada y el apuesto poeta Ibn Zaydun, sucedida en Córdoba, capital del califato de Córdoba, en el siglo XI.
Imagen: Historias de la historia
Antiguamente en las Baleares se contaba que los moros mediante encantamientos eran capaces de transformar sus monedas de oro en caparazones de caracoles que luego ocultaban en cuevas y en antiguos sepulcros, solo los payeses más afortunados conocían ciertos métodos mágicos para desencantar aquellos caparazones de caracol y obtener las monedas que ocultaban en su vulgar apariencia.
Pero nunca hemos hallado leyendas que narrasen que los magos moros realizasen la petrificación de objetos vulgares como son los panes o las monedas. Sí hemos leído relatos legendarios en los que magos moros con su magia eran capaces ocultar palacios y tesoros bajo tierra, dentro de montes o en el interior de cavernas, guardados por ciertos tipos de seres monstruosos como dragones o serpientes.
Las leyendas de moras encantadas están tan enraizadas en el imaginario popular español, protagonizando infinidad de leyendas locales, que hasta se le han dedicado calles y plazas. En este caso particular en la localidad de Tarancón, en la provincia de Cuenca (c. a. de Castilla-La Mancha).
Sabemos de relatos legendarios referidos a ciertos casos de gentes de mal corazón y conducta poco caritativa con los pobres mendigos, casi siempre se trataba de judíos, moros o malos cristianos, que reaccionaban muy mal ante la frase imploratoria "una limosna por el amor de Dios". Tales personajes avariciosos y de mal corazón fueron castigadas por no querer dar unas monedas o pan a un pobre mendigo hambriento o a una pobre viuda con hijos pequeños, quienes se lo había solicitado "por caridad y amor a Dios".
A continuación y espontáneamente, toda su provisión de panes o todo su dinero (monedas), se petrificó milagrosamente.
Estampa costumbrista representando a una familia de mendigos recibiendo unas monedas como limosna, en la puerta de una casa, de mano de un propietario adinerado. Grabado a punta seca, realizado por Rembrandt van Rijn, en 1648.
Imagen: Meisterdrucke
Con este tipo de transformación milagrosa, de origen celestial y finalidad punitiva, el alimento básico o el dinero de aquella persona egoísta y de mal corazón, dejaba de tener utilidad y perdía todo su valor. De esta manera tan radical el significado del mensaje divino quedaba claro para aquella mala persona y el castigo recibido por una sola persona resultaba ejemplarizante para todas las demás, invitándoles a no seguir el mismo tipo de inclinación y no repetir su mal comportamiento.
En este caso particular, hemos podido comprobar la confusión que puede inducir el hecho de usarse el mismo nombre vulgar para identificar objetos tan diferentes en sí mismos. Porque aunque puede resultar útil para identificar localmente un tipo de fósiles resulta confuso cuando se usa en otro marco cultural y geográfico. Pues se aplica una misma denominación a dos tipos de fósiles muy diferentes que tienen en común la cualidad de asemejarse en su forma externa a un pequeño pan de piedra.
Por otra parte se puede comprobar que, al tratarse de una denominación vernácula, si no se tratase de palabras tan semejantes a sus sinónimos castellanos, cuando se usaran fuera de su marco cultural y geográfico, se perdería la comprensión de su verdadero significado. Cosa que también pasaría cuando se usasen fuera del estricto territorio comarcal catalano-parlante (Catalunya-València) propio de cada uno de ellos.
La opacidad de tales denominaciones vulgares vernáculas, aumenta aún más aún cuando se parecen poco o nada a sus sinónimos castellanos, y se usa fuera de su ámbito lingüístico y geográfico, pudiendo llegar a resultar incomprensible o muy difícilmente comprensible, en otro territorios lingüísticos.
El problema de los nombres vulgares, es que, como hemos mostrado en este caso particular, en muchos otros sucede, lo mismo. La coincidencia de la nomenclatura popular, sólo sirve para crear confusión, en cuando se superan las fronteras idiomáticas y geográficas pues el nombre creado consigue igualar la identificación nominal "de mala manera" de objetos muy diferentes. Esto sucede, involuntariamente, pero llega a igualar por sinónimia, a objetos muy distintos y pertenecientes a categorías zoológicas distintas, puesto que se elegieron como referencia denominativa, ciertos aspectos que eran en realidad muy anecdóticos o demasiado genéricos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario