por Heraclio Astudillo-Pombo
Portugal, Serie EUROPA 2025: "Descobertas arqueológicas"
El pasado 9 de mayo de 2025, el Servicio Portugués de Correos emitió una serie de 6 sellos dedicada a los descubrimientos arqueológicos nacionales de Portugal. Estaba compuesta por 3 sellos postales individuales, de los cuales 2 estaban dedicados a los hallazgos arqueológicos continentales o peninsulares, incluido el sello central de la minihoja de recuerdo dedicada al hallazgo prehistórico que es motivo de esta entrada. Los 3 sellos restantes, estaban incluido en sendas minihojas de recuerdo, dedicadas a los hallazgos arqueológicos insulares en las islas Açores y Madeira.
Los cuatro motivos arqueológicos temáticos de referencias incluyen: el "Ara ao Sol e ao Oceano" (Ara al Sol y al Océano), hallado en la Sierra de Sintra, y la "Criança do Lapedo" (Niño de Lapedo), de la zona de Leiria; un hallazgo arqueológico subacuático en la bahía de Angra, la "Colubrina de Joham Diaz" (Colubrina de Joham Diaz); y la "Industria Azucarera" de la isla de Madeira.
Además de los 3 sellos individuales y las 3 minihojas de recuerdo, cada una con un sello como núcleo central, también se publicaron tarjetas postales y sobres de Primer Día de Circulación, para celebrar la ocasión de esta emisión y satisfacer a los coleccionistas.
El diseño gráfico de todo el material filatélico de esta serie conmemorativa corrió a cargo de la agencia Atelier Folk Design, que se documentó en imágenes y referencias históricas de museos y de otras instituciones que colaboraron en esta emisión filatélica. La impresión del material filatélico estuvo a cargo de la Oficina de Correos de Bélgica: Bpost Philately & Stamps Printing.
La minihoja de recuerdo dedicada al hallazgo de los restos del "Niño de Lapedo"
Tanto el sello central de la Hoja Recuerdo como su marco contextual, dedicados a la conmemoración de los hallazgos arqueológicos continentales, en 2025, estaban dedicados a la divulgación postal del hallazgo extraordinario de los restos óseos, fósiles, de un niño pequeño. El denominado en portugés "o Menino de Lapedo" o "a Criança de Lapedo", es decir, "el Niño de Lapedo" o "la Criatura de Lapedo".
El contenido gráfico y textual de la Hoja Recuerdo muestra diversos elementos naturales y culturales relacionados con el extraordinario e inesperado hallazgo, en 1998, de los restos fósiles del famoso "Niño de Lapedo", en un recóndito lugar, denominado técnicamente yacimiento de excavación de "o Lagar Velho 1". Lugar situado en un discreto y, en gran parte, todavía intacto valle de Lapedo, en el territorio municipal de Leiria, provincia de Beira Litoral. En ese valle se produjo uno de los descubrimientos más inesperados de la arqueología prehistórica portuguesa moderna: el hallago de un enterramiento prehistórico individual perteneciente a la cultura gravetiense, descubrimiento portugués que pronto resultaría el centro de una gran polémica científica internacional.
Aspecto de conjunto de la minihoja de recuerdo, titulada "A criança de Lapedo", correspondiente a las "Descobertas arqueológicas em o continente 2025". En su tercio superior se reproduce fotográficamente el farallón rocoso, al pie del cual está situado el abrigo prehistórico de "o Lagar Velho" en el que se hallaron los restos fósiles del famoso "Niño de Lapedo".
En el tercio central se reproducen fotográficamente, arriba, tres detalles de los restos óseos y otros objetos, debajo, un esquema gráfico realista simplificado de los restos esqueléticos y objetos anexos.
En el tercio inferior, dentro del sello, 4 dientes de cierva perforados para llevarlos colgando. Fuera del sello 2 conchas de caracolas marinas, también, perforadas, para llevarlas suspendidas, como parte de un conjunto de adornos corporales o de amuletos protectores que formaron parte del ajuar funerario del difunto. Imagen: Paleophilatelie: https://www.paleophilatelie.eu/images/sets/portugal_2025.jpg
Primera aproximación interpretativa de los restos, fue muy intuitiva
Por su aspecto particular, podrían tratarse de los restos de un niño humano de 4 a 5 años que, aparentemente, sería el resultado de una híbridación, entre un progenitor neandertal (Homo neanderthalensis) y un progenitor humano, anatómicamente moderno (Homo sapiens). La idea de que aquel ser humano pudiera haber sido el producto resultante de las relaciones sexuales entre humanos y neandertales era una posibilidad considerada muy remota. Que años atrás había sido considerada muy improbable o imposible, negadas por la mayoría de los científicos, basándose en una supuesta existencia de unas barreras genéticas, que impedirían totalmente la posibilidad de la hibridación entre ambas especies.
Los huesos del esqueleto presentaban un mosaico de rasgos neandertales y humanos europeos de la época moderna, temprana. La presencia de este mosaico morfológico sugiere la existencia de un mestizaje entre humanos arcaicos tardíos y humanos modernos tempranos, en la Península de Iberia. Este hecho, evidente, cuestionaba la antigua idea, mayoritaria, de una extinción total de los neandertales por efecto de una sustitución progresiva y completa por parte de los humanos modernos tempranos, más avanzados tecnológicamente, socialmente y mentalmente.
En estos dos esquemas gráficos se pretende hacer comprensibles algunos elementos particulares, constituyentes del hallazgo arqueológico y paleoantropológico denominado "Criança do Lapedo" o"Lagar Velho 1"
La novedosa datación por hidroxiprolina eliminó contaminantes y confirmó la antigüedad del fósil humano, obteniendo una datación precisa de entre 27.780 y 28.850, años atrás (Science Advances/João Zilhão/Cidália Duarte)
Imagen: Infobae 08 Mar, 2025
https://www.infobae.com/america/ciencia-america/2025/03/08/determinaron-la-edad-del-nino-de-lapedo-el-esqueleto-que-podria-ser-un-hibrido-de-homo-sapiens-y-neandertales/
Breve relato del proceso de descubrimiento e interpretación de los restos del "Niño de Lapedo"
Un día de finales del año 1994, el agricultor Adelino Rodrigues utilizó su excavadora para nivelar la pendiente de su terreno, que se encontraba entre la pared rocosa y el arroyo Caranguejeira, cerca de la localidad de Leiria.
Sin saberlo, había removido la capa superficial de sedimentos que protegían el enterramiento prehistórico más antiguo hallado en la Península Ibérica. Resultando fragmentado el hombro y el brazo derecho del esqueleto de un niño pequeño en docenas de pedazos. El cráneo también resultó totalmente dañado y casi perdido para siempre. Una vez finalizado el trabajo, sin ser consciente del daño causado, el agricultor continuó con su vida, sin saber que los dientes de su máquina excavadora habían abierto un portal temporal a la prehistoria local. Con la consecuencia de que los restos humanos prehistóricos, ahora, eras peligrosamente vulnerables a los efectos destructivos de la lluvia, el viento y otras acciones erosivas de la naturaleza y también a la rapiña de los expoliadores furtivos del patrimonio histórico.
Aspecto del campamento de excavación arqueológica del enterramiento prehistórico en el "abrigo rocoso do Lagar Velho" nombre dado por el arqueólogo João Zilhão a un sitio con huellas de arte rupestre paleolítico en el valle de Lapedo.
Pasaron cuatro años antes de que Pedro Souto y João Maurício, dos entusiastas de la espeleología y la arqueología, procedentes de la localidad de Torres Vedras, casualmente, visitaran el lugar del enterramiento, cuando andaban buscando arte rupestre. Habían aceptado el desafiados a lograrlo, propuesto por Pedro Ferreira, un estudiante de postgrado que, tiempo atrás, había explorado el valle en busca de arte rupestre, encontrando algunos indicios en ese lugar.
En la superficie del suelo del sitio, que el arqueólogo João Zilhão, más tarde, llamaría el "Abrigo do Lagar Velho", Souto y Maurício identificaron algunos huesos de animales dispersos, era la zona alterada cuatro años antes por el agricultor Rodrigues. Avanzando un poco más, João Maurício intrigado por el hallazgo, limpió la tierra removida más cercana de la pared rocosa, en donde existía una pequeña hendidura, y encontró dos huesos pequeños que por su aspecto le parecieron humanos. Comunicaron su hallazgo a las autoridades.
En la imagen superior, una reconstrucción realista e imaginaria del cuerpo del niño muerto, depositado en una pequeña depresión del suelo, cubierta con una piel de animal impregnada de ocre rojo.
El equipo formado por el arqueólog João Zilhão, acompañado por la antropóloga Cidália Duarte, la arqueóloga Ana Cristina Araújo y miembros de la Sociedad Torrejana de Espeleología y Arqueología viajó el fin de semana del 5 y 6 de diciembre de 1998 al yacimiento recién descubierto. Había viajado esperando encontrar un importante yacimiento de hábitat del Paleolítico Superior, pero en cuestión de minutos, los descubrimientos realizados in situ desmontaron todas las expectativas. Cidália Duarte confirmó rápidamente que los huesos ya identificados correspondían a un joven humano; posteriormente, su edad se estimaría en 4-5 años . Y João Zilhão descubriría que los restos óseos estaban saturados de ocre rojo, una de las características distintivas de los enterramientos del periodo Gravetiense, un período que abarca entre 35.000 y 25.000 años atrás. No había nada parecido en toda la Península Ibérica.
Aunque en un primer momento, cuando se observó el cráneo del niño se vio que presentaba una mandíbula prominente y rasgos faciales propios del hombre moderno, pero cuando se recompuso el esqueleto completo de aquel niño vieron que había algo raro en la anatomía. Los investigadores se dieron cuenta que tenía las proporciones corporales de un neandertal. El cuerpo era fornido y las piernas cortas, era una característica anatómica de los neandertales. Lo único que podía explicar esta combinación de rasgos corporales, antiguos y modernos, era que aquel niño, fuese una prueba material de que los neandertales y los humanos modernos se habían cruzado en algún lugar geográfico no muy lejano y en algún momento histórico más o menos cercano. Pero en 1999 aún no se sabía nada cierto del posible cruce entre neandertales y humanos modernos
Aspecto de los restos esqueléticos del niño sapiens-neandertal en su tumba, durante el proceso de excavación arqueológica. Fotografía original de João Zilhão. Imagen: Pagela emissao Europa 2025: Descobertas arqeológicas. CTTPt
Ahora, veintisiete años después y gracias a la datación por radiocarbono en la hidroxyprolina (RCH) del colágeno de los huesos, un método mucho más preciso que se emplea cuando los restos se hallan muy contaminados por el carbono moderno, los investigadores han conseguido averiguar que el conocido como "niño de Lapedo" vivió hace entre 27.780 y 28.850 años. Los resultados de esta investigación son incuestionables y se han publicado en la revista Science Advances.
"Sabíamos que en la península ibérica el momento de contacto entre ambas especies fue hace unos 37.000 años. Si el esqueleto pertenecía a esa época, la teoría del cruce casual podría funcionar. Pero si el niño era de un período mucho más tardío, las implicaciones eran mucho más importantes ya que nos encontraríamos ante un proceso a nivel poblacional y no ante un encuentro causal entre dos individuos de distintas especies", afirma João Zilhão arqueólogo y líder del equipo.El niño de Lapedo fue descubierto, casi una década antes de que se pudiera secuenciar el ADN neandertal. Entonces no se sabía que nuestros antepasados sapiens pudieran haberse cruzado con los neandertales, en algún momento de su historia. Sin embargo, ahora, gracias a los avances científicos en la secuenciación del ADN antiguo, se sabe que este niño vivió diez mil años después de que todos los neandertales europeos se hubieran extinguido. Por lo tanto, según los investigadores, su existencia es una prueba incuestionable de que los genes neandertales siguieron circulando en poblaciones aisladas de humanos modernos, durante mucho tiempo después de su extinción total.
En Lisboa, en enero de 1999, después de que el esqueleto infantil hubiera sido retirado del suelo y transportado a un museo, Erik Trinkaus propuso formalmente la hipótesis que estaba en ccabeza: ¿Podría el niño de Lapedo representar la prueba material de que dos poblaciones humanas, de especies diferentes, neandertales y sapiens se habían relacionado y cruzado, en el último bastión de ocupación neandertal en el planeta, y tal cosa había sucedido en el suroeste de la Península Ibérica?
También eran posibles otras hipótesis explicativas, como que fuera el resultado de una patología anatómica causada por alguna deficiencia nutricional o una posible deformación esquelética individual o que se hubiera producido un error en la recomposición esquelética con huesos largos muy fragmentados o que se hubiera cometido un error en la medición de los huesos largos, pero nada explicaba mejor el raro descubrimiento que la primera hipótesis. Como un piloto de línea aérea a punto de embarcarse en una maniobra aérea muy arriesgada, el equipo publicó en una revista científica su interpretación y se preparó para las turbulencias que, previsiblemente, se producirían luego.
Durante casi una década, Zilhão y Trinkaus fueron sometidos a fuego de artillería desde varios campos: en el campo de la arqueología prehistórica, la hipótesis estremeció a muchos expertos, ya que contradecía más de un siglo de creencia predominante de que los neandertales eran una especie distinta y que por tanto no podía hibridarse con los sapiens y que se había extinguido sin dejar ninguna descendencia. También implicaba refutar las hipótesis que promovían que la mayor sofisticación cultural de las poblaciones sapiens, de origen africano, que habían migrado a Europa en esa época, como la clave de su prevalencia y de la extinción de los neandertales europeos.
En el ámbito genético, la reacción fue aún más furiosa. El biólogo sueco Svante Päabo lideró la iniciativa, rechazando rotundamente la posibilidad de mestizaje. El esqueleto estuvo disponible regularmente para análisis externos, pero se determinó que no proporcionaría material genético lo suficientemente puro para un posible desempate, por lo que sería un desperdicio enviar muestras raras para obtener resultados que nunca serían concluyentes. Päabo, en 1998, no creía que los humanos que se creía pertenecían a dos especies diferentes pudieran haber tenido suficiente contacto para cruzarse y transmitir rasgos comunes a sus descendientes, durante muchas generaciones después de haberse extinguido.
Todo cambió en febrero de 2009. Päabo anunció la extraordinaria hazaña de su grupo de investigación en el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva: la decodificación del genoma neandertal, hazaña científica que siguió a la decodificación del genoma humano en 2003.
Para su propia sorpresa, Päabo concluyó que entre el 60 y el 70 % del genoma era compartido entre las dos especies, y más tarde concluyó que en las poblaciones europeas modernas, todavía existe entre un 2 y un 4 % de genoma neandertal. El mestizaje debió ser un hecho, ciertamente, común. Probablemente nunca se probará si el niño de Lapedo fue un ejemplo de esto, pero es innegable que la hipótesis planteada por este hallazgo y por hallazgos posteriores en Rumania, aceleró la investigación que le valdría a Päabo el Premio Nobel en 2022.
En la época de la ocupación de ese territorio por su familia, hace unos 29.000 años, a este niño le ocurrió algún suceso letal que no dejó ningún rastro visible en su esqueleto, pero que condujo a su muerte y luego al cuidadoso entierro de su cuerpo en una zona bien protegida del refugio rocoso. El enterramiento permaneció intacto, durante casi 29.000 años, hasta el paso de una excavadora que realizaba labores agrícola, y que, después de ese incidente, no fue visitada por personas entendidas en arqueología en los restantes cuatro años.
¿Qué interpretación cultural podría tener este enterramiento prehistórico, aparte de un vínculo afectivo muy fuerte entre el individuo que murió y quienes lo enterraron, con un sentimiento de posteridad poco común en las sociedades de cazadores-recolectores de aquella época? Crear las condiciones para evitar la destrucción de un cuerpo implica una noción de perpetuación que no estamos acostumbrados a reconocer en los enterramientos del Paleolítico. El posterior descubrimiento de una losa de piedra pintada de ocre, el año 2023, cerca del enterramiento, sugiere que una de las razones de la conservación casi intacta del esqueleto infantil, pudo haber sido su cobertura con esta "tapa" de piedra, que lo habría protegido de la destrucción por parte de los depredadores carroñeros. Este y muchos otros misterios requieren una nueva investigación e interpretación, especialmente porque aún quedan por estudiar, aproximadamente, unos nueve mil huesos de fauna prehistórica, recogidos en el mismo lugar que indicarían una larga ocupación del asentamiento.
Reconstrucción, artística, del momento previo al enterramiento del cuerpo del "Niño de Lapedo", según la ilustradora lusa Rita Nobre Martins. Los personajes adultos, tal vez, representen a sus afligidos y desconcertados progenitores, despidiéndose de su pequeño retoño, muerto muy prematuramente.
Imagen: https://www.blog.illustraciencia.info/2022/02/rita-nobre-martins-nino-de-lapedo.html
El otro gran misterio que rodea al enterramiento del "Niño de Lapedo", es aquello que ocurrió con el yacimiento tras su entierro. Según los investigadores, el abrigo rocoso donde se encontraron los restos del niño, había sido utilizado como campamento de caza durante unos 300 años, antes de realizar la sepultura. Sin embargo, después del entierro del cuerpo del niño, el lugar fue abandonado abruptamente y no volvió a ser ocupado durante más de 2.000 años. Este comportamiento de huida o abandono del lugar, ha llevado a los arqueólogos a especular que aquel sitio pudo haber sido considerado maldito o tabú por la comunidad. En muchas culturas ancestrales, la muerte de un niño era percibida como un mal augurio, como una amenaza latente, y es posible que el grupo asociara aquel lugar con la probable ocurrencia de alguna desgracia para la comunidad y decidiera abandonar el lugar para evitarlo.
Si esta hipótesis es correcta, el caso del Niño de Lapedo sería una de las primeras evidencias de creencias simbólicas en torno a la muerte de un niño, en la prehistoria. Aunque no podemos saber con certeza qué fue exactamente aquello que motivó la decisión de abandonar el campamento junto al yacimiento funerario. La combinación de prácticas funerarias y la desaparición de la comunidad, encaja con patrones de pensamiento mágico presentes en numerosas culturas humanas ancestrales.
Este espacio arqueológico es tan especial porque se trata de la única sepultura humana de este período histórico que es conocida en toda la Península Ibérica y que atestigua los rituales fúnebres compartidos por los habitantes de Europa de hace unos veintinueve mil años. Actualmente el yacimiento está declarado Monumento nacional y los hallazgos arqueológicos han sido clasificados como Bienes de Interés Nacional, con la designación de Tesoro Nacional.
Aspecto de un sobre especial para envíos durante el Primer Día de Circulación de los ejemplares filatélicos de esta emisión de sellos postales portugueses. El franqueo se ha realizado con una minihoja de recuerdo que incluye el sello dedicado al extraordinario hallazgo de los restos del "Niño de Lapedo". El gran tamaño del objeto ha obligado a efectuar un doble matasellado, con el cuño especial diseñado para esta ocasión..
Imagen: CTTPt https://appserver2.ctt.pt/femce/sku.jspx?shopCode=LOJV&itemCode=20250813491
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