domingo, septiembre 14

El registro fósil ibérico y el santoral católico, en la religiosidad popular de España y Portugal (7)

Heraclio ASTUDILLO-POMBO. Universitat de Lleida

Fósiles ibéricos relacionados por la tradición popular española con diversos santos y santas del panteón sagrado católico (1)


Introducción

En diversas entradas anteriores, publicadas entre los años 2008 y 2010, se han mostrado algunos tipos de fósiles relacionados con algunos santos y santas del santoral católico español. Si se estima conveniente conocer más detalles sobre estos casos, pueden consultarse los "posts" dedicados a las llamadas, popularmente, "piedras de rayo", véase: El rayo y los fósiles ibéricos, (7 entradas), y a las llamadas, popularmente, "piedras de Santiago" véase   Santiago Apóstol y los fósiles ibéricos", (7 entradas), publicadas en esta misma bitácora. 
En todas aquellas ocasiones, los distintos tipos de fósiles que fueron presentados y que  eran relacionados por la ingenua religiosidad popular con diversos santos, resultaban ser conchas y caparazones de distintos  invertebrados marinos o sus moldes internos o externos o las marcas de actividad biológica (icnitas) dejadas por ellos. Hasta ahora, en este blog, nunca antes se había presentado ni tratado ningún caso en el que algún tipo de hueso procedente del esqueleto de ciertos vertebrados terrestres,  se hubiera relacionado con el cuerpo de algún personaje sagrado, de los muchos que integran del panteón santoral católico español. Con la entrada de hoy se inicia ese nuevo tema o capítulo del folclore paleontológico religioso español.


Algunos casos de restos óseos, de animales pleistocenos, considerados y usados como reliquias, católicas, en la España pre-racionalista (1)
 
En 2007, buscando información etnopaleontológica ibérica, hallé un artículo titulado "Reliquias o fósiles, dilema de un gran paleontólogo", escrito por el periodista madrileño Rafael Fraguas, hermano del genial historietista "Forges", publicado en el diario El País, de Madrid con fecha de 06/03/2003.
Versaba sobre diversas anécdotas protagonizadas por ciertos huesos fósiles que habían sido interpretados, equivocadamente, en el ámbito de la religiosidad popular española, cómo auténticas "reliquias" de santos y cómo tales habían sido considerados y utilizados para su veneración pública, en diversos lugares del centro de España.

El Dr. Emiliano Aguirre Enríquez, Catedrático de Paleontología Humana de la Universidad Complutense de Madrid y ex director del Museo de Ciencias Naturales, retratado en fechas, relativamente, recientes. Descubridor de las anomalías osteológicas del relicario de Illescas.
Imagen
: Burgospedia


El artículo surgió a raíz de un homenaje celebrado a finales del 2002, que con motivo de la conmemoración de sus 75 años y su jubilación como director del MNCN, quiso brindarle la Comunidad de Madrid, mediante la organización de un acto de reconocimiento, celebrado en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Apadrinado por algunos de sus discípulos más aventajados de la Arqueología y la Paleontología española, quienes glosaron la meritoria obra científica de su maestro, el profesor Emiliano Aguirre
 
Todo el articulo periodístico, en la modesta opinión del etnopaleontólogo que esto escribe, que es persona que sólo se dedica al estudio de los "aspectos sociales colaterales" del registro fósil ibérico, resultaba muy interesante. Puesto que aportaba una serie de datos muy curiosos y desconocidos, imprescindibles para iniciar cualquier investigación especializada en el campo del conocimiento de las influencias sociales, de tipo no científico, que algunos fósiles han llegado a ejercer entre los miembros de algunas comunidades humanas.
Cuatro
 fueron los fragmentos de aquel articulo que parecían particularmente prometedores y atractivos para iniciar una investigación exploratoria, por su relación directa con el trabajo de recopilación de casos paleontológicos anecdóticos, "ejemplares", por su relación con las sorprendentes interpretaciones populares que, en ciertas ocasiones, se habían llegado a hacer de determinados restos paleontológicos. 
En esta ocasión, como en muchas otras, los nuevos datos obtenidos, a parte de proporcionar nueva información, impulsaba a plantearse nuevos interrogantes o, dicho de otra manera, cada nueva respuesta genera nuevas preguntas y nuevos motivos para proseguir desbrozando el camino y excavando el monte. 


El increíble caso de los restos de un"híbrido celestial" o de un "santo, transgénico, extraterrestre" hallados en Illescas (Primera parte).

Uno de los fragmentos del citado artículo de Rafael Fraguas que impulsó a este voluntarioso  etnopaleontólogo a buscar nuevos datos, con los que saciar la insaciable y malsana curiosidad científica que en aquellos momentos le enardecía y espoleaba a penetrar el excitante, oscuro y resbaladizo terreno de lo paranormal y lo supersticioso que impregna muchísimas de las tradiciones propias de la religiosidad popular carpetovetónica, decía así:
"En la tertulia, Aguirre hizo una confesión a los discípulos reunidos en torno suyo: "Una de las frustraciones científicas de mi vida ha sido la de no haber podido yo -ni haber hallado ningún alumno que quisiera- investigar un hecho singular que descubrí en un convento de la provincia de Toledo", les dijo. Y les relató su hallazgo: "En una visita realizada dos décadas atrás me fueron mostrados restos venerados desde hacía siglos por ser considerados reliquias óseas de santos. Pero, casi a simple vista, junto con restos humanos pude observar mezclado con ellos un hueso de las extremidades de un gran animal del Pleistoceno (desde 1,8 millones de años hasta 10.000 años). Se trataba de una falange de unos seis centímetros de longitud casi con certeza perteneciente a un gran bóvido, tal vez al animal precursor del toro actual"

Aspecto característico del esqueleto del pie o mano de un animal bovino, mostrando los tres tipos de falanges que constituyen sus dos dedos funcionales. La falange distal que es la que contacta el terreno, es muy característica y conforma la pezuña, típica de las distintas especies de animales constituyentes del grupo. Las dos falanges, restantes son menos características
Imagen: Osteología (Veterinaria) 2: Rumiantes y Suidos

Su perplejidad no acabó allí. Entre aquellos restos halló también un hueso, llamado fórcula (fúrcula), del esternón de un ave presumiblemente de una época similar. El hallazgo conmovió la conciencia de Emiliano Aguirre quien, entre numerosos otros episodios de su intensa vida, perteneció a la Compañía de Jesús hasta la década de los años 70 en que la abandonó." 

Diversos tipos de fúrculas de diferentes especies de aves modernas, estructuras resultantes de la fusión de los huesos claviculares e interclaviculares, sus funciones biomecánicas no están suficientemente estudiadas
Imagen: Ciencias de Joseleg


Buscando una primera explicación a dos atípicas anomalías anatómicas de un santo

Intentar determinar las causas por las cuales unos restos humanos incluían un par de huesos no humanos pudo habernos hecho plantear, varios enfoques, a cual más desconcertante e inquietante, puesto que un santo o santa con una dotación ósea tan atípicamente humana no podía ser un ser humano común, normal y corriente, tenía que ser un "fenómeno" o un "monstruo" de la naturaleza. 

La incongruencia esquelético-anatómica del contenido óseo del relicario de Illescas quizá ponía de manifiesto que los restos pertenecían a un humanoide, con algunas características anatómicas animalescas. ¿La presencia de una fúrcula, podría indicar que podía volar?, ¿Quizá se trataba de un ser híbrido, medio humano y medio angelical de aquellos que se dice que existieron en tiempos anteriores al Diluvio Universal? ¿Tal vez podrían ser los restos de una extraña criatura sobrehumana, producto de algún experimento transgénico, de origen extraterrestre? Ambas hipótesis eran sumamente emocionantes pero totalmente disparatadas y, por tanto absurdas, inválidas como justificación razonablemente creíble. La explicación más sencilla y, por ello, la más probable, la única interpretación que podía ser válida, debía ser que la sagrada mescolanza ósea, observada por el Dr. Aguirre en un innominado convento toledano, debía constituir un involuntario error de identificación o un fraude malintencionado. 
Se trataría de un error involuntario, si aquella muestra osteológica, incongruente zoológicamente, se había reunido "al buen tuntún", agrupando diversos huesos de diferente origen biológico, restos de al menos tres especies distintas y por alguna persona analfabeta anatómicamente, puesto que parecía ser que quien realizó o supervisó la mezcla ósea, no había sabido diferenciar entre restos de humano, de bóvido y de ave. 
Pero cabía la posibilidad de que aquella mezcla de huesos, incongruente zoológicamente, no fuera casual, sino intencional, ya que con ella se hubiera querido demostrar que "aquel santo", en particular, poseía unas cualidades anatómicas extraordinarias, que no poseían los demás seres humanos comunes... 

Aspecto del esqueleto completo, articulado, de un ejemplar de uro euroasiático (Bos primigenius primigenius o Bos taurus primigenius)
Imagen: Bos primigenius


Conocer la identidad del santo o santa, en cuestión, ayudaría a localizar y conocer su biografía y esto proporcionaría algunos datos de interés sobre su vida y milagros. Tal vez algún documento explicaría las causas legendarias o milagrosas del origen de las dos curiosas "malformaciones" óseas que poseía tal personaje y que se manifestaban en sus vestigios óseos sagrados.

Saber cuál era la localidad toledana, innominada por el Dr. Aguirre, en la que se ubicaban el innominado convento, poseedor del curioso relicario, cuyo contenido paleontológico había conseguido conmover la "consciencia" del profesor Emiliano Aguirre y, también, el detonante que provocase el interés de quien esto escribe hacia tan extraña situación anatomico-patológica.


Numerosas jornadas de pesquisas investigadoras, sobre el curioso asunto de los huesos humano anómalos, distribuidas a lo largo de todo un año, resultaron totalmente infructuosas, no consiguiendo obtener ni un solo dato relacionado con el tema. Así es que se decidió establecer contacto, por correo convencional con el profesor Aguirre, pues no maneja el correo electrónico, gracias a la mediación de un amigo común (Pepelu Sanz). Desde su despacho del MNCN, el Dr. Aguirre me informó del nombre de la localidad toledana: Illescas y del convento, propietario del reliquiario, motivo de la anécdota paleontológica que tanto me había interesado: santuario de Ntra. Sra. de la Caridad. Pero, muy amablemente, me hizo saber que no le era posible facilitarme más detalles, sobre el asunto por el que que me había interesado, pues se trataba de un tema "reservado", pendiente de investigación  para que lo llevase a término algún investigador "doctorando" al que pudiera dirigir él mismo... pero éste no era mi caso, circunstancia que quise aclararle, de buen principio, en mi carta de contestación.


Ensayando hasta dónde puede llegarse, partiendo de "Usted está aquí" y "Esto es todo lo que hay"...

Partiendo de los únicos datos fiables de los que disponía, extraídos del contenido del articulo de R. Fraguas y de la escueta información, suministrada por el Prof. Aguirre, consistente en que el sorprendente suceso se produjo durante una visita que, por motivos desconocidos, el Dr. E. Aguirre realizó al Santuario del Hospital de Ntra. Sra. de la Caridad, de Illescas, en Toledo, hacia el año 1983, durante la cual tuvo acceso al contenido de, al menos, uno de los relicarios que contenía algunos huesos, supuestamente humanos, desconociendo cuántos y cuáles eran los demás, se inició la búsqueda de nuevos datos complementarios que fuesen cabos sueltos de aquel embrollo etnopaleontológico de los que se pudiera ir tirando para seguir obteniendo más datos.

Gracias a las pesquisas realizadas, durante diversas jornadas, se pudo conocer que en la iglesia toledana de Ntra. Sra. de la Caridad, de Illescas, existe una capilla denominada, popularmente, Capilla de las Reliquias o Capilla de Pacheco. Ambas denominaciones del mismo recinto eclesiástico, son debidas al hecho de que el mismo fue construido a expensas de una donación económica que, entre 1595 y 1600, hizo don Fernando Pacheco de Toledo, marqués de Villena, Señor de Gargantalaolla, Comendador de Auñón y Berrinches y caballero de la orden de Calatrava.


Retrato del gran benefactor del santuario de la Caridad de Illescas, Don Fernando Pacheco de Toledo, realizado al óleo sobre lienzo, en 1595, por Juan Pantoja de la Cruz (1553–1608). Conservado en la colección de arte del convento. Fotografía original de Ramón Escobar Hervás.
Imagen:
Maravillas ocultas de España


El mentado noble, castellano, además de un hombre rico era un grandísimo creyente, por lo que mientras estaba en Roma, como embajador ante la Santa Sede, en representación del rey de España Felipe III de España de la Casa de Austria (o de Habsburgo), llamado el Piadoso, entre otras actividades, se dedicó a adquirir numerosos relicarios que contenían diversos tipos de reliquias sagradas, correspondientes a diferentes santos y santas, e incluso alguna relacionada con la pasión de Jesucristo o de la vida domestica de la Virgen María.

En esa época de su vida, comprendida entre finales del s. XVI y principios del s. XVII, consiguió reunir una importante colección de relicarios, en total unos 262, su valor relativo estaba determinado más por el número y diversidad de "santos personajes" representados que por la importancia de las dimensiones de los restos contenidos, la relevancia de los personajes y la riqueza de los materiales empleados en la decoración.

Desde 1600, fecha de inauguración del nuevo santuario de la Virgen de la Caridad, se fueron depositando en la capilla que D. Fernando Pacheco había hecho construir, ex profeso para mantenerlas expuestas a la veneración pública. A tal efecto, el recinto había sido dotada de tres grandes alacenas, una en cada uno de los muros, utilizadas a modo de expositores de la colección, a imitación de las vitrinas que el rey Felipe II, había hecho construir, años antes en los muros de las capillas del templo del Real Monasterio El Escorial, para exhibir en ellas los miles de reliquias que constituían su obsesiva colección particular, atesorando restos de unos 6.000 santos y santas, en su mayor parte mártires.



Vista general de la llamada Capilla de las Reliquias o Capilla de Pacheco, con sus tres vitrinas repletas de los preciosos objetos sagrados que constituían la colección privada de Fernando Pacheco, marqués de Villena. Algunos otros relicarios, se ven expuestos sobre la cornisa de la bóveda. El espacio, tras las pinturas alegóricas de El Greco, permanece vacío. En primer término, a los lados, rejas de la cancela de hierro que cierra el recinto. Fotografía original de Yolanda Lancha.
Imagen:
La Tribuna de Toledo


De la documentación consultada, se desprende que la mayoría de los relicarios de la colección y, tal vez, las reliquias que contenían en su interior procedían de diversos lugares de Flandes e Italia, pero no conocemos cuántos ni cuáles podrían proceder de la Península Ibérica. También se sabe que antes de ser trasladadas a España, todos los relicarios fueron examinados y certificadas las reliquias como verdaderos restos de santos y totalmente auténticas, por los correspondientes expertos, vaticanos, en estos etéreos y delicados asuntos. Una parte de las reliquias fue revisada y certificada durante el mandato del Papa Clemente VIII, (1592-1605) haciéndose constar el veredicto aprobatorio mediante la bula papal de 1604, mientras que el resto de reliquias "importadas" del extranjero fueron revisadas y certificadas, por los expertos vaticanos, durante el pontificado del Papa Paulo V (1605-1621).

Detrás del vidrio protector, de la enorme puerta vidriera se pueden ver numerosos recipientes de formas y dimensiones muy diversas, son relicarios confeccionados con materiales diversos. Los relicarios contenidos en la alacena central de la Capilla de las Reliquias, son los más importantes de la colección Pacheco. En su interior se guardan objetos de variada naturaleza, alguno son restos óseos, supuestamente humanos, procedentes del cuerpo de algún supuesto santo o santa... Fotografía original de Yolanda Lancha.
Imagen:
La Tribuna de Toledo


D. Fernando Pacheco de Toledo que debió ser un católico, apostólico y romano, tan ferviente, como "desmesurado" devoto de la Virgen de la Caridad, del Hospital de Illescas, al llegarle la hora de la muerte, quiso manifestar sus católicos y filiales sentimientos y, de paso, asegurarse la entrada en el paraíso celestial, nombrando a la Virgen de la Caridad, patrona del Hospital y Santuario de de la Caridad de Illescas, como su única heredera universal, en su testamento de 1612. En el que hacía donación de toda su fortuna personal, su la colección completa de 262 reliquiarios y su colección de obras de arte, religioso, además de establecer una dotación económica para la fundación y mantenimiento de dos capellanías en el santuario del Hospital.

Continuará, próximamente

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