por Heraclio Astudillo Pombo, DMACS, UdL
Como resulta que en el mes de abril, en el día 23 se celebrará la fiesta conmemorativa de la existencia del libro, de la literatura y de la lectura como bienes culturales, tanto a nivel regional como nacional y mundial, queremos unirnos a estas conmemoraciones presentando, precisamente, una temática nueva, la vinculación de los fósiles con la literatura de tipo no científico o viceversa, por medio de una narración de tipo legendario.
Con ello queremos mostrar otro de los diversos ámbitos de la cultura humana que también han sido permeables a la presencia de fósiles en el territorio de los narradores. Es el ámbito de las narraciones de origen popular o literatura oral, a pesar de que con frecuencia luego son recogidas y versionadas por la literatura culta. En nuestro caso, dado nuestros objetivos y contexto específicos particulares, vamos a mostrar narraciones semi-fantásticas ya que mezclan en su trama argumental elementos literarios verdaderos y elementos imaginarios. Son los denominados relatos legendarios, un tipo de relato de origen popular, creados con una clara finalidad didáctica, de tipo moralizante, en las que se combinan componentes inventados con componentes reales propios del lugar, extraídos del contexto histórico o del entorno geográfico.
Se trata de un tipo particular de narraciones, caracterizadas por que en su trama narrativa que es, fundamentalmente, imaginaria y fabulosa, incorporan algunos elementos realistas, que pueden ser de tipo histórico (hechos o personajes auténticos) o/y de tipo geográfico (lugares o elementos naturales o artificiales, reales), que son característicos del entorno social, temporal y natural en el que transcurre la narración. Estos elementos reales que a veces son protagonistas y, a veces; forman parte del escenario, dentro de la trama del relato, adquieren un nivel de importancia nada desdeñable, dada su función testimonial y su valor como prueba, demostrativa, de la verosimilitud de los hechos relatados. La inclusión de los elementos realistas, en el relato fabuloso dotan a los hechos narrados, de una gran fiabilidad y por tanto aumentan su credibilidad, pues este tipo de narración, siempre se presenta como supuestamente verídicas.
Con el título genérico de Leyendas, póstumamente, se publicó en 1871 una colección de narraciones legendarias breves, recogidas y recreadas por el poeta español Gustavo Adolfo Bécquer. Con una de las mejores prosas del siglo XIX español, el sentimiento y la visión romántica logran en las Leyendas becquerianas un nuevo ritmo expresivo, consiguiendo un gran éxito de lectores. Situación que ayudo a que el género legendario adquiriese mayor categoría literaria y mejor consideración por escritores y lectores.
En el caso particular de las leyendas de tipo etiológico o leyendas explicativas del origen, se trata de un tipo de relatos legendarios, cuya finalidad es la de intentar explicar, de manera comprensible y aceptable para el “vulgo” y de forma coherente con la tradición mítica local, las supuestas causas originarias de ciertos hechos raros, inexplicables o sorprendentes, para los cuales no se disponía de ninguna explicación conocida, anteriormente. En estas narraciones explicativas o justificativas siempre se intentan justificar la existencia de ciertos hechos reales, visibles en el medio o recordados por la comunidad. Ya se trate de sucesos históricos acontecidos o de elementos presentes en el entorno social o en el medio geográfico, se supone que sucedieron en unas circunstancias originarias “anormales” o extraordinarias, de tipo fabuloso, milagroso o mágico, y ello fue posible por medio de la intervención de un personaje legendario o mítico dotado con capacidades sobrehumanas.
El estudio de este tipo de relatos, pone de manifiesto, como las personas con escasa cultura naturalista y racionalista y poca capacidad lógica y crítica, tienen tendencia a realizar interpretaciones fabulosas, ya que son poseedoras de una cultura mítica, de base arracionalista, sobrenaturalista y mágica. Características típicas de las sociedades primitivas, atrasadas y crédulas, propias de la época pre-científica. Tendiendo a reaccionar ante ciertos hechos, sorprendentes e inexplicables para ellas , por resultarles desconocidos, recurriendo a las explicaciones de tipo mítico (causas mágicas o milagrosas), puesto que conciben el mundo real, social y natural, en el que viven, como un sistema regido por fuerzas sobrenaturales, en el que son posibles las apariciones e intervenciones de seres extraordinarios y las apariciones o transformaciones prodigiosas.
Ese mismo tipo de sucesos o elementos, a pesar de su rareza o dificultad de interpretación y encaje en los esquemas explicativos y mentales del momento, para las personas dotadas con una mentalidad racionalista y lógica naturalista, pertenecientes a entornos de “cultura científica”, serían considerados como productos de procesos totalmente naturales, cuya existencia no requiere de situaciones o sucesos sobrenaturales ni de la intervención de seres o poderes extraordinarios.
Un tipo de sucesos que, por su propia compleja naturaleza, resultaron muy difícilmente comprensibles para la mentalidad pre-ilustrada fue el de la fosilización de restos de animales y plantas, asimilados popularmente como "unos seres que habían sido petrificados por alguien en unas determinadas circunstancias, por algún motivo causal". Con frecuencia la "petrificación" se asociaba con la ejecución de un castigo ejemplar aplicado a alguien que había cometido algún acto contrario a las normas religiosas de la comunidad o realizado por alguna persona cuya conducta no era apropiada a las normas sociales. El paso siguiente era elaborar una narración para transmitir los hechos supuestos y la idea de castigo ejemplarizante a los demás miembros de la comunidad y a las futuras generaciones para que resultase conocido, ejemplarizante y memorable.
Un caso muy conocido y extendido por toda Europa, es el de ciertas especies de Nummulites asociados unos grandes y planos con monedas y otros pequeños y biconvexos con lentejas, petrificadas milagrosamente para castigar a ciertas personas o colectivos, dando origen a nombres vulgares caracteristicos y a las correspondientes leyendas etiológicas explicativas.
Presentamos hoy, como primera muestra, de este tipo de relatos populares, una versión de una leyenda alicantina muy conocida en la comarca del Bajo Segura, que ha sido seleccionada por que su trama incorpora una “microleyenda” etiológica, es decir contiene un microrrelato que pretende explicar de forma fantástica el origen de unos hechos naturales, consistentes en la presencia de diversos restos de vertebrados marinos fósiles, en un monte existente en el termino municipal de Rojales.
El motivo desencadenante de que hayamos iniciado esta nueva sección temática en el blog y de que hayamos elaborado esta entrada, fue el descubrimiento de dos elementos informativos, que resultaron cruciales para despertar mi interés y aportar una serie de datos básicos pero fundamentales y necesarios para iniciar la correspondiente investigación etnopaleontológica.
El primero de los descubrimientos mencionados fue conocer la existencia y el contenido del panel informativo nº VIII, titulado: Paleontología y leyenda popular. Los monstruos mitológicos de ''La Encantá ", panel mural existente en Sala II o Sala temática del Plioceno, en el Museo Arqueológico-Paleontológico Municipal de Rojales.
El segundo descubrimiento fue el hallazgo en Internet, durante una búsqueda dirigida a reunir datos relacionados con el asunto, de un artículo anónimo titulado: Paleontología y folklore popular: los monstruos mitológicos de Rojales (Alicante), cuyo texto, más extenso, coincidía con el contenido del mencionado panel informativo del Museo Arqueológico-Paleontológico Municipal de Rojales. Realizadas algunas averiguaciones, comparaciones y pesquisas en la Red, la autoría del mencionado artículo anónimo fue atribuida a Joaquín Sendra Sáez, paleontólogo responsable de la dirección científica, de los gráficos y de los textos de las exposiciones de las dos salas de Paleontología, del mencionado museo rojaleño.
En esta narración, conocida como la “Leyenda de la Encantá” del Cabezo Soler, a la vez que pretende justificar la validez y funcionalidad de un sistema de creencias irracional, según el cual el funcionamiento del mundo natural está determinado por fuerzas y poderes sobrenaturales, afirmándose que la magia forma parte de la “realidad cotidiana” y que ella es la causa de ciertos “prodigios o maravillas” observables sobre el terreno, los cuales son a la vez, la demostración de que tales sucesos son posibles y reales, y que se han producido en ciertos lugares y en otras épocas, cuando se dieron determinadas condiciones.
Aspecto vulgar del cerro del "Cabezo Soler" de Rojales, en la actualidad, visto desde la distancia. Una visita al lugar, en compañía de un arqueólogo o/y de un paleontólogo, ayudará a percibir la realidad de una forma muy enriquecedora y a descubrir detalles históricos muy interesantes.
En este caso concreto, se puede comprobar que el microrrelato etiológico popular que presentamos, ha tenido una clara motivación paleontológica, pues en esta versión de la “Leyenda de la Encantá” de Rojales (Alicante), vemos como la variante, del relato legendario básico (huída de una pareja de amantes mixta, musulmana-cristiana, maldición de l a pareja por el progenitor, desaparición por encantamiento de personas y riquezas que van a parar al mundo subterráneo, monstruosa serpiente guardiana de tesoros subterráneos, medianoche de san Juan propicia para romper encantamientos, etc.), incorpora la descripción de una serie de monstruos subterráneos, cuyos huesos, como prueba de la veracidad del relato, pueden observarse dispersos por distintos puntos de las laderas del cerro. Algunas características corporales de estos monstruos legendarios, permite adivinar que esas bestias fabulosas, están inspiradas en algunos componentes del registro fósil local que es conocido desde antiguo por los lugareños, a partir de los sucesivos hallazgos, en el terreno, de diversos restos esqueléticos pertenecientes a diferentes tipos de vertebrados acuáticos, marinos y continentales, del Pleistoceno.
Según los estudiosos del tema, se trataría de una leyenda de época post-musulmana, posiblemente, creada hacia el siglo XIII y que desde entonces se ha ido transmitiendo, oralmente, de generación en generación, hasta nuestros días.
En mi opinión, es muy posible que el microrrelato centrado en los monstruos subterráneos cuyos huesos petrificados podían verse en las laderas del cerro, sea de época musulmana pues hay que saber que en la cultura tuareg y otras parecidas, de pueblos nómadas de todo el norte de África, existen diversas leyendas que citan la presencia en el desierto, de "serpientes petrificadas" o de sus restos petrificados y no hay que olvidar que la mayoría de los conquistadores de Al-Aldalus, procedían de esa zona geográfica. Debemos recordar que desde el siglo XIX hasta el momento presente, los paleontólogos han ido descubriendo, en estas zonas, los restos esqueléticos, de diversos tipos de ballenas primitivas que comprenden formas del Mioceno hasta el Plioceno y también de diversos tipos de dinosaurios mesozoicos. Cuando las enormes vértebras fosilizadas, de ambos tipos de animales, aparecen alineadas y medio enterradas en la arena, en algunos remotos lugares áridos, adquieren un claro aspecto pétreo y serpentiforme, muy propicio a generar leyendas sobre la existencia de "enormes serpientes que fueron petrificadas" y cuyos restos permanecen como testimonio del portento.
Pero, podría ser que la leyenda tuviera su origen histórico, en una época anterior, pues ya los griegos y romanos atribuían interpretaciones míticas a los huesos de vertebrados fosilizados que se descubrían, en su tiempo, por toda el área mediteránea (para conocer en profundidad y con todo tipo de detalles, consúltese la excelente obra de la historiadora y folklorista de la época grecorromana Adrienne Mayor, titulada El secreto de las ánforas. Lo que los griegos y los romanos sabían de la prehistoria, que es la versión española del muy famoso y bien valorado The First Fossil Hunters.
Lo que sí es cierto, es que la leyenda de época cristiana, lo que hace es recoger diversas leyendas musulmanas, pre-existentes, muy tópicas que luego son aglutinadas alrededor de un motivo central en esa leyenda, constituido por los huesos petrificados (fosilizados) que es, precisamente, la parte que acaba aportando más originalidad y credibilidad al conjunto de la leyenda, global, resultante.
En tiempos recientes, la versión oral del primitivo relato popular, ha sido reestructurada y reescrita por diversos autores, dando lugar diversas versiones literarias, de la primitiva leyenda tradicional. De tal manera que en la actualidad, además de las múltiples versiones orales que pueden recogerse por toda la comarca, el relato legendario también puede encontrarse en forma de novela (la Encantada), o como obra teatral (“La noche de la Encantá” de Salvador García Aguilar, 1998) y como una película de mediometraje (“La Leyenda de la Encantá”, producido por Rafa Gimeno & Paco Mora en 2002). En todas ellas se relata la historia de una princesa mora que, desde el tiempo de los moros, permanece encantada y prisionera de la magia negra, en el interior de un palacio subterráneo, existente en el interior del Cabezo Soler.
Representación gráfica, infantilizada, de
una “princesa árabe”, con aspecto de seductora odalisca, imagen que quizás no
esté muy alejada de la representación mental que del personaje legendario, se hacía la
población masculina de Rojales.
Ilustración de la artista chilena, Lucía Rodríguez.
Imagen: http://www2.luciarodriguez.cl/?page_id=319%E3%80%88=es
Imagen: http://www2.luciarodriguez.cl/?page_id=319%E3%80%88=es
Además, se cuenta que, cada cien años, durante la noche de San Juan, la princesa mora se aparece en algún lugar elevado del cerro para ser desencantada por algún mozo noble y valiente que deberá llevarla en brazos hasta el río. Si consigue llegar con ella, sin haberla tenido que descargarla hasta el río Segura, para que pueda remojarse los pies, en sus aguas, de esta manera y en ese momento se romperá el encantamiento que la mantiene aprisionada bajo tierra desde hace cientos de años y ofrecerá su mano y su inmensa fortuna al bravo mozo.
La versión que presentamos aquí, es una de las muchas versiones orales que existen en Rojales y que circulan por toda la comarca del Bajo Segura. La hemos elegido, precisamente, porque incluye y describe, diversos monstruos infernales, algunas de cuyas características resultan muy interesantes desde el punto de vista etnopaleontológico, pues nos permiten hacer una interpretación etiológica y paleontológica del relato.
El escenario del legendario relato, es un modesto cerro de aspecto vulgar, existente en las inmediaciones del núcleo urbano de Rojales, que es conocido entre sus habitantes por el nombre de “el Cabezo" o "el Cabecico" "Soler”, por cuya base discurre el curso del río Segura y en cuyas partes altas, se han encontrado diversos restos arquitectónicos en forma de ruinas antiguas.
El escenario del legendario relato, es un modesto cerro de aspecto vulgar, existente en las inmediaciones del núcleo urbano de Rojales, que es conocido entre sus habitantes por el nombre de “el Cabezo" o "el Cabecico" "Soler”, por cuya base discurre el curso del río Segura y en cuyas partes altas, se han encontrado diversos restos arquitectónicos en forma de ruinas antiguas.
Aspecto crepuscular, del cerro del "Cabezo Soler" en la actualidad, en cuya cima, según la leyenda, estuvo levantado antiguamente el castillo y el palacio de los moros que luego pasaron mágicamente a su interior.
Según se cuenta en esta leyenda popular, en tiempos de la ocupación árabe de esta población, habría existido una rica e importante fortaleza musulmana. En la parte palaciega de la cual, vivía el emir que dominaba la comarca, con su bella y joven hija, a la cual, había sido prometida en matrimonio, por su padre a otro viejo emir que gobernaba una taifa vecina, para conseguir una alianza contra los cristianos que asediaban su frontera. Aunque al principio la princesa mora aceptó la decisión de su padre, cuando ya faltaban pocos días para la boda, la joven princesa decidió cambiar su destino y fugarse con su amante secreto, un joven cristiano, aprovechando la oscuridad de la noche, el 23 de junio. Pero el emir fue avisado, por una sirvienta, de los planes de fuga de su hija, con un cristiano.
Pintura iraní del siglo XIX, representando al emperador persa Shah Fath Ali Shah (1797-1835) el aspecto del regio personaje muy bien podría aproximarse a la imagen ideal que los aldeanos del Bajo Segura se imaginaban que podía haber tenido el poderosos y rico emir moro de la fortaleza del cabezo Soler.
Afrentado por la conducta irrespetuosa e irresponsable de su hija y más enfurecido aún, por la osadía del seductor cristiano, el moro decidió castigar a los dos amantes con la muerte. La noche prevista para la fuga, el emir les esperó escondido, en la orilla del río Segura, en el lugar donde realizaban sus citas amorosas y desde donde debían partir hacia tierras cristianas. Cuando la pareja estuvo reunida, el viejo emir salió, por sorpresa, de su escondite con su alfanje dispuesto para asestar dos golpes mortales, pero el joven cristiano se revolvió con rapidez e hirió, mortalmente, con su espada al moro al que no había reconocido.
Mientras el emir estaba agonizando, lanzó un conjuro maléfico, maldiciendo a su hija y a su amante e instantáneamente, por arte de magia negra, desaparecieron de este mundo la pareja de amantes, la rica fortaleza de la cima de “el Cabezo Soler”, con todos los vasallos y riquezas que había dentro de ella.
Cuenta la misma leyenda que el encantamiento del emir podrá ser roto, una vez cada cien años, en la medianoche de la Noche de san Juan, si coincide que el día del año apropiado y desconocido, algún joven muy noble, valiente, fuerte y astuto, se atreve a ascender hasta la cima del Cabezo Soler, y sea capaz de descubrir como penetrar en el mundo subterráneo. Para llegar hasta el lugar del interior del cerro de “el Cabezo Soler”, donde se encuentra la fortaleza, llena de tesoros y riquezas en la que reside prisionera la princesa mora que quedó encantada para siempre. Luego el valiente joven, deberá buscar y encontrar, dentro de la fortaleza, a la princesa y luego cargarla en brazos, burlando la vigilancia de unos horribles monstruos que tratarán de impedir la fuga y lograr descender, con ella a cuesta, hasta el río Segura, sin que en ningún momento los pies de La Encantada toquen el suelo, para que pueda remojar sus pies en las aguas del río, en el lugar donde su padre murió. Entonces el conjuro del emir quedará roto. Quedando desencantada la princesa y tan agradecida a su liberador, que querrá recompensarle haciéndole su esposo y compartiendo con él todos los tesoros que hay en la fortaleza y poniendo a su servicio, a todos sus vasallos.
Ilustración histórica representando el aspecto de un grupo de guerreros moros, pertenecientes a de diversos tipos de tropas musulmanas del siglo IX. Coetáneos de los que se suponía que estuvieron al servicio del emir, residente en la fortaleza mágica del Cabecico Soler .
Ilustración del maestro británico, Angus McBride.http://dbahispano.blogspot.com/2009/03/la-conquista-arabe-y-el-califato-omeya.html
Pero la misión de rescatar a la princesa no resultará nada fácil, pues el mozo liberador deberá enfrentarse a una serie de seres monstruosos que a pesar de ser habitantes del subsuelo, pueden salir a la superficie, mientras sea de noche, para continuar la persecución de los fugitivos, para impedir que alcancen el agua salvadora. Se trata de unas extrañas criaturas entre las que cabe destacar a unas “serpientes gigantes”, algunas de ellas con dos cabezas, también hay unos feroces “perros voladores”, pues están dotados con alas, además hay unos “gigantescos lagartos” y unas “arañas gigantes”.
Pero la misión de rescatar a la princesa no resultará nada fácil, pues el mozo liberador deberá enfrentarse a una serie de seres monstruosos que a pesar de ser habitantes del subsuelo, pueden salir a la superficie, mientras sea de noche, para continuar la persecución de los fugitivos, para impedir que alcancen el agua salvadora. Se trata de unas extrañas criaturas entre las que cabe destacar a unas “serpientes gigantes”, algunas de ellas con dos cabezas, también hay unos feroces “perros voladores”, pues están dotados con alas, además hay unos “gigantescos lagartos” y unas “arañas gigantes”.
Grabado alemán antiguo, de época renacentista (s. XVI), representando el encuentro en el monte con una terrible serpiente gigante que persigue a una mujer, mientras un hombre maldice al animal
Afortunadamente para los humanos, estos seres infernales, habitantes del mundo subterráneo, tienen un punto débil, ya que no pueden abandonar el inframundo porque no soportar el contacto de la luz del sol y muy especialmente, la del amanecer del día de San Juan. Si son alcanzados por los primeros rayos del sol, caen fulminados instantáneamente y sus cuerpos se desintegran en pocos minutos, quedando de ellos, solamente, sus huesos “petrificados”, muchos de los cuales aún están a la vista, en las laderas del cerro, para quien quiera ir a verlos.
Según cuenta alguna versión de la misma leyenda. Hace ya muchos años, hacia finales del siglo XIX, un joven de Rojales que se creía suficientemente valiente, fuerte y astuto, y que quería hacerse rico, famoso y poderoso, de la noche a la mañana, liberando a la princesa de su encantamiento. Subió la noche de San Juan hasta la cima de “el Cabezo Soler” y al sonar las campanadas de la medianoche, en cierto lugar, aparecieron en el suelo unas cintas de colores, que sólo aparecen en la noche de san Juan, cada cien años. Tiró de ellas y el suelo se abrió bajo sus pies, repentinamente, cayendo en “el otro mundo”.
El mozo de rojales fue descubierto, al día siguiente, en la ribera del río Segura, de bruces contra el suelo, con las ropas rasgadas, y el cuerpo completamente ensangrentado y cubierto de arañazos, cuando le preguntaron sobre la causa de su estado, apenas recordaba nada y parecía haber había envejecido, de la noche a la mañana, pues su cara estaba llena de arrugas y sus cabellos habían encanecido.
Semanas más tarde, ya más restituido de su aventura y habiendo recuperado la memoria, el joven relató que al tirar de las cintas de colores la tierra se abrió bajo sus pies, al tiempo que un enorme fogonazo de luz iluminó todo el cerro, fogonazo que los vecinos aseguraron que fue visto desde el pueblo. Acto seguido se encontró frente a un castillo, cuyas puertas se abrieron, de par en par para él, dentro del cual vio una extraña procesión de moros y cristianos que escoltaba a la bella princesa encantada. La princesa reconoció al joven como quien venía del mundo exterior a librarla de su condena y le pidió a gritos que la llevase en brazos hasta el río Segura, para poder mojar en él sus pies y así conseguir romper el hechizo que le había lanzado su padre y que la mantenía prisionera bajo tierra. El joven se apoderó de la princesa y huyó con ella a grandes zancadas, llevándola en brazos, descendió del Cabezo Soler, atravesando la espesura del monte, mientras era hostigado por serpientes gigantes, perros con alas y otros bichos terrorífico y repugnantes, cuando ya estaban a punto de alcanzar las aguas salvadoras, del río Segura, se le apareció el fantasma del emir, armado y furioso, el joven para poder enfrentarse con el fantasma del emir, se vio obligando a dejar a la princesa en el suelo, pero al instante se truncó la ruptura del maleficio y todo, princesa, monstruos y emir, desaparecieron instantáneamente, para volver al interior del cerro, mientras el joven perdía el conocimiento y caía a tierra.
Antiguamente, muchas familias de Rojales, tras contar la leyenda de la Encantá del cerro Soler al forastero, aseguraban que el último mozo que había intentado desencantar a la Encantada, que aparecía en el relato narrado, era un antepasado suyo y que por eso conocen los detalles del relato.
Según cuenta alguna versión de la misma leyenda. Hace ya muchos años, hacia finales del siglo XIX, un joven de Rojales que se creía suficientemente valiente, fuerte y astuto, y que quería hacerse rico, famoso y poderoso, de la noche a la mañana, liberando a la princesa de su encantamiento. Subió la noche de San Juan hasta la cima de “el Cabezo Soler” y al sonar las campanadas de la medianoche, en cierto lugar, aparecieron en el suelo unas cintas de colores, que sólo aparecen en la noche de san Juan, cada cien años. Tiró de ellas y el suelo se abrió bajo sus pies, repentinamente, cayendo en “el otro mundo”.
El mozo de rojales fue descubierto, al día siguiente, en la ribera del río Segura, de bruces contra el suelo, con las ropas rasgadas, y el cuerpo completamente ensangrentado y cubierto de arañazos, cuando le preguntaron sobre la causa de su estado, apenas recordaba nada y parecía haber había envejecido, de la noche a la mañana, pues su cara estaba llena de arrugas y sus cabellos habían encanecido.
Semanas más tarde, ya más restituido de su aventura y habiendo recuperado la memoria, el joven relató que al tirar de las cintas de colores la tierra se abrió bajo sus pies, al tiempo que un enorme fogonazo de luz iluminó todo el cerro, fogonazo que los vecinos aseguraron que fue visto desde el pueblo. Acto seguido se encontró frente a un castillo, cuyas puertas se abrieron, de par en par para él, dentro del cual vio una extraña procesión de moros y cristianos que escoltaba a la bella princesa encantada. La princesa reconoció al joven como quien venía del mundo exterior a librarla de su condena y le pidió a gritos que la llevase en brazos hasta el río Segura, para poder mojar en él sus pies y así conseguir romper el hechizo que le había lanzado su padre y que la mantenía prisionera bajo tierra. El joven se apoderó de la princesa y huyó con ella a grandes zancadas, llevándola en brazos, descendió del Cabezo Soler, atravesando la espesura del monte, mientras era hostigado por serpientes gigantes, perros con alas y otros bichos terrorífico y repugnantes, cuando ya estaban a punto de alcanzar las aguas salvadoras, del río Segura, se le apareció el fantasma del emir, armado y furioso, el joven para poder enfrentarse con el fantasma del emir, se vio obligando a dejar a la princesa en el suelo, pero al instante se truncó la ruptura del maleficio y todo, princesa, monstruos y emir, desaparecieron instantáneamente, para volver al interior del cerro, mientras el joven perdía el conocimiento y caía a tierra.
Antiguamente, muchas familias de Rojales, tras contar la leyenda de la Encantá del cerro Soler al forastero, aseguraban que el último mozo que había intentado desencantar a la Encantada, que aparecía en el relato narrado, era un antepasado suyo y que por eso conocen los detalles del relato.
Continuará próximamente
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