lunes, diciembre 31

Agradecimientos a colaboradores y lectores del 2007

Balance de fin de año

Hoy 31 de diciembre, finaliza el año 2007, en primero en el que se ha reiniciado la exposición y comunicación pública de nuestro trabajo de investigación sobre folclore paleontológico español y portugués, iniciado de forma sistemática hace tres años. 
Queremos aprovechar la oportunidad que brinda el hecho de que finalice el ciclo anual para hacer el balance anual de resultados conseguidos durante este periodo de tiempo. También para agradecer las ayudas recibidas, en forma de informaciones breves cuyos datos nos han permitido seguir adentrándonos en el campo del conocimiento del folclore paleontológico ibérico. 
Aunque muy modestas las aportaciones de los colaboradores ocasionales y escasos los lectores fieles, la situación y sus tendencias nos animan a seguir perseverando en la exploración de un territorio cultural aparentemente virgen para otr@s investigadores/as. Confiando en seguir descubriendo nuevos datos curiosos, localizar nuevas fuentes documentales raras y conectar con nuevos informantes y lo que es más difícil, todavía, poder seguir descubriendo, consultando y contrastando, los datos que van acumulándose en nuestros archivos. 
Proseguir nuestros estudios etnopaleontológicos sobre la cultura popular española y portuguesa se está convirtiendo en un reto que a pesar de ser dificil, está resultando altamente estimulante y enormemente ilusionante.
Queremos dar las gracias a los lectores y lectoras que visitan este blog y leen sus contenidos y muy especialmente a aquell@s que nos dejan algún comentario con el que nos ayudan a encontrar nueva información, a mejorar la apariencia, o, simplemente, nos animan a perseverar en nuestro, nada fácil, empeño.
También queremos agradecer a todas las personas que nos han aportado algún dato su generosidad y solidaridad porque sin su colaboración personal, la existencia presente o pasada de muchas "cosas" no se habrían podido descubrir, ni dar a conocer, ni publicar en estas páginas virtuales.
A unos y otros, a todos vosotros, os deseamos que paséis unas muy ¡Felices, emotivas, saludables productivas y reparadoras fiestas de finalización del año viejo y de inicio del año nuevo!

Nuestra interpretación, particular, del dibujo y el texto de esta imagen, es que podría representar nuestro proyecto, a través de la metáfora del nadador que se lanza con impulso, ilusión e inconsciencia sobre una atractiva, luminosa y deslumbrante superficie para bucear en su desconocido interior
Imagen: Felicidades



COLABORACIONES del 2007:

- Anónimo Webmaster de www.luzaga.com, de Luzaga (Guadalajara)
- Concepción Suárez, Xulio, filologo, toponomista, Catedrático de I.E.S.B. en Pola de Lena y miembro del Real Instituto de Estudios Asturianos.
- Pérez-Lorente, Félix, paleontólogo, Universidad de La Rioja, Logroño (La Rioja).
- Soler-Gijón, Rodrigo, paleontólogo del Museum fuer Naturkunde der Humboldt-Universitaet zu Berlin, Sektion Palaeontologie, Berlin, GERMANY

viernes, diciembre 28

Santiago Apóstol y los fósiles ibéricos (4)

por Heraclio Astudillo-Pombo. Universidad de Lleida

Fósiles ibéricos vinculados, con Santiago apóstol o/y con su legendario caballo, por el folklore español (4)

FÓSILES JACOBEOS EN LA RIOJA (3)

Otras piedras figuradas, típicas de los alrededores de la villa de Jubera.

Existen otran versiones de la leyenda que recoge la aparición prodigiosa de piedras con formas singulares en los alrededores de la población de Jubera, tras el martirio y muerte de Santiago en Tierra Santa, como símbolos commemorativos de la estancia de Santiago Apóstol en esta localidad, mientras andaba predicando el evangelio por tierras riojanas, estas otras versiones citan la aparición de otros dos tipos de piedras figuradas jacobeas: piedras con figura de corazón y piedras con figura de calabaza, además de las piedras con forma de bordón y piedras con forma de venera o concha de Santiago también aparecidas milagrosamente.


Las piedras de Jubera con figura de calabaza.

La antigua leyenda popular, menciona la aparición prodigiosa de piedras con forma de calabaza, en el supuesto campo de batalla, piedras que al considerarlas como un típico símbolo jacobeo, indicarían que era una señal de la voluntad divina para señalar el paso de Santiago por ese lugar.
La forma mencionada, nos indica que si algunas piedras pudieran parecerse a calabazas, deberían ser semejantes a calabazas del tipo de las que en aquel tiempo y en aquella zona, las más conocidas que eran usadas por los viajeros y peregrinos de aquella época, como botella o cantimplora, para transportar el vino que consumían, durante sus largos viajes a pie. serían las llamadas “calabazas vinateras”, las típicas “calabazas de los peregrinos” (Lagenaria siceraria).
La leyenda, por lo tanto, nos indicaría la presencia en el lugar de unas extrañas piedras con aspecto piriforme, o más concretamente, lagenariforme, es decir con forma de calabaza vinatera.
Una posibilidad es que esta descripción se refiera a la presencia de fósiles de alguna especie de gasterópodo marino de concha cónica, de columnilla de mediana longitud y por ello "poco estilizada", con pocas espiras, cuya forma pudiera harcerlos comparables a la botella vegetal usada por los peregrinos.

Aspecto de los frutos en forma de botella, de la calabaza vinatera, aún verdes, colgando de la planta madre que está "emparrada" o soportada sobre un enrrejado tejido con cañas de bambú.
Imagen: http://baike.baidu.com/pic/4/1188665318081286.jpg

 Quizás fuesen conchas o, más probablemente, moldes internos de caracolas del genero Bourguetia o de algun otro gasterópodo de aspecto similar, que en razón del relativo parecido entre estas piedras y el recipiente usado por los peregrinos, habrían sido denominadas , popularmente, por los naturales del lugar “piedras con figura de calabaza” y también “calabacitas de piedra” o, simplemente, “calabazas”.

Aspecto de un ejemplar de concha fósil de Bourguetia striata, una caracola de mar de gran tamaño, del Oxfordiense Medio (Jurasico Superior). Foto de T. Rebours  
Imagen: Fossiles

Otra posibilidad es que las famosas piedras con forma de calabaza correspondieran a radiolas desprendidas del caparazón de algunoe erizos marinos de tipo cidaroideo. Cuyas radiolas son muy engrosadas y tienen forma de bellota, botella o calabaza....

Aspecto de las radiolas  del equinoideo Pseudocidaris clunifera del Cretácico inferior (Neocomiense), ejemplares procedentes de la Sierra del Mugrón, Cantera de los Serranos (Almansa)
Imagen: Sabuco, nº 5. dic. 2005. Rev. Instituto de Estudios Albacetenses

Según la interpretación clerical de la leyenda citada anteriormente, la aparición milagrosa de las piedras con forma de calabaza en los alrededores de la villa de Jubera, tendría la finalidad de ser un recordatorio material y un llamamiento visible, de origen celestial, destinado a las gentes de Jubera. La presencia de tales piedras de aparición milagrosa debería servir para recordar a los habitantes de Jubera que su primitiva cristianización fue llevada a término personalmente por Santiago Apóstol y también para animarles a realizar el peregrinaje penitencial hasta la tumba del Apóstol, en Compostela, como forma de agradecimiento a tal favor.


Las piedras de Jubera, con figura de corazón.

La leyenda, al mencionar la aparición de piedras con forma de corazón y considerarlas como un símbolo tipicamente jacobeo, implicitamente, nos indica que eran un tipo de piedras vagamente semejantes a corazones, por lo que debemos suponer que se refiere a la presencia de piedras de aspecto más o menos acorazonado. Piedras que en razón de su abundancia, muy posiblemente serían algún tipo de fósiles, los más probables deberían ser los moldes internos de alguna especie de bivalvo o la concha de algún tipo de braquiopodo, marinos y que tuvieran aspecto más o menos cordiforme. En cualquier caso la forma particular de los fósiles debería harcerlos comparables, únicamente, a la viscera cardiaca, y sería en razón del parecido con un corazón que este tipo de piedras habrían sido denominadas, popularmente, por los lugareños de la zona “piedras con figura de corazón” y también “corazoncitos de piedra” o, simplemente, “corazones”.


Molde interno de Ceratomyopsis sp. del Jurasico Medio, en vista lateral, que es el único punto de vista que le puede proporcionar el característico aspecto cordiforme.
Imagen: http://www.terra.es/personal5/museumfossi/pagina5.htm

Según la misma leyenda, citada anteriormente, las piedras con forma de corazón eran una manifestación del paternal y eterno afecto que Santiago Apóstol sentía por las gentes de aquella localidad riojana, por el hecho de haber sido las primeras personas entre todos los riojanos que le brindaron su hospitaldad, que escucharon los sermones moralizantes y las primeras que siguieron sus enseñanzas de evangelización, en definitiva su afecto era mayor por la gente del pueblo de Jubera, porque fueron sus primeros conversos, al cristianismo, en tierras de la Rioja.

Vista semifrontal del molde interno de Protocardia en la que no se puede apreciar la particular forma cardiaca de su perfil lateral, este parecido característico, debió ser la que indujo a los naturalista de la antigüedad, a denominar “bucardites” o “corazones de buey”, a fósiles de este tipo, de gran tamaño. este ejemplar procede del Aaleniense (Jurásico Medio)
Imagen: http://www.usefilm.com/image/763224.html

En realidad las piedras prodigiosas con figura de corazón, quizás pudieran ser moldes internos de lamelibranquios del Jurasico Medio a Superior, de conchas abombadas, tal vez de los géneros Ceratomyopsis o Protocardia, o de algún otro género con un aspecto cordiforme similar.


Ejemplares de Nucleata nucleata Braquiopodo de aspecto cordiforme del Oxfordiense, Jurásico Superior
Imagen: paleontofilo  

Aunque menos probable, las piedras con forma de corazón también podrian ser las conchas fósilizadas de braquiopodos del genero Nucleata.



Fuentes:

- Alonso, A. & Mas, R. 1990. El Jurásico superior marino en el Sector Demanda-Cameros (La Rioja– Soria). Cuadernos de Geología Ibérica, 14, Madrid.
- Delvene, G. & Fürsich, F. T. 2002. Catálogo de los bivalvos españoles del Jurásico Medio y Superior depositados en el Museo Geominero (IGME, Madrid).
Boletín Geológico y Minero, 113 (2): 199-210
- Risco, Manuel. 1781. Antigüedad de la Santa Iglesia de Calahorra, Cap. VIII de La España Sagrada, tomo XXXIII. Las antigüedades civiles y eclesiasticas de Calahorra. Impreso en Madrid por Pedro Marín.
- Ruiz Ortiz de Elguea, Hortensia. 1971. La devoción a Santiago de Jubera en la Edad Media. Berceo, 81. Logroño. Instituto de Estudios Riojanos, (pags. 101-110)

domingo, noviembre 18

Santiago Apóstol y los fósiles ibéricos (3)

Por Heraclio Astudillo Pombo. UdL.

Fósiles ibéricos vinculados, por el folklore español, con Santiago apóstol o/y con su legendario caballo (3)


FÓSILES JACOBEOS EN LA RIOJA (2)


Las “pisadas”, “huellas” y “rastros" dejados por el paso del caballo de Santiago, en diferentes lugares de la Rioja.

En diversas localidades de la Rioja española, algunas rocas han mostrado unas extrañas y grandes marcas de forma redondeada, de media luna o de herradura e incluso tridáctilas que son conocidas desde antiguo por la población local. Desde la Edad Media hasta hace pocos años se atribuyeron al paso del caballo de Santiago por esos lugares. Hoy día, la población local y muchos visitantes saben que son huellas de pisadas de dinosaurios saurópodos, ornitópodos o terópodos. La divulgación sobre el verdadero origen de las viejas marcas se debe a la existencia de diversas rutas de turismo paleontológico que discurren actualmente por la cuenca alta de los ríos Cidacos, Linares y Alhama y por las cuencas medias de los ríos Leza, Iregua y Jubera. Se informa a los visitantes que son huellas que fueron impresas por el paso de diversas clase de dinosaurios juràsicos y cretácicos, fundamentalmente por saurópodos, hace más de 100 millones de años.

Las huellas de las rocas riojanas, mencionadas, han tenido que ser conocidas, desde muy antiguo, por los pastores, cazadores y campesinos que habitaban en los valles fluviales mencionados pero antiguamente nadie conocía su verdadero origen por lo que se interpretaron de forma mítica.
En siglos pasados, posiblemente, a partir del siglo XIII y como consecuencia de la gran influencia social, religiosa y cultural de la invención de la leyenda de la aparición milagrosa de “Santiago Matamoros”, en la famosa Batalla de Clavijo, tradicionalmente la gente de la comarca atribuía las marcas a "las huellas de las pisadas dejadas por el paso del caballo del Apóstol Santiago. Supuestamente el suceso se produjo cuando recorrió el camino que le llevó desde el cielo hasta la célebre y legendaria batalla contra los moros." La primera crónica que cita esta legendaria aparición fue narrada hacia 1243 por Rodrigo Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo.

Estatua del apóstol Santiago como caballero Matamoros. Montando un caballo blanco, vestido con una armadura y un sombrero de peregrino, y blandiendo una espada. El caballo salta por encima de moros caídos. En el museo de Santiago, Carrión de los Condes, Palencia, (España). Anteriormente estaba en el altar de una iglesia que formaba parte del Camino de Santiago.
Imagen: Wikipedia


Según una síntesis de las diversa versiones de la leyenda popular explicativa que han sido consultadas, "las marcas de forma redondeada, de media luna o de herradura y tridáctila, existentes en las rocas de diferentes lugares de La Rioja española, serían las marcas dejadas por la pezuña del caballo de Santiago Apóstol, cuando cargando al santo Patrón de España, bajaron ambos del cielo para dirigirse, a toda velocidad, hacia el castillo de Clavijo. Lugar a donde su santo amo quería llegar, a toda prisa, para auxiliar a las tropas cristianas del rey Ramiro I de Asturias quien, desesperado por la situació bélica, le había invocado en su ayuda, antes de empezar la temible batalla.
El ejercito cristiano se encontraban en una angustiosa situación, sitiado en el castillo de Clavijo, en el Monte Laturce, en inferioridad de condiciones, pues estaba rodeado por numerosas y bien pertrechadas tropas sarracenas."

La leyenda etiológica popular relata que "el milagroso caballo para llevar más velozmente a su santo jinete hasta el campo de batalla, fue dando grandísimos saltos sobre las laderas de los diversos montes que les separaban del lugar de Clavijo. Dejando impresas en las rocas de esos diversos y alejados lugares las marcas de sus “curiosas” pisadas, por esta razón las marcas aparecen impresas sobre una multitud de peñas en diferentes lugares. La tradición suponía que en cada uno de esos "lugares marcados" puso sus pies el caballo de Santiago cuando después de descender del cielo, tuvo que pasar brincando, aterrizando y tomando impulso sobre ellos, camino del castillo de Clavijo.

Imagen cavalleresca de Santiago matamoros espada en mano, ataviado como guerrero, montado sobre su fabuloso caballo blanco. El animal se ha representado encabritado o en actitud de iniciar un salto.
Escultura en madera policromada y papelón, de autor anónimo ¿sevillano? (S. XVIII ). Parroquia de San Juan Bautista. La Palma (Puntallana).  

En buena lógica racionalista, o para el simple sentido común, las huellas de pisadas dejadas por el caballo del santo Apóstol deberían ser semejantes a la forma del casco de cualquier caballo, tal como sucede en el caso de las supuestas pisadas del caballo de Santiago impresas en las rocas del monte de Santiagomendi de Astigarraga (Guipúzcoa), pero, sorprendentemente, en el caso de La Rioja no se cumple esta premisa lógica. En tierras riojanas las marcas llamadas popularmente “huellas” , “pisadas” o “rastros del caballo de Santiago” en raros casos y poquísimos lugares, acostumbraban a ser de la forma apropiada y típica de una autentica huella equina. Sólo en algunas pocas ocasiones nos encontraríamos con que las huellas de pisadas, atribuidas por la fantasía popular al caballo de Santiago, con que son unas concavidades, en forma de media luna, de óvalo o de trapezoide, siempre bastante más grandes que las que podría dejar un caballo de tamaño normal. Incomprensiblemente y con gran frecuencia vemos que las supuestas marcas equinas son unas huellas tridáctilas, de medianas a grandes dimensiones, absolutamente impropias de un caballo convencional.

Diversos rastros de huellas tridàctilas, dejadas por dinosaurios terópodos en el yacimiento de Los Cayos A (en Cornago, La Rioja)
Imagen: paleocameros




Interpretando la interpretación popular

Esta incongruencia entre la causa (el casco de caballo) y el efecto (la forma inapropiada) es lo que nos ha inducido a pensar que posiblemente, entre los siglos XI y XII, al principio del proceso de cristianización de aquellas marcas, solamente, se denominarían “pisadas” o “huellas del caballo de Santiago” a las depresiones, sobre lajas de roca que tuviesen un vago parecido a la marca dejada por la pezuña de un caballo, es decir a las marcas semilunares, redondeadas y ovaladas, pero es posible que con el paso del tiempo y por un proceso de mimetismo etiológico, la denominación original acabara haciendo extensiva a todo tipo de marcas “inexplicables”, existentes sobre las rocas de la comarca.

Este proceso de asimilación cultural legendaria, seguramente, fue posible gracias a algunas características favorables de la sociedad rural española de hace algunos siglos, en la que predominaba la credulidad milagrera, la mentalidad mágica y la lógica fabulosa. En el caso riojano, todo ello estaba sazonado con grandes dosis de fe en el patronazgo de Santiago, sobre aquellas tierras y desde la absoluta credulidad de que la leyenda de que Santiago había bajado del cielo y participado en la batalla de Clavijo, era un hecho histórico cierto tal como afirmaban las antigua crónicas eclesiásticas.
Por consiguiente el hecho de que un caballo tan singular como era el caballo celestial de Santiago, pudiese haber dejado marcas de pisadas anormales, no representaba ninguna contradicción insalvable para la credulidad popular católica. Puesto que si aquel caballo podía recorrer grandes distancias aéreas, brincando de peña en peña, no tenía por que dejar tras su paso, las marcas vulgares de un caballo común, y además, tratándose de un corcel volador, bien podría haber dejado impresas sobre las rocas, unas marcas semejantes a las que dejaría una gran ave, que como todo el mundo sabe, son huellas tridáctilas.

A pesar de las curiosas leyendas jacobeas explicativas que sobre el origen de las marcas de las rocas relataban los paisanos de la sierra de Cameros, hasta principios del siglo XX, los paleontólogos ya sabían desde finales del siglo XIX que tal tipo de marcas, no fueron impresas por un ser fantástico, sino por un tipo de animales "antediluvianos", bien distintos a un caballo volador y a los que los naturalistas denominaban genéricamente con el nombre de dinosaurios.

A la izquierda un sello cilíndrico de calcedonia (3,6 cm x 1.3 cm), de los siglos 14 al 13, antes de Cristo y a la derecha el modelado resultante de la impresión moderna sobre la superficie de arcilla blanda: relieve de caballo mítico volador, alado, con garras de ave y cuernosCultura asiria del norte de Mesopotamia, actualmente, Irán. 
Imagen. Metropolitan Museum New York.

Las marcas que los paisanos riojanos confundieron y creyeron durante siglos que eran las pisadas del caballo santo de Santiago, en realidad, eran icnitas, es decir, huellas fosilizadas de actividad biológica. En este caso particular, fueron impresas por el paso de diversas clases de dinosaurios, por este lugar, hace más de 100 millones de años, al desplazarse sobre un sustrato que, en aquel tiempo, era blando por tratarse del barro que formaba parte de las riberas pantanosas y los deltas de una gran llanura fluvio-lacustre que exitió desde el Jurásico superior (hace unos 140 millones de años) hasta el Cretácico inferior (hace aproximadamente 110 millones de años) en esa zona riojana.
Se trata pues de huellas o impresiones de pisadas dejadas por el paso de diversas especies de dinosaurios, muy difíciles de identificar de forma particular, incluso para los especialista o paleoicnólogos, pues muchas no son los suficientemente definidas y otras no pueden asignarse a un género o familia concreta.  Por la forma más o menos característica, sabemos que pertenecen a alguna especie de los tres grandes grupos de dinosaurios conocidos (Terópodos, Ornitópodos y Saurópodos) que, en vida, deambularon por esta zona española, desde el Jurásico Superior hasta el Cretácico Inferior, cuando este territorio era una llanura costera en la que abundaban las zonas pantanosas de inundación fluvial.

El paisaje de la Rioja, hace 120 millones de años, habría tenido un aspecto y unas condiciones ambientales semejantes a las representadas en esta imagen.
Imagen: pntic


Un tipo de huellas que pudiera haber dado origen a la leyenda de las marcas dejadas por el paso de un caballo prodigioso y en consecuencia a la denominación popular de las icnitas que ahora nos ocupan, pudieran haber sido, posiblemente, las huellas de las manos, y en menor medida de los pies, de jóvenes dinosaurios saurópodos, por sus característica formas respectivas, semilunares y ovaladas.

  Doble icnita de dinosaurio saurópodo, de aspecto vagamente equino. El sentido de la marcha es de derecha a izquierda, esto se deduce porque a la izquierda se puede apreciar la huella semilunar de la mano y a la derecha, la huella ovalada del pie. En rocas del Jurasico superior (Kimmeridgiense), de unos 152 millones de años de antigüedad.
Imagen: palaeojura


Otra posibilidad, quizás más plausible, sería que en los lugares donde abundan las huellas tridàctilas verdaderas y sus subhuellas, ambos tipos de huellas hubiesen sido destruidas por meteorización y erosión de la capa de roca que las contenía y solamente se hubiesen conservado las capas que contienen unas concavidades aún más imprecisas que las subhuellas, llamadas marcas de dinoturbación, que por su forma inconcreta y por el aspecto del rastro se podrían relacionar con el paso de un caballo por aquel lugar.

Finalmente, con el paso de los siglos, también acabarían siendo asimiladas por la misma leyenda, las demás huellas y subhuellas visiblemente tridàctilas, dejadas por las pisadas de dinosaurios terópodos y ornitópodos, a pesar de no tener ningún parecido con la huella dejada por un caballo común.

Rastro de pisadas de una cria de dinosaurio saurópodo, su típico desplazamiento cuadrúpedo ha dejado una pista de pisadas de aspecto caballar, en el que se aprecia la mezcla de huellas de manos y de pies. El sentido de la marcha es de arriba hacia abajo.
Icnitas sobre un estrato calizo del Jurásico Superior (Kimmeridgiense).
Imagenpalaeojura




Fuentes:

- Dinosaurios.net. Dinosaurios en España. Yacimientos de la Cuenca de Cameros.http://www.dinosaurios.net/ydm/ydmfs_cam.htm
- Equipo Paleocameros. PALEOICNOLOGÍA DE DINOSAURIOS DE CAMEROS http://www.igme.es/museo/paleocameros/investigacion/paleo/vertebrados/paleoicnologia/texto.htm 
- Fundación Patrimonio Paleontológico de La Rioja. Huellas de Dinosaurios en la Rioja
- Santidrián Castro, Ernesto. Las Icnitas de La Rioja. Ernesto y la Paleontología:
http://www.telefonica.net/web2/paleontologiaernesto/Icnofosiles/icnitasRioja.html 


lunes, octubre 15

Santiago Apóstol y los fósiles ibéricos (2)

por Heraclio Astudillo-Pombo. Universidad de Lleida.

Fósiles ibéricos vinculados, por el folklore español, con Santiago apóstol o/y con su legendario caballo (2)

FÓSILES JACOBEOS EN EL PAÍS VASCO (2).

Los “bordones de peregrino” de Santiago mendi, en Astigarraga (Guipúzcoa).

En la cumbre de la montaña de Santiago-mendi, en los alrededores de la ermita dedicada a Santiago Apóstol se encuentran unos robustos fósiles de belemnites de los generos Mesoteuthis bisulcata y Acrocoelites tripartitus, ambos del Jurásico Inferior (Toarciense – Aaleniense), a los que, antiguamente, en la comarca se les daba el nombre de “ Santiagoren erromeroen pordoi arri”, es decir “piedra bordón de los romeros de Santiago” o “Santiyago’ren bordoi-makil-puskaren arri”, es decir “piedra fragmento del bordón de Santiago”.

Tradicionalmente estos fósiles se interpretaron como objetos prodigiosos, generados por voluntad divina por las peñas de aquel monte, con la finalidad de dejar constancia del paso del santo por aquel lugar, cuando de camino a Galicia, estuvo predicando el evangelio en este lugar de Guipúzcoa. Además, estos símbolos pétreos del bordón jacobeo, también deberían servirle, en el futuro, de recordatorios a los guipuzcoanos de que el honor de ser cristianos se lo debían a Santiago, favor que podrían agradecer realizando una visita a su tumba, en Compostela.

Aspecto de la parte anterior, aguda, del rostro fosilizado de los robustos belemnites de Santiago-mendi de Astigarraga. Observese el parecido de ambos tipos de fósiles con la puntera de hierro, cónica, que caracterizaba el extremo inferior del bordón que usaban los caminantes que recorrían el Camino de Santiago.

En la imagen superior, un belemnites de la especie: Mesoteuthis bisulcata (15 cm)


En la imagen inferior, un belemnites de la especie: Acrocoelites tripartitus (7 cm)
Imagen 2: mnhn





Las veneras de Santiago-mendi, en Astigarraga (Guipúzcoa)

También en los alrededores de la misma ermita de Santiago, en la cumbre de Santiago-mendi, se hallaban unas piedras con forma de “veneras” o “conchas de Santiago”, cuya presencia en ese monte se explicaba de la misma manera y con la misma leyenda que en el caso de los belemnites citados anteriormente. Se partía del supuesto de que si ambos tipos de piedras (fósiles) aparecían juntas, y además ambas eran símbolos jacobeos, debían generado al mismo tiempo y de la misma manera, es decir por efecto de la milagrosa estancia del apóstol Santiago en la cumbre de la montaña predicando el evangelio a los guipuzcoanos de Astigarraga, cuando iba de camino a Galicia .
El nombre que se les daba en la comarca, ntiguamente, a este tipo de fósiles era “ Santiagoren erromeroen maskor arri”, es decir “piedra concha de los romeros de Santiago” o "Santiagoren maskor arri" es decir “piedra concha de Santiago” y también “Santiyago’ren txirlaren arri”, es decir “piedra concha de Santiago”.
Las curiosas piedras en forma de concha de Santigo, eran realmente fósiles de bivalvos del genero Pseudopecten aequivalvis, del del Jurásico Inferior (Sinemuriense – Pliensbachiense), las mismas conchas fósiles que habían dado origen a las concavidades en las rocas de la parte alta de la montaña de Santiago-mendi, marcas interpretadas popularmente como las pisadas del caballo de santiago.

Aspecto de un fósil de Pseudopecten aequivalvis, completo, con las dos valvas, forma juvenil de sólo 6 cm de longitud.
Imagen: pseudopecten

Otra leyenda contaba que al partir cualquier pedazo de roca de la montaña de Santiago-mendi de Astigarraga, por pequeño que éste fuese, siempre contenían en su interior alguno de los dos tipos de símbolos de Santiago: bordones o veneras de piedra.


A la atención de l@s lectores/as: desconocemos si, antiguamente, alguno o ambos de estos dos tipos de fósiles, vinculados por la tradición popular con el apóstol Santiago, habían tenido algun tipo de uso popular, en la comarca guipuzcoana. Por este motivo agradeceríamos enormemente que si algún/a lector/a tuviera cualquier tipo de información al respecto, nos la hiciera llegar vía correo electrónico, para darla a conocer y publicarla en este espacio.



FÓSILES JACOBEOS EN LA RIOJA (1)

Las piedras con figuras de “bordones” y de “hierros de lanza” de los alrededores de Jubera.

A los grandes y gruesos rostros de belemnites que se encontraban por los alrededores de la villa de Jubera, en la comarca de Logroño, antiguamente, se les llamaba popularmente “bordones” y “bordoncillos”cuando eran pequeños y delgados.
A las conchas y moldes internos de unos bivalvos les llamaban: “hierros de lanza”.
En ambos casos tal denominación popular era debida a su relativa semejanza con los objetos referidos.

Aspecto de uno de los grandes rostros de belemnites, que se han conservado enteros, constituyendo el tipo de fósiles llamados popularmente "bordón" o "bordón de Santiago"

En el primer caso, por su semejanza con la parte inferior del típico bastón, báculo o  bordón de los peregrinos: la puntera metálica, cónica, que servía al viajero para asegurar el paso en lugares de gran pendiente o para defenderse del ataque de perros y salteadores.
En el segundo caso, por su semejanza con la punta en forma de corazón de cierto tipo de lanzas con aletas que se usaban “en tiempo antiguos”, cuando eran vistas desde cierto punto de vista muy particular, lateralmente.

Molde interno de Ceratomyopsis sp., del Jurasico medio, en vista lateral, que es el único punto de vista que le puede proporcionar el característico aspecto cordiforme o de punta de lanza.
Imagen:
Ceratomyopsis 

Los grandes fósiles de belemnites que se asociaron con el báculo o bordón de Santiago peregrino, pertenecerían a los géneros Mesoteuthis bisulcata y Acrocoelites tripartitus, ambos eran del Jurásico Inferior, y en esta zona geográfica fueron, tradicionalmente interpretados como objetos de naturaleza prodigiosa.
Según una extendida creencia tradicional y popular, se decía que habían sido generados, instantáneamente y de forma milagrosa, por las peñas de aquel lugar tras la legendaria victoria contra los moros, de la Batalla de Clavijo. Según creencia o interpretación clerical su formación milagrosa se habría realizado con la finalidad de dejar pruebas materiales y bien visibles para las gentes de siglos futuros, de la primera aparición del Apóstol Santiago en un campo de batalla, para ayudar a los cristianos.
Según diversos apologistas, durante la Reconquista, el santo peregrino se apareció visible como caballero armado con una gran espada, montado sobre un caballo blanco y cortando cabezas de sarracenos, en varias ocasiones, coincidiendo con diversas batallas, por este motivo a Santiago Apóstol también se le conoció con el sobrenombre de Santiago “matamoros”. Con ocasión de "la segunda parte" de la batalla de Clavijo, Santiago bajó del cielo para animar al rey Ramiro I de Asturias a que no se rindiera, ni se retirara del enclave del castillo de Clavijo, pues con ayuda de Dios y su milagrosa y providencial intervención espada en mano, darían la vuelta a la catastrófica situación en que se encontraban los cristianos, en gran inferioridad de condiciones en su enfrentamiento con los numerosos ejércitos sarracenos, allí reunidos.

Según otra creencia legendaria popular, estas raras "piedras figuradas insignias de Santiago" habrían aparecido mucho tiempo antes de la batalla de Clavijo, justo tras la muerte del santo tras ser martirizado y decapitado en Palestina por orden de Herodes Agripa en el año 44. Según se decía, como muestra material y visible, del afecto que Santiago sentía por aquel país y su gente, puesto que cuando Santiago había estado predicando por la zona de La Rioja, los pobladores de Jubera habían acogido muy hospitalariamente  al santo y habían sido los primeros en convertirse a sus enseñanzas evangélicas. El santo habría querido dejar plasmada milagrosamente en piedra para recuerdo de futuras generaciones las buenas relaciones establecidas con el lugar y sus habitantes.

Según la moraleja clerical ambas creencias legendarias, la aparición milagrosa de estos símbolos de Santiago, de piedra, debería servir para que las futuras generaciones de cristianos riojanos no olvidaran nunca que eran deudores de Santiago Apóstol, por haber recibido sus antepasados un inmenso favor del santo al liberarlos del vasallaje y los impuestos a los invasores mahometanos, como el ominoso "impuesto de las 100 doncellas".
En el caso de la leyenda que vinculaba ciertos tipos de fósiles con una memorable victoria sobre los moros, enemigos de la fe cristiana, a pesar de ser mucho más numeroso y mejor armados, sirve para remarcar el hecho que sin la ayuda de Santiago en el combate de Clavijo, la liberación de aquella tierra y sus gentes nunca hubiera sido posible.
En el caso de la leyenda que vinculaba los fósiles con la conversión al cristianismo de los primeros riojanos, serviría para incidir en el importante hecho de haber sido los primeros habitantes de aquella zona, que recibieron el beneficio de la fe cristiana.

Representación artística del pintor Casado del Alisal (S.XIX) de Santiago “matamoros”, comandando la vanguardia de las tropas cristianas, en la batalla de Clavijo.
Óleo expuesto en San Francisco el Grande. Madrid.
Imagen: EDAD MEDIA


Las “piedras con figuras de veneras” y las “piedras con figura de herraduras de caballos" de los alrededores de Jubera.

Este tipo de piedras figuradas son fósiles de un tipo muy parecido al que ya hemos tratado, anteriormente, al hablar de los dos tipos de fósiles que existen en Santiagomendi de Astigarraga (Guipúzcoa), pero en este caso se trataría de bivalvos del Jurásico Superior (Oxfordiense) del género Chlamys y que han contribuido a generar el correspondiente folklore, muy semejante en ambos casos.

En el caso de las "piedras en forma de veneras", en unos casos se trataría de fósiles completos, cuya concha conservarían las dos valvas, o bien de fósiles constituidos por una sola valva, es decir por media concha y en otros casos se trataría de moldes internos constituidos por en el relleno de sedimento petrificado que reproducen las formas de la primitiva cavidad interna que quedaba delimitada por las dos valvas del molusco.

Aspecto de una piedra con “Marcas de Santiago”, que se creían impresas o moldeadas de forma prodigiosa en las rocas riojanas. Aspecto de tres fósiles de Chlamys sp. 
Foto original de Jose Manuel Sesma Moranas.


Aspecto de una “piedra con figura de venera”, se trata de un una concha completa, con sus dos valvas, o de un molde interno de Chlamys sp. 
Foto original de Jose Manuel Sesma Moranas. 
Imagen: http://www.espacionatural.com/4images/details.php?image_id=1173


En el caso de las llamadas "piedras con figura de herradura de caballo", seguramente la expresión popular, se referiría a depresiones o concavidades de la roca, de forma semejante a la marca del casco de un caballo, resultantes de las impresiones o huellas dejadas en la roca por la superficie exterior convexa de las valvas de Chlamys sp. , constituyendo improntas o moldes externos cóncavos, formados al desprenderse la concha fósil de la roca matriz.

Otra leyenda, también relaciona la presencia de “conchas de santiago” en los escudos de armas de muchos nobles del norte de la península, con el hecho de que se trataría de escudos de nobles que ese día participaron en la batalla de Clavijo, y habiendo quedado maravillados por la presencia del apóstol y luego por la aparición milagrosa de numerosas marcas de "conchas de Santiago" sobre las rocas y de piedras en forma de “conchas de peregrino”, en los alrededores del campo de batalla de Clavijo, decidieron que al ser aquellas piedras, claros símbolos de la intercesión de Santiago en favor de los combatientes cristianos, pues la intervención del santo protector les había dado la victoria cuando estaban a punto de ser vencidos, habrían decidido añadirlas a sus escudos nobiliarios como homenaje al santo y como emblema protector (amuleto) en futuros enfrentamientos con los paganos.

Mostramos aquí, solamente a modo de ejemplo ilustrativo de lo expuesto, un escudo nobiliario que incorpora en su diseño, tres veneras jacobeas, en este caso se trata del escudo de armas de los Lizarazu de Pamplona (Navarra).
Imagen: http://es.geocities.com/flizarazu/escudo.html

Al parecer de algunos autores modernos, un poderoso referente geogràfico que habría inspirado a algunos historiadores antiguos, 400 años más tarde de que sucediera la mítica batalla del rey Don Ramiro I y la legendaria aparición de Santiago “matamoros”, a ubicar en un lugar concreto del territorio riojano tales sucesos, habría sido la elevada concentración de “piedras figuradas”, que representaban diversos símbolos jacobeos, en algunas localidades riojanas del entorno del castillo de Clavijo, los cuales habrían sido interpretados, por la mentalidad de la época, como señales divinas de un hecho milagroso. De manera que se tomó la presencia de los fósiles de cefalópodos (belemnites) y de bivalvos pectinidos (Chlamys) como una evidencia clara y probatoria de que allí se había producido un hecho milagroso, supuestamente histórico y aññadiendo la consideración de la leyenda de la aparición de Santiago en Clavijo y su participación en la batalla, espada en mano, como un relato fidedigno, para afirmar que tales hechos bélicos y milagrosos, habían sucedido, realmente y exactamente en aquel lugar. Cosa que todos los historiadores actuales han descartado completamente.


Los “Bordones de santiago”, de Valgañón.

En otra localidad riojana de la comarca de La Rioja Alta, también se daba el nombre de bordones de santiago" a los belemnites, tal como queda de manifiesto en el texto escrito por Torrubia en la explicación de la figura 2 de la lámina II de su obra: Aparato para la Historia Natural Española, pues dice:
 "unas piedras belemitas o piedras dactylos que se encuentran en la villa de Balgañon [actualmente Valgañón], distante 3 leguas de Santo Domingo de la Calzada, a las que los naturales de ese lugar llaman “Bordones de santiago."



Fuentes:

- Castellá Ferrer, Mauro “Historia del Apóstol Santiago Zebedeo, Patrón y Capitán General de las Españas. Madrid, 1610.

- Laborde, Manuel & de Lecuona, Manuel. Santiago-Mendi, de Astigarraga (Nota geológico-artística). Munibe, Sociedad de Ciencias Naturales ARANZADI (San Sebastián).1954, p. 50-56

- Lekuona’tar Manuel. Erdiaroko Santiyago -bideak Gipuzkoa’n zear. (Caminos de Santiago guipúzcoanos abiertos en la Edad Media) MUNIBE Sociedad de Ciencias Naturales ARANZADI (San Sebastián) Ano XXIII. N 4. 1971. Páginas 543-548

- Martinez de Isasti, Lope “De la Religión y Cristiandad que ha habido y hay en la Provincia de Guipúzcoa”. cap. XVI del “Compendio Historial de la Muy Noble y Muy Leal provincia de Guipúzcoa” compuesto por el doctor don Lope de Isasti en el año 1625. Impreso en San Sebastián por Ignacio Ramón Baroja, 1850.

- Risco, Manuel. Antigüedad de la Santa Iglesia de Calahorra, Cap. VIII de La España Sagrada tomo XXXIII. Las antigüedades civiles y eclesiasticas de Calahorra. Impreso en Madrid en 1781 por Pedro Marín

- Ruiz Ortiz de Elguea, Hortensia. La devoción a Santiago de Jubera en la Edad Media. Berceo, 81. 1971 Logroño. Instituto de Estudios Riojanos, (pags. 101-110)

- Torrubia, José. Aparato para la Historia Natural Española. Edición facsímil de la publicada en 1754, coordinada por Gutiérrez-Marco, J.C., además contiene una introducción y una parte de la traducción alemana y las láminas, editadas en 1773) Madrid. CSIC-Sociedad Española de Paleontología.

domingo, septiembre 30

Santiago Apóstol y los fósiles ibéricos (1)

Por Heraclio Astudillo Pombo. Universitat de Lleida

Fósiles ibéricos vinculados por el folklore español con Santiago apóstol o/y con su legendario caballo (1)


Introducción: los fósiles asociados a Santiago en el imaginario popular ibérico.
 

La mentalidad mágica, generalizada, en la mayoría de la población rural española, hasta bien avanzado el siglo XIX, producto de una elevada y amplia religiosidad acompañada de una escasa alfabetización, unidas a la falta de explicación conocida al hecho de la fosilización de los restos de los seres vivos de tiempos pretéritos, estimularon a la gente común a usar la imaginación y la fabulación para comprender ellos mismos o para explicar a otros, ciertos fenómenos que inicialmente les resultaban sorprendentes, y que dejados sin explicación, resultaban fuertemente inquietantes. Por todas  las razones anteriormente apuntadas los fósiles, desde la antigüedad, frecuentemente se han interpretado como marcas o señales sagradas, en otras ocasiones se han considerado como proyectiles celestiales, piedras caídas del cielo para castigar a los malos cristianos, y antes de la cristianización, para castigar a los malos paganos. 
En determinados lugares se acostumbró a asociar la presencia de ciertos fósiles con prodigios milagrosos, tales como la presencia de seres celestiales, considerarlos como testimonios de santas apariciones, enfrentamientos y petrificaciones milagrosas o, más raramente, diabólicas.

Representación de Santiago "matamoros", cabalgando sobre su portentoso caballo blanco, en un códice medieval.
Imagen: Expolio 

Por otra parte, en toda la península ibérica a partir de la Reconquista, Santiago Apóstol fue el santo más carismático, por haber participado en diversas batallas en las que ayudó a las tropas cristianas a vencer a los moros. 

Según la tradición evangélica Santiago Apóstol había sido apodado por el mismo Jesucristo “Hijo del Trueno”, según dicen debido a su impetuosidad. Algunos autores consideran que el sobrenombre que le impuso Jesús es la razón por la cual no es de extrañar que Santiago Apóstol sea el protagonista de muchos hechos legendarios y portentosos que están relacionados con los fósiles, en todo el territorio español. Concretamente se le ha relacionado con algunos tipos de fósiles que debido a ciertas características visibles que presentaban, fueron interpretados en unos casos como auténticas  "piedras de rayo" o "puntas del trueno" y en otros como "piedras cristianas" usadas como proyectiles contra los moros, sobre todo, en Navarra y el País Vasco, pero también con aquellos fósiles que por su forma se podía asociar con los emblemas típicos de la  peregrinación de Santiago Zebedeo al Finisterre gallego. Finalmente hay que hacer mención de que también se asociaron algunos fósiles con el caballo de Santiago.


FÓSILES JACOBEOS EN EL PAÍS VASCO (1).

Las pisadas del caballo de Santiago, en Santiagomendi de Astigarraga.

Ciertas marcas y concavidades que tienen una forma semejante y el tamaño aproximados, característicos de la huella dejada por la pisada de una cavallería, existentes en las rocas, en algunas zonas de la montaña de Santiago-mendi (cast. Monte de Santiago), situado en Astigarraga, (Guipúzcoa), hacia 1950 eran denominadas por los naturales del país, en euskara,Aita Santiago’ren zaldiak egin zituen perra-arrastoak”, es decir “huellas de herradura que hizo el caballo de Santiago”. Tal denominación popular de los grandes fósiles de pectínidos erosionados provenía de una antigua interpretación legendaria. Pues se creyó que estas marcas habían sido producidas por los cascos del caballo volador de Santiago, cuando el santo pasó, cavalgando a lomos de su caballo, camino de Galícia, según unos, y camino de la batalla de Clavijo, según otros, dando grandes saltos sobre las cimas de algunos montes que había en el itinerario seguido.
En realidad, las supuestas huellas de pisadas del caballo de Santiago corresponderían a los moldes externos o concavidades impresas sobre la piedra, dejadas por el exterior de las conchas fósiles de unos grandes bivalvos marinos del genero Pseudopecten (Pecten) aequivalvis, que vivieron en el Liásico (Mesozoico). Estas conchas fósiles son muy parecidas a las conocidas “conchas de peregrino” o “vieiras” que durante siglos han formado parte del atuendo de los "peregrinos de Santiago" que iban o volvían de Santiago de Compostela, pero como también se asemejan a la silueta de la base de un casco caballar, su presencia en los alrededores de la ermita de Santiago, estimularon la fantasía humana a asociarlas con el paso de un caballo mítico.

Aspecto de un fósil de Pecten, en su matriz de roca, obsérvese que existe un cierto grado de semejanza entre la forma de la concha y la base del casco de un caballo.
Imagen: Geologie

En unas leyendas, el santo jinete aparece viajando vivo, predicando pacíficamente el evangelio, yendo de camino hacia Compostela, en Galicia, mientras que en otras leyendas, el santo jinete aparece como el belicoso “matamoros”, que había bajado del cielo después de muerto, a lomos de su caballo, para ayudar a las tropas cristianas en la batalla de Clavijo, en la Rioja.


Las “piedras de Santiago” de Andoaín (Guipúzcoa).

En los terrenos cretácicos de Alava, Guipuzcoa y Navarra es frecuente ver fósiles de erizo de mar de la especie Micraster coranguinum, de los cuales se decía en Andoain (Guipuzcoa) que eran los proyectiles que había utilizado Santiago, en las guerras contra los moros, con los cuales se suponía que los había bombardeado desde el cielo hasta conseguir expulsarlos de esa zona de España. 
Por el motivo de creerlos asociados a un santo y a hechos milagrosos los mencionados erizos fósiles recibían de los naturales del lugar, el nombre genérico de “Arri-bedeinkatuak”, es decir “piedras benditas”, por el hecho de haber sido tocadas o movilizadas por el santo contra los enemigos de la cristiandad, y el nombre particular de "Santiagoren arria", es decir "piedras de Santiago" o el de "Santiago Matamorosen arriak", es decir "piedras de Santiago Matamoros".

Este tipo de "piedras" cuando se las hallaba casualmente al cavar la tierra los agricultores, se procuraba no dañarlas con las herramientas al extraerlas. Era costumbre, buscarlas y recogerlas en el día del santo, pues se creía que estaban más repletas de virtud, para ser usadas, posteriormente, como amuleto protector contra el impacto del temido rayo. Era tradicional que este tipo de "piedras benditas" debido a su virtud específica, fueran llevadas encima por todas aquellas personas que debían permanecer a la intemperie, durante los episodios de las tormentas, con abundantes truenos y rayos: pastores, leñadores, arrieros, campesinos, marineros, etc., para alejar al rayo de sus personas.

Obsérvese el aspecto cruciforme de los cuatro surcos mayores del sistema ambulacral de este erizo de mar, fósil, por esta razón, este tipo de fósil habría sido identificado como una "piedra bendita", por la creencia de que estaba marcada con la cruz, el signo de Cristo.
Imagen: http://www.hontzamuseoa.com/7-Paleonto.htm

Este tipo de piedras benditas también, fueron expuestas en lugares inaccesibles o ocultos del exterior de los edificios y construcciones rurales, tales como viviendas, establos, graneros y pajares, e incluso sobre ciertos árboles que resultaban muy apreciados por sus propietarios, para evitar que el rayo cayera sobre ellos, causando su destrucción o incendio y los perjuicios subsiguientes.


FÓSILES JACOBEOS EN NAVARRA (1)

Las "conchas de peregrinos" de piedra, de Santiago de Lokiz.

En los alredores de la ermita de Santiago de Lokiz, la más famosa de todas las existentes en los valles de Amezkoa y Lana, abundan los fósiles de pectinidos, del genero Pseudopecten aequivalvis

Aspecto de un fósil de Pseudopecten aequivalvis, con la típica forma de la popular "concha de peregrino", "vieira" o "concha de Santiago"
Imagen: szukajas

Según los relatos orales, transmitidos de generación en generación en esa zona, su presencia se debe a que Santiago Apóstol pasó por esos montes desolados, hace siglos, en el transcurso de su larga ruta hacia Galicia y que esa es la razón por la que de forma prodigiosa, aparecieron por allí numerosas "Conchas de Peregrinos" de piedra, para dejar testimonio del paso del santo por esos lugares. Esas conchas de peregrino, de piedra, que se creía que habían aparecido milagrosamente por aquellos lugares por donde el santo peregrino iba pasando, son llamadas por los naturales de la zona "Erromesen Maskor" es decir "Conchas de Peregrinos", sin más.


Las "piedras de Santiago" de la comarca de La Sakana o de La Barranca.

Son un tipo de piedras muy abombadas y de forma ovalada-acorazonada, su denominación manifiesta una clarísima vinculación popular con Santiago Apóstol. Entre los habitantes de muy diversas localidades de esta comarca del noroeste de Navarra, los erizos de mar fósiles, eran conocidos por el nombre de “Santiago arriak”, es decir "piedras de Santiago". La comarca de La Sacana, es una depresión formada por la confluencia de distintos valles que está situada entre las sierras de Santiago de Lokiz, de Urbasa y de Andia que, a su vez, se halla subdividida en diversos pequeños valles, en cuyas localidades este tipo des fósiles, seguían manteniendo su vinculación con Santiago, pero eran conocidos con nombres ligeramente diferentes. Así, en el valle de la Burunda, en las localidades de Bakaikoa e Iturmendi se les conocía como "Santiyo arriya", mientras que en Etxarri Aranaz, se referían a ellos como “Santiyo arri” y como "Santiyo arriya", en algunas localidades de la zona, aún no determinadas, también se las conocía como "Santikuarri". Todas estas denominaciones, expresadas en las diversas variantes locales del euskera, significaban exactamente lo mismo: "piedra de Santiago".

Estas curiosas y raras piedras, eran, en realidad, fósiles de erizos de mar, del Cretácico Superior, en general, se trataba de ejemplares bastante bien conservados de Micraster coranginum y más raramente de Micraster sp. y de Echinocorys sp.
Era creencia popular muy extendida en la zona que este tipo de piedras habían caído del cielo durante las tormentas, acompañando a los truenos y que eran el mismo rayo materializado en piedra, es decir, que se las tomaba por auténticas "piedras de rayo".

La marca deprimida de aspecto cruciforme, que dibujan los 4 surcos más largos del sistema ambulacral, en la parte superior del caparazón del erizo, fue interpretada como un signo o marca divina en forma de cruz, impuesta milagrosamente por el contacto con la mano del santo. De esta manera los buenos cristianos podían reconocer por estar marcadas con el símbolo de la cruz a aquellas piedras que desde el cielo el santo había lanzado contra los moros impíos y así poder beneficiarse los cristianos de su virtud milagrosa, usándolo como amuleto protector, con efectos repelente del temible rayo.

Obsérvese el aspecto cruciforme de los cuatro surcos mayores del sistema ambulacral del erizo de mar fósil, razón por la cual este tipo de fósil habría sido interpretado como una piedra con "virtud", por estar marcada con el signo de Cristo.
Imagen: Hontza Museoa

Antiguamente, este tipo de piedras eran recogidas, con gran alegría y respeto, por los campesinos, pues se tenía la creencia que las lanzaba Santiago y que, con ellas, las casas que las guardaban y las personas que eran portadoras, estaban protegidas contra el impacto de las temidas "ozpingarriak", o sea, unas imaginarias "piedras del cielo" a las que se creía que eran  las portadoras de la muerte y del fuego que venía del cielo tormentoso. Por esa creencia, eran colocadas en los alféizares de las ventanas, como poderosos amuletos capaces de alejar las tormentas de aterradores truenos, las pedregadas del granizo y, sobre todo, desviar la trayectoria de los mortíferos, destructivos e incendiarios rayos.

Desde la Edad Media hasta el siglo XIX, en las zonas rurales del norte de España, se decía, y se creía, que los truenos los producian los cascos del caballo del apóstol, al chocar sobre las nubes y que los rayos eran proyectiles lanzados por el mismísimo Santiago contra los malos cristianos y los enemigos de Cristo, para aniquilarlos.

En el noroeste de Navarra, hasta mediados del siglo XX, los fósiles de Micraster, sobre todo, y también los de Echinocorys fueron usados como amuletos de protección contra los rayos, siendo expuestos en los alfeizares de las ventanas de las casas, o llevados encima por la gente que, habitualmente, debía transitar por descampados, tales como arrieros, campesinos, leñadores y pastores, con la finalidad de protegerse de la muerte por fulminación.

Fuentes:


- Barandiarán, José Miguel de, "Arri-bedeinkatuak", en Enciclopedia General Ilustrada del País Vasco. Editorial Auñamendi Estornés Lasa Hnos. Zarautz.
- Erdozia Mauleon, Jose Luis. 2004. Sakanako Hiztegi Dialektologikoa. Nafarroako Gobernua & Euskaltzaindia.
- Laborde, Manuel & de Lecuona, Manuel. Santiago-Mendi, de Astigarraga (Nota geológico-artística). Munibe. Crónica de Historia Natural, 1954, p. 50-56
- Leizaola Calvo, Fermín. Fósiles utilizados como protectores y otras creencias en torno a ellos. Zainak. Cuadernos de Antropología-Etnografía. Donostia-San Sebastián: Eusko Ikaskuntza, 1991, p. 59-66.
- Leizaola, Fermín. Símbolos mágico-religiosos en el mundo rural de Euskal Herria. Zainak. Cuadernos de Antropología-Etnografía, Donostia-San Sebastián: Eusko Ikaskuntza, 1999. p. 195-217.
- Kilden, Pette. Fosilak, saldu ala museoetan gorde? Lurraren zientziak: Paleontologia, Elhuyar Zientzia eta Teknika. 152. 2000/03/01. Elhuyar Fundazioa - Eskubide Guztiak Erreserbatuta.
- vv. aa.1999. Diccionario Euskaldunak de Etnografía Vasca. vol. 2. Ed. Etor-Ostoa. Lasarte/Oria. Gipuzkoa. Euskadi.