martes, diciembre 1

El registro fósil ibérico y el santoral católico, en la religiosidad popular de España y Portugal (12)

Heraclio ASTUDILLO-POMBO, Universitat de Lleida


Fósiles ibéricos relacionados, por la tradición popular española, con determinados santos y santas (2)

Las que en Narvaja (Álava) llamaban "piedras de san Elías" eran las mismas que en Oñate (Guipúzcoa) llamaban "sandaili arriyak"


Las piedras de san Elías

En el pueblo alavés de Narvaja/Narbaiza, hoy núcleo agregado perteneciente al municipio de San Millán/Donemiliaga, en la provincia de Álava, 
antiguamente, se llamaba "piedras de san Elías" a un tipo de piedras muy especiales, por sus particulares características, nada comunes. Eran una clase de piedras abultadas, de formas redondeadas, de contorno acorazonado y con la figura de una cruz excavada en el centro de su parte más abultada. 
Hoy en día, cualquier habitante de Narvaja, con una educación básica, sabe que se trata de fósiles y no de piedras milagrosas. Y si tiene una formación superior o es aficionado a la paleontología, es muy posible que sepa que se trata de fósiles de erizos marinos, del género Micraster y generalmente de la especie M. coranginumde edad cretácica. Es menos probable que conozca que antaño, en tiempos de sus bisabuelos, se las conocía con el nombre de "piedras de san Elías", que según la creencia popular de aquel tiempo, habían tenido un origen sobrenatural y que poseían la virtud milagrosa de alejar la caída del rayo.

Aspecto de una de las denominadas "piedra de san Elías". Obsérvese el aspecto cruciforme de los cuatro surcos mayores del sistema ambulacral del Micraster coranginum. Debido a la presencia de esa figura cruciforme la mentalidad popular había identificado esta clase de fósiles, como un tipo de piedras benditas, ya que estaban marcadas con el signo de Cristo, el divino Salvador del género humano.

Imagen: Hontza Museoa 

Según relataba la tradición popular, las "piedras de san Elías" habrían adquirido su curioso aspecto actual, de una forma prodigiosa, ya que, inicialmente, antes de haber sido lanzadas por los paganos contra san Elías eran piedras comunes, con formas vulgares. Su transformación prodigiosa sería el resultado de un influjo milagroso del santo, ejercido en el momento en que aquellas piedras vulgares habían pasado muy cerca del cuerpo del santo. Esto ocurrió mientras corría en dirección a la sierra de Araotz, huyendo de las pedradas que le lanzaban sus enfurecidos convecinos de Narvaja. Tal suceso milagroso se había producido entre la localidad de Narvaja y la cercana sierra de Araotz, donde san Elías esperaba encontrar algún escondite en el que poder refugiarse de las pedradas de sus furibundos perseguidores, poniéndose a salvo en territorio de sus vecinos guipuzcoanos.

Parece ser que las causas que están en el origen de estas historietas populares y de las creencias legendarias comentadas, radicaría en la interpretación en clave fabulosa, de algunos hechos observables en el terreno de la localidad, producto de los caprichos de la geología local. La naturaleza hizo aparecer, casualmente, los erizos fósiles en aquella parte del término de Narvaja que está más cercana al territorio guipuzcoano. La razón de este hecho está en que en esos lugares, afloran en la superficie del terreno unos estratos sedimentarios de origen marino que contienen erizos fósiles del género Micraster, en abundancia. La visibilidad de los fósiles  se debe a la fácil separación de estos fósiles de la matriz rocosa que los aprisionaba, hecho favorecido por la escasa resistencia de los materiales geológicos que los contienen, margas y calizas margosas, frente a la acción combinada que, sobre ellas ejercen, los diferentes agentes geológicos externos, causantes de erosión del terreno. A los que luego se suma la fuerza de la gravedad, que ayuda al descenso de los fósiles desde las partes más elevadas e inclinadas del terreno hasta las más bajas, llanas y más transitadas por los humanos, donde los encuentran sueltos. 

La descarga de rayo, acompañada del correspondiente relámpago y del trueno atronador, puede resultar un espectáculo grandioso, inquietante o aterrador en función de la distancia del espectador al punto de impacto.

Antiguamente, en la zona de Narvaja, como también sucedía en otras diversas partes del País Vasco y de Navarra, se consideraba a los erizos fósiles del género Micraster y también a los del género Echinocorys, muy abundantes en las calizas y margas del Cretácico Superior, por su curiosos aspecto, como verdaderas "piedras de rayo" caídas del cielo, desde las nubes de tormenta con producción de rayos, truenos y relámpagos. Por este motivo los erizos fósiles del género Micraster y Echinocorys fueron ampliamente utilizados como poderosos amuletos, defensores contra el impacto del rayo, pues se creía que los alejaba. Esta creencia irracional hizo que fueran colocados en alfeizares y tejados de todo tipo de edificios que albergasen personas o propiedades o siendo transportados por quienes por su oficio se veían obligados a pasar mucho tiempo al descubierto, a merced de las tormentas. Este uso se basaban en la antigua creencia supersticiosa de que la "piedra del rayo", por su propia naturaleza extraordinaria, tiene un efecto mágico repelente sobre las demás "piedras de rayo" que forman la punta que guía la caída de rayos y centellas. Por la posesión de esta supuesta virtud mágica, se creía que su presencia en un lugar determinado conseguiría hacer que la caída del rayo se produjera lejos de donde estaban ellas situadas. Por influencia de esta creencia irracional, este tipo de piedras extraordinarias se disponían sobre tejados, envigados y alféizares de viviendas, graneros, pajares, establos, cabañas, etc. o eran transportadas, encima, por aquellos que practicaban oficios de larga estancia a la intemperie, como pastores, leñadores, arrieros, buhoneros, marineros, pescadores, etc.

Efectos destructivos en el caserío Oiarburu, causados por un incendio provocado por la caída de un rayo en una zona rural del término de Echalar/Etxalar (Navarra).
Imagen: Diario Vasco

En este caso particular, como en otros similares en los que la "piedra de rayo" (Micraster) estaba asociada a un determinado santo o santa, cristiano, por el hecho de estar asociada a san Elías y por contener en su superficie una marca, excavada, en forma de cruz, se consideraba que su virtud protectora no era de origen mágico ni diabólico, sino milagroso y por tanto no entraba en contradicción con las restricciones eclesiásticas contra algunas de las supersticiones de origen pagano, residuales en el folclore rural

Escultura de estilo barroco, representando a san Elías del Carmelo profeta, con hábitos eclesiásticos carmelitanos, una capa de piel de animal, un libro con las leyes de Dios y una espada flamígera que representa el castigo divino. 
Esta imagen venerada en el convento del Santo Ángel de Sevilla, es atribuida al escultor valenciano Blas Molner, realizada alrededor de 1790. Esta representación de  un hombre armado con una espada de fuego, en actitud amenazante, recuerda algunas esculturas antiguas, de la cultura griega o romana, representando a Zeus o a Júpiter, mostrando un rayo en su mano derecha en actitud de arrojarlo sobre sus enemigos.

En relación al tema que hoy nos ocupa, las llamadas 
"piedras de san Elías", se decía que había algunos labradores alaveses, especialmente supersticiosos, que cuando acudían en romerías  rogativas en demanda de agua para sus campos, a la ermita y cueva santuario de san Elías de Araotz, en el término de Oñate (Guipúzcoa), aprovechaban la ocasión para llevar con ellos sus "piedras de san Elías". Con la finalidad de poder aprovechar la oportunidad de estar cerca de la imagen del santo, con la pretensión y en la creencia de que aquellos amuletos milagrosos, por medio de la influencia del santo, pudiesen aumentar su poder repelente, debilitado por el paso del tiempo. Volvían convencidos de que la virtud repelente contra rayos se había reforzado y que había crecido su efecto protector contra el impacto del rayo, cuando se formaban fuertes tormentas eléctricas en las inmediaciones de su casa o su persona.
Estas peregrinaciones populares de campesinos alaveses a la ermita de san Elías de Araotz no se organizaban todos los años, sino solamente en aquellos años afectados por fuertes sequías. Acudían para implorar a san Elías el remedio de la lluvia milagrosa, necesaria para revivir sus campos resecos, hacer productivos los cultivos, evitando la aparición de hambrunas, el abandono de la tierra y la emigración.


Vista panorámica del aspecto actual del interior de la cueva de Sandaili (san Elías) de Oñate. La parte ocupada con fines religiosos es como un enorme abrigo rupestre, un extremo del cual está ocupado por la ermita, visible al fondo y el otro a la explanada de acceso. A la izquierda de la imagen, como un segundo nivel, se aprecia la zona de acceso a una galería cárstica, en la que se han hallado restos prehistóricos y de fauna fósil. Fotografía de autor desconocido. 
Imagen: Pinterest


Algunas digresiones, imprescindibles, para comprender la relación de cierta clase de piedras con san Elías profeta

Antiguamente, en algunos países paganos de tradición cultural báltica o eslava, del Este europeo, se habían asociado algunos tipos de fósiles relacionados con el rayo, con el dios  Perkunas, la mayor divinidad pagana de los eslavos. Divinidad suprema que como Zeus o Júpiter en la tradición mítica grecorromana, o como Donnar en la mitología germánica, administraban la lluvia o la sequía, mediante las formación de tormentas y quien también distribuía el rayo destructor, sobre sus enemigos y repartía la mágica "piedra de rayo" protectora entre sus devotos. 
Tras la cristianización de la población de esos territorios de la Europa oriental, por misioneros cristianos, llegados desde occidente, resultó que esos mismos tipos de fósiles pasaron a ser asociados con san Elías, una denominación cristiana para eprofeta Elías un famoso personaje bíblico del Antiguo Testamento, que es considerado sagrado por judíos, cristianos y musulmanes, por el hecho de ser reconocido por todos ellos como un famoso profeta defensor de Yhavé, el Dios de Israel. 
La Iglesia católica romana reconoció al profeta Elías como uno más entre los santos del santoral cristiano, con denominaciones tales como san Elías profeta o san Elías del monte Carmelo. 
Antiguo grabado representando a san Elías, según la iconografía clásica, con los atributos típicos. Estampa de mano impresa para la devoción popular.
San Elías fue recibiendo del clero católico atributos y funciones semejantes a las propias de las antiguas divinidades paganas dominadoras de la climatología y la meteorológicas, a las que san Elías fue sustituyendo paulatinamente en los diversos territorios recién cristianizados, asumiendo sus mismas  capacidades y responsabilidades. San Elías era quien  administraba las lluvias y las sequías, el calor y el frío, en función de la devoción demostrada por sus devotos. Además de ser responsable de los fenómenos meteorológicos también lo era de repartir el rayo, y las correspondientes "piedras del rayo". Así, en los países eslavos las llamadas "flechas de perkunas" (belemnites) se convirtieron en las "flechas de san Elías".
 
La sustitución de las antiguas divinidades meteorológicas por aquel santo del santoral cristiano, realizada por la nueva religión, estaría justificada por varios motivos ligados a la biografía del santo sustituto. 

El primero, es que según el relato mítico hebreo, san Elías fue arrebatado de la Tierra por un "carro de fuego" enviado por Yahveh que bajó del cielo como un rayo y que lo subió inmediatamente, de la misma manera. Desde entonces Elías reside en el cielo, en su cuerpo mortal pero de manera inmortal, junto a Yahveh, al que defendió tan fielmente. 

Icono bizantino representando gráficamente el relato bíblico de la ascensión al cielo del profeta Elías y su separación de Eliseo, su discípulo y sucesor, al que lanza su capa. 
Imagen: Pinterest

El segundo motivo es el importante papel jugado por el profeta san Elías como portavoz y mediador de Yahveh la divinidad de Israel, frente al rey Acab de Samaria al que había castigado con tres años de terrible sequía, por sus iniquidades y crímenes contra la antigua religión y sus profetas. Durante los tres años se secaron los campos, los pastos, los ríos, las fuentes y los pozos, por lo que se produjo una terrible y mortífera hambruna. El castigo que Yahvé infligió al rey Acab de Samaria y a todo el pueblo de Israel, estuvo motivado por haber abandonado la antigua religión, el culto a Yahveh y haber hecho ejecutar a todos sus sacerdotes y profetas, por la mala influencia de su mujer, la cananea, Jezabel, hija de Itobaal, rey de Sidón, pagana, pasando a convertirse el rey y sus súbditos en adoradores de Baal, lo que le llevó a ordenar el ajusticiamiento de todos los profetas y sacerdotes de Yahveh, en su reino, solamente Elías pudo escapar de la masacre

El tercer motivo, es la capacidad del profeta san Elías para controlar el fuego que baja del cielo (rayo), demostrada en una competición contra los sacerdotes de Baal, organizada en la cumbre del monte Carmelo, en la cual consiguió provocar la caída de un rayo sobre el altar en el que yacía un becerro sacrificado para la ocasión, que resultó incinerado instantáneamente, mientras que los profetas y sacerdotes de Baal no pudieron provocar la caída de un rayo sobre el animal sacrificado en su altar. 


Representación artística del milagroso control del rayo por parte de san Elías, en la cumbre del monte Carmelo, para ofrecer a Yahvéh un buey sacrificado que resultó incinerado instantáneamente, ante el asombro general. Portento que no pudieron conseguir sus oponentes, los sacerdotes de Baal

Imagen: Una prueba en el monte Carmelo

El cuarto motivo fue la supuesta capacidad del profeta para producir lluvia, a voluntad, con la ayuda de Yahveh todopoderoso, pues tras las varias demostraciones del poder de Yahveh, el profeta san Elías pudo convencer al rey Acab de que para que Yhavé le perdonara a él y a su pueblo, deberían corregirse inmediatamente algunos errores cometidos anteriormente. Acab y su pueblo deberían abandonar el culto a Baal, devolviendo el templo al antiguo culto religioso a Yahveh. Además, debería repudiar a su mujer pagana y haría ajusticiar a los 450 profetas y sacerdotes de Baal, reunidos en cierto lugar para su ejecución. 
Entonces Yahveh conmovido por la buena actitud del rey se apiadó de los israelitas hambrientos, arruinados y enfermos, y por medio de las oraciones de su profeta Elías en la cima del monte Carmelo, hizo  retornar al territorio de Samaria las antiguas condiciones climatológicas y meteorológicas, volvieron las lluvias, desaparecieron las temperaturas extremas, se suavizó la extrema aridez. Al poner fin a los tres años de terrible sequía que había padecido el pueblo samaritano, se remediaron muy rápidamente las condiciones causantes de la anterior hambruna, aumentó la fecundidad de cultivos y rebaños, mejorando la productividad, la salud y la economía de los samaritanos.


Cómo fue que san Elías de Narvaja se transformó en san Elías de Araotz (Sandaili)

Según narra una vieja leyenda popular, que por sus connotaciones prejuiciosas contra los habitantes de Narvaja, suponemos originada en el vecino territorio guipuzcoano, parece ser que vivió en esta parte de Álava y luego en una cueva de la cercana sierra de Araotz, en territorio de la vecina provincia de Guipúzcoa, un personaje que ostentaba algunas cualidades con ciertas semejanzas a las del profeta Elías. 
Cuenta la leyenda que el san Elías alavés, atormentaba continuamente a sus convecinos paganos de Narvaja, con las recriminaciones de sus costumbres paganas y con sus sermones vilipendiando su religión y promocionando las virtudes de la suya propia, el cristianismo. 
Un día, sus convecinos hartos de sus prédicas y de su presencia agobiante en su comunidad, decidieron expulsarlo de Narvaja, pero como no podían convencerlo para que se fuera, voluntariamente, decidieron eliminarlo matándolo a pedradas. 
Afortunadamente para el san Elías de Narvaja, su vida austera, buena forma física y piernas veloces le salvaron la vida, pues gracias a su rápida huida consiguió poner tierra de por medio entre sus presuntos homicidas y su persona, pudiendo alcanzar refugio seguro en la vecina sierra de Araotz, territorio propiedad de otra comunidad humana, mucho más tolerante y acogedora. En la nueva tierra de acogida san Elías encontró una cueva natural, dentro de la que pudo refugiarse precariamente, protegiéndose de las inclemencias del mal tiempo y de las fieras. En la que luego pasaría el resto de su vida como ermitaño.

Representación gráfica de una ejecución por medio de apedreamiento o lapidación, entre los judíos, en tiempos bíblicos. La víctima,  malherida, yace en el suelo, arrodillada sobre sus talones y a merced de sus fanáticos y sanguinarios ejecutores. 
Este humilde y anónimo san Elías alavés, no acabó sus días terrenales como su tocayo hebreo, el profeta Elías, raptado en vida por un carro tirado por caballos voladores, guiado por ángeles y envuelto en un torbellino de fuego celestial, con el que fue elevado a la gloriosa compañía de Yhavé, sino que pasó una gran parte de su vida como discreto eremita, en solitario aislamiento, dedicado a la oración, la meditación y la penitencia, oculto de la ira de sus enemigos narvajeses, en el fondo de una cueva guipuzcoana, no muy alejada de su pueblo natal, Narvaja.

Según Manuel Lekuona, la leyenda anterior podría reflejar el proceso de cristianización de aquella zona del País Vasco, hace hoy unos cuantos siglos, llevada a cabo por monjes ermitaños que vivían en cuevas como anacoretas solitarios y que no siempre fueron bien acogidos por la población pagana local
Lekuona dice que esta leyenda se la contaron en Oñate y los nombres vascos que proporcionaba en 1978 para las "piedras de san Elías" de "Narbaja" fueron los siguientes: “Sandailli'ren arri”, “Sandailiren arri” y "Sandailli’ri arria"
Nos han informado que, actualmente, la denominación que se les da a las "piedras de san Elías", en Oñate, es la de "sandaili arriyak". 


Vista de la Cueva de Sandaili, en el estrecho de Araotz. Arriba, en el lado derecho de la  gran cavidad natural, la ermita de san Elías, debajo, a la izquierda la casa de la serora, una institución típica del País Vasco, y sobre ella, las escaleras de acceso a la cueva y a la ermita. Fotografía de Tomás Álvarez.

Existe otra narración popular, contradictoria con la expuesta anteriormente que parece pensada para invertir los papeles, recuperando el honor de los habitantes de Narvaja y desprestigiar a los guipuzcoanos. Esta narración por sus connotaciones prejuiciosas contra los habitantes de Oñate, suponemos que es originaria de Narvaja. 
Según este otro relato, alternativo, las piedras que lanzaban los habitantes de Narvaja, no iban dirigidas contra la persona de san Elías, sino contra los ladrones que acababan de robar la milagrosa imagen del santo, del altar que tenía dedicado en la iglesia local. 
Los ladrones que habían cometido aquel robo, lo habían hecho para beneficiarse de las extraordinarias cualidades, como productora de lluvia, de aquella imagen. Se dice que aquellos ladrones sacrílegos procedían del territorio guipuzcoano, concretamente del barrio de Araotz, en Oñate. Los ladrones no solo consiguieron su objetivo, sino que se pusieron a salvo en su propio territorio y le construyeron una ermita en una cueva próxima, donde a partir de entonces se albergaría la milagrosa imagen, robada en Narvaja. Aquel cambio de ubicación de la imagen milagrosa de san Elías, obligaría los habitantes de Narvaja, en épocas de sequía, a tener que desplazarse desde su pueblo, en peregrinación rogativa, hasta la ermita de Araotz, para implorar lluvias a su santo patrón.

Aspecto de la zona del presbiterio de la ermita de san Elías en la cueva de Sandaili de Araotz, tal como era hacia principios del siglo XX. El altar mayor muestra un retablo de estilo renacentista, del siglo XVI, presidido por la imagen de san Elías que aparece acompañada de otras dos imágenes sagradas más. Retablo e imágenes fueron realizadas por autor desconocido. Fotografía de autor anónimo y de escasa visibilidad, pero no hay otra alternativa. En la imagen de san Elías se vislumbra su brazo derecho alzado sosteniendo un objeto...
En la actualidad existe otra imagen moderna presidiendo el retablo de la ermita, pero la imagen de san Elías está sola y es bastante diferente de su precursora. Suponemos que el nuevo aspecto es por causa del vandalismo antirreligioso de la década de 1930. Esa fotografía fue tomada por Tomás Álvarez en 2010.
Imagen: Eusko Ikaskuntza. Fondo multimedia


Comentarios finales

El caso de las "piedras de san Elías" de Narvaja, es decir el hecho de que los fósiles de erizos marinos del género Micraster,  fueran considerados como "piedras de rayo" y, sobre todo, que estuvieran vinculadas con la advocación de san Elías, es un caso singular en el País Vasco y único en la Península Ibérica. Tal vez esta vinculación tan particular con el santoral cristiano de los Micraster fósiles, pudiera indicar la procedencia geográfica, como originaria de algún país del Este  europeo, de la persona inventora de la leyenda explicativa de la transformación milagrosa de unas piedras vulgares en las luego denominadas "piedras de san Elías", en las cercanías de Narvaja. O tal vez, su relación con la Orden religiosa de los Carmelitas.
El caso es que la devoción a San Elías del monte Carmelo, el profeta, no existe en la tradición antigua vasca y es muy escasa en la cristiandad occidental, en la que no apareció canonizado como santo por la Iglesia católica hasta el siglo XV. Haciendo su aparición en el santoral católico con la formación de comunidades religiosas de la Orden de los Carmelitas. 
La ermita de Sandaili, es la única, en todo el País Vasco, que está bajo la advocación de San Elías y no se han hallado parroquias, ni conventos vascos bajo su patronazgo. 

Según el mismo M. Lekuona, el nombre de Sandaili podría tener una relación directa con una santa Ylia o santa Ilia, precursoras en el patronazgo de aquella misma cueva. Quizás se trataba de una sucesora cristiana, inventada por el clero, para sustituir a su predecesora pagana, de nombre semejante. Podría ser el resultado de la cristianización de una antigua divinidad femenina pagana, denominada relacionada con la salud, denominada Ivilia, que aparece mencionada en una inscripción latina grabada en un altar votivo de Forua (Vizcaya), en el antiguo territorio caristiode finales del siglo I o inicios del II d.C. 
En este santuario debió estar vinculada con la fertilidad y con el culto a las aguas fecundantes, pues hasta hace pocos años las mujeres de la comarca y comarcas vecinas, supuestamente estériles, acudían a la ermita de san Elías y realizaban diversos rituales, según su procedencia, relacionados con el agua rezumada, gota a gota, por las paredes de la cueva, que era recogida y contenida en un gran abrevadero (aska) o pila de piedra, rectangular, situado junto al inicio de las escaleras de acceso a la cueva y la ermita.

Pila de piedra en la que las mujeres estériles, realizaban ciertos rituales mágico-religiosos para tornarse fértiles, con la ayuda de san Elías. Fotografía de Aitor  Ventureira. 

Probablemente, cuando se produjo la cristianización de aquel lugar sagrado para los paganos, pues tal vez era un santuario de Ivilia, pudo haberse fomentado la confusión por medio de una ligera transformación del nombre y de las características de aquella primitiva diosa Ivilia o Ylia, pagana, pero conservando sus atributos milagrosos, la acción fecundantes de mujeres estériles por medio del contacto con el agua del santuario, reconvirtiendo a la diosa pagana en una santa cristiana llamada Ilia, que más tarde pudo haber reconvertido en santa Iulia, que posteriormente acabó transformándose en san Elías. 
En los documentos de las crónicas de los enfrentamientos entre banderizos vascos, sucedidos a finales de la Edad Media, a mediados del s. XV, esta cueva aparece con el nombre de la cueva de Santa Ilia, hecho que demuestra que su consagración al santo profeta es posterior.  Suponemos que el nacimiento de las leyendas populares en las que se mencionan piedras transformadas milagrosamente, deben datar de una época posterior, tal venz entre los siglos XVII y XIX, época muy propensa a este tipo de "oralitura" maravillosa o literatura oral de tipo prodigioso, propia del catolicismo más tradicionalista y relacionada con una infinidad de imágenes sagradas del santoral cristiano.


Agradecimientos

 A Salvador Cuesta, mi buen amigo y corresponsal vitoriano, en reconocimiento a su gran implicación personal en algunas de nuestras investigaciones etnopaleontológicas en tierras alavesas.



Fuentes

- Aguirre, Esteban (2008). Comunicación personal. 07/01/2008
- Anónimo. Romería a San Elías (Araotz–Narvaja–Larrea). Agurain Berri. Antiguos ritos. Salvatierra/Agurain
- Anónimo. Leyendas de las cuevas mitológicas de ArabaSalvatierra/Agurain
- Astudillo Pombo, Heraclio (2008). Piedras de rayo en el País Vasco. El rayo y los fósiles ibéricos (4). Folklore de los Fósiles Ibéricos, 22/04/2008
- Barandiaran, Joxemiel (1921). Sandailli. Eusko-Folklore, 1921. (p. 48)
- Cuesta, Salvador (2011). Los fósiles de micráster y el rayo, en Hachas prehistóricas, piedras del rayo, la espada del héroe (I) 9/8/2011
- Cuesta, Salvador (2017). Comunicación personal. 28/07/2017
- Cuesta, Salvador (2019). Comunicación personal.  12/02/2019
- Cuesta, Salvador (2019). Comunicación personal.  18/02/2019
- González, Marian (2010). Sandaili recuperará protagonismo. Diario Vasco. 18/04/2010
- Lekuona, Manuel (1978). El Arte Pre-Románico en el País Vasco (I).  Idaz-Lan Guztiak 3. Arte-Izti. Kardaberaz Bilduma - 24. Librería Técnica de Difusión. Tolosa (p. 121)
- Lekuona, Manuel (1978). Erdi-Aroko arte ederrak ego-Euskalerrian. (Arte medieval en el País Vasco Meridional ) Cuadernos de Sección. Artes Plásticas y Monumentales, 1982 Donostia, Eusko Ikaskuntza, (p. 13-37).
-  Mori. E. (2014). Zabalaitz (la piedra del rayo). Por la montaña alavesa. 05/10/2014
- Ramonfer. Sandaili una cueva con muchas historiasVicmun. 11/04/2020
- Ventureira, Aitor (2019). Sandaili el susurro celta. Por los senderos de basajaun.  07/10/2019