jueves, abril 30

Sobre los diversos y extraños nombres de los fósiles (3).

por Heraclio Astudillo Pombo. DMACS-UdL

Sobre las diversas nomenclaturas utilizadas para la denominación de los fósiles (3ª parte) 

CRÓNICA DE UNA PÉRDIDA LINGÜÍSTICA, RECIENTE, EN EL PATRIMONIO ETNOGRÁFICO ESPAÑOL

En la actualidad, los fósiles ibéricos estudiados por la ciencia y recogidos por el lenguaje común, pueden llegar a gozar de hasta, tres o cuatro tipos de denominaciones distintas: un nombre científico (de uso universal), un nombre común (de uso supraregional), algún nombre vulgarizado (de uso regional) y diversos nombres vulgares (de uso local), y hemos dicho "pueden", porque bastantes de ellos, en la actualidad, han perdido sus viejos nombres vulgares ancestrales y no disponen de ningún nombre común. Además, a veces, tampoco disponen ni de ningún nombre vulgarizado que pueda ser una alternativa para dotar de nombre común a ciertos fósiles interesantes, por algún motivo, para los cuales no se puede pretender y esperar que los nombres científicos, sean una opción válida, pues resultan demasiado exóticos para el lenguaje corriente y la gente común. No obstante, lo anterior, existen ciertos casos de vulgarización de nombres científicos de fósiles para dotar de nombre usual a un determinado género o especies fósil, anteriormente totalmente desconocido, pero que se ha vuelto súbitamente popular, por haber adquirido notoriedad debido al hecho de haber salido, con cierta frecuencia, en las noticias de alguno de los medios de comunicación generalista, más importantes del país o de la región. 

Uno de los oficios más antiguos que permite recorrer el territorio parsimoniosamente, descubriendo sus "secretos" naturales
Imagen: Carbonchurch.com

Una de las razones de la rápida perdida, en tiempos recientes, de una gran parte del léxico naturalista popular español que había sido usado para denominar los distintos tipos de seres que constituían el entorno natural, incluidos los los fósiles, debe buscarse en el éxodo creciente de los habitantes del medio rural hacia las ciudades especialmente acelerado desde mediados del siglo XX hasta la actualidad. Este desplazamiento geográfico desde los pequeños núcleos rurales de población, iniciado en la época inmediata de la posguerra civil, del siglo pasado, por motivos políticos y económicos que, luego, se fue acelerando y generalizando, con el inicio de la re-industrialización de las regiones desvastadas por la guerra y del auge del turismo, en ciertas comarcas del país. 
Una gran parte de la población rural española, la más pobre o la que tenía mayores inquietudes o expectativas culturales, tuvieron que desplazarse, desde sus localidades o comarcas originarias, hacia las ciudades de las zonas más industrializadas o mejor dotadas de servicios educativos, lugares que, generalmente, no sólo estaban bastante alejadas geográficamente sino que, además, también estaban alejadas culturalmente, con lo que los nombres de muchas cosas de la naturaleza, no tenían utilidad en el medio urbano o suburbano, entre ellas los nombres de los fósiles, ya que fuera de su contexto social, cultural y territorial, originales, en la vida práctica y social, dejaron de tener  utilidad léxica por lo que fueron perdiendo importancia, paulatinamente y dejando de tener sentido y significado, por la falta de uso y cayendo, finalmente, en el olvido. 

Al trasladarse a ciudades en regiones lejanas, los emigrantes pobres, no sólo tuvieron que renunciar a su entorno propio sociocultural, sino que para adaptarse a su nuevo medio, también tuvieron que abandonar la mayor parte de su antigua cultura rural. 
Imagen: http://aruasjf.files.wordpress.com/2008/11/emigrantes.jpg

Pero hoy día observamos, en las zonas rurales cuya población no se ha visto afectada por los procesos de emigración que hemos comentado, que los nombres vulgares tradicionales de los fósiles, también se han perdido. En este caso las causas deben buscarse en el efecto modernizador de la escolarización obligatoria y de la divulgación científica, ejercida por los medios de comunicación de masas. Comprobamos que la mayoría de la población, reconoce que muchas “piedras”, con características muy particulares, en realidad son "fósiles" e incluso que muchas personas de una cierta edad, usan, apropiadamente, los "nombres cultos" o "nombres científicos vulgarizados", de los fósiles más comunes, denominaciones tales como: amonites, belenites, numulites, pisadas de dinosaurio, etc. 
Pero, al mismo tiempo, desconocen o ignoran los nombres vulgares tradicionales que poseían, hace cuarenta o cincuenta años, esos mismos fósiles. Posiblemente, una de las causas principales de este olvido, sea que, con frecuencia, los nombres populares aparecían lastrados por adjetivos legendarios o estaban vinculados a creencias o usos, considerados supersticiosos. 
Ambas circunstancias casan mal con la idea de progreso cultural propio de la modernidad, de manera que en la década de 1960, en que había un gran afan de modernización cultural (pero también religiosa y política) este tipo de nombres tradicionales, pasaron a la categoría de léxico rural, totalmente acientífico y completamente anticuado que debía ser abandonado y olvidado con la mayor rapidez posible, en la mayoría de los casos, sin que folcloristas, etnógrafos y filólogos, tuviesen tiempo de conocerlos, estudiarlos y registrarlos.



LA ETNOPALEONTONIMIA Y LA BÚSQUEDA DE LOS NOMBRES VULGARES, TRADICIONALES, DE LOS FÓSILES.



Si, en la actualidad, el investigador etnopaleontológico quiere conocer algunos aspectos culturales asociados a algunos de los fósiles, de un lugar determinado, como pueden ser los datos de interés filológico (nombres vulgares y variantes, topónimos inducidos, fraseología, uso toponímico, etc.) o de interés etnográfico (creencias, leyendas, costumbres, usos, etc.), a parte de las consultas documentales convencionales, de artículos y libros especializados, también deberá recurrir a buscar a los más viejos de la localidad, para contactar con ellos acompañado por algún intermediario local que rebaje los niveles de natural desconfianza hacia los forasteros preguntones que parecen interesarse "demasiado" por sus costumbres. 
 
Pequeño grupo de ancianos, típico de un entorno rural. Hoy día son los únicos depositarios de las antiguas costumbres del lugar y cuya memoria, a veces, conserva información acumulada que puede alcanzar hasta los dos siglos anteriores. Si el visitante forastero les cae bien, quizá estarán dispuestos a entablar conversación para informarle sobre algunos aspectos particulares sobre nombres o usos y costumbres, propios del siglo XIX y XX, que eran típicos de la localidad.
Imagen: 2 bp blog 

Desarrollados los niveles de empatía suficientes (mínimos), entre los informantes y el investigador, deberá aprestarse a hurgar en su memoria, mediante un interrogatorio más o menos hábil, basado en un cuestionario abierto, sabiendo que obtendrá unos resultados que no siempre satisfacen las expectativas del estudioso, pues en unas ocasiones, las fuentes orales ocultan los nombres vulgares, por estar asociados con creencias y prácticas que consideran demasiado "primitivas" o "privadas", de las que muchos de los lugareños se avergüenzan por considerarlas indicadoras de atraso cultural, la solución puede estar en alpliar el nivel de empatía o el número de informantes. 

Desgraciadamente, en otras ocasiones, la causa de la falta de datos no es la vergüenza a divulgar unas costumbres o creencias que se consideran síntoma de atraso e incultura, sino los estragos de la vejez. En algunas ocasiones la carcoma de la senilidad, puede haber devorado grandes retazos de los recuerdos de l@s informantes, incluso, buena parte de sus recuerdos de infancia y juventud, en los que se conservaban los nombres vulgares antiguos de los fósiles, juntamente con otros conocimientos de interés lingüístico y etnográfico, como son las leyendas y los usos asociados. Tal vez, hemos llegado demasiado tarde, cuando la mayor parte del patrimonio ya se ha desvanecido en el olvido.


domingo, abril 19

Sobre los diversos y extraños nombres de los fósiles (2).

por Heraclio Astudillo Pombo. DMACS-UdL



Sobre las diversas nomenclaturas utilizadas para la denominación de los fósiles. (2ª parte) 

SOBRE LAS DIFERENTES CATEGORÍAS DE LOS NOMBRES ASIGNADOS A LOS FÓSILES.
 

Nombres populares, nombres cultos y nombres científicos

El interés humano por ciertos tipos de fósiles que como ya hemos mencionado antes, se debe remontar a tiempos antiquísimos y a personas de diversa categoría social, debe haber determinado que las denominaciones de los fósiles hayan sido realizadas por personas pertenecientes a distintas capas sociales, circunstancias que habrían podido determinar que los distintos nombres que fueron impuestos a un mismo tipo de fósil, reflejaran las creencias o usos asociados al mismo y la amplitud de conocimientos que poseía su denominador original. 



Nombres vulgares o etnopaleontónimos

Los nombres de fósiles que han sido creados por personas "del pueblo" que poseían escasos o nulos conocimientos eruditos y que para denominarlos se basaban en aspectos de tipo morfológico, legendario, utilitario o topográfico, se dice que son "nombres vulgares". 

Los pastores en su divagar pausado, por extensos territorios, han tenido la oportunidad de poder encontrar, observar, relacionar y denominar multitud de elementos presentes en la naturaleza. Puede tratarse de seres vegetales o animales u objetos minerales, pero también de objetos arqueológicos
Imagen: El Buen Pastor
 
Se trata de una categoría que integra todas las denominaciones usadas para nombrar a ciertas clases de fósiles que han sido creadas por "el vulgo", también se les llama "nombres populares" y se caracterizan porque han sido creados, usando la lengua vulgar y los criterios clasificatorios del pueblo "llano". Nosotros, a esta clase de denominaciones creadas por personas "ingenuas" e ignorantes. respecto de los conocimientos científicos, los denominamos etnopaleontónimos



Nombres eruditos y nombres científicos o paleontónimos

Algunas personas que poseían una gran cantidad de conocimientos eruditos, se interesaron por la naturaleza en general y por la geología en particular, llegaron a descubrir ciertos tipos o géneros de fósiles que no disponían de un denominación "de categoría" por lo que decidieron ponerles un nombre de categoría. Los nombres de fósiles que fueron creados por por personas "con estudios", podían estar basados en aspectos de tipo morfológico, utilitario, histórico, pseudohistórico, filológico o mítico. Para darles categoría se compusieron utilizando dos lenguas que no eran utilizadas ni conocidas por la plebe, el latín y/o el griego, construyendo nombre mediante palabras o combinaciones de ellas procedentes de las citadas lenguas. por eso se dice que son "nombres cultos", también se les llama "nombres eruditos".  Ambas adjetivaciones hacen referencia al hecho de que se trata de nombres que han sido creados por personas "cultivadas", es decir, con estudios, generalmente, pertenecientes a las élites sociales y, por tanto, poseedoras de amplios conocimientos.

Retrato de Domínique Villars ( 1745-1814,), un erudito francés que fue botánico, pteridólogo, micólogo,y algólogo .
Imagen: Wikipedia 


Los nombres de fósiles que han sido creados por personas que eran poseedoras de una gran cantidad de conocimientos de tipo naturalista (biológico y geológico) y que estaban basados en razonamientos de tipo morfológico, anatómico (anatomía comparada), se dicen que son "nombres científicos" pues han sido creados por personas dedicadas al estudio racionalista y científico de la naturaleza. Fueron creados, usando ciertas normas taxonómicas, determinadas convenciones lingüísticas y las lenguas de mayor prestigio social en el momento de sus origenes, el siglo XVIII, el griego y el latín. Los verdaderos nombres científicos de fósiles empiezan a aparecer durante el siglo XVIII
Nosotros, a esta clase de denominaciones creadas por personas "sabias"  los denominamos paleontónimos 


Retrato de Carl Nilsson Linæus, (1707- 1778) científico, naturalista y botánico sueco que fue el creador de la moderna nomenclatura científica o binomial, realizando el primer tratado sobre la clasificación y denominación científica de los tres Reinos de la Naturaleza.
Imagen: Wikipedia 



Interpretaciones cultas, científicas y populares, de un mismo tipo de objetos fueron las razones para denominar un mismo tipo de fósiles, de forma distinta

Tomemos como ejemplo a estudiar, unas singulares piedras alargadas, lisas, de sección más o menos circular y estructura interna radiada que cuando se presentan, más o menos enteras, muestran uno de los extremos puntiagudo y el otro recto. Las más pequeñas son semejantes a una clavija, punta o clavo. Las medianas se asemejan a una punta cilíndrica de flecha o dardo y las mayores, a una punta de javalina o de lanza. 
También hay otros autores, que les han encontrado parecido con penes, con dedos índices de humanos o de otros seres imaginarios, también con candelas espectrales, cigarros diabólicos, balas, etc. En el caso particular, de algunos tipos de rostros de forma espatulada, se les ha encontrado parecido con dedos pulgares humanos y con otros objetos. Estas semejanzas y la capacidad de fabulación humana, han dado origen a diversos nombres más o menos descriptivos que se les han sido aplicado en diversos lugares geográficos y épocas históricas.



A modo de ejemplo: la perspectiva culta o científica al interpretar  los rostros fosilizados de belemnites

Aspecto externo de cinco ejemplares de rostros fosilizados de Acrocoelites tripartitus, procedentes del Toarciense inferior (Jurásico inferior) de Francia.
Imagen: Jurfossil 


En el siglo I, Plinio "El Viejo" en el lapidario, contenido en Historia Natural, en el libro 37, párrafo 61, menciona este tipo de piedras como "lapis Dactylus Idaeus", es decir la "piedra dedo de (emonte) Ida".

En el siglo VI, Isidoro de Sevilla, en el lapidario, contenido en Las Etimologias, 16.14.392, menciona una piedra interesante por sus supuestas virtudes medicinales, llamadas "lapis idaeus dactylus", es decir la "piedra de (emonte) Ida dedo " el nombre y usos fueron tomados del lapidario de Plinio El Viejo.

En el siglo XVI, en 1546, Georgius Agricola (Georg Bauer), en Sobre la naturaleza de los fósiles, en realidad era un tratado de mineralogía, menciona la misma piedra dándoles un nuevo nombre creado por él mismo: "lapis belemnites", es decir la "piedra con forma de dardo". 

En 1565, Conrad Gesner en Sobre los fósiles, las piedras y las gemas asocia, por primera vez en un libro, una imagen concreta al nombre del "lapis belemnites" y de otras "piedras figuradas", con lo que a partir de este momento y gracias a esta obra habrá menos confusiones entre nombre cultos y objeto fósiles.


Ilustración del libro de Gesner, en la que aparecen representados, diversos fragmentos de rostros fosilizados de belemnites


En el siglo XVII, en 1664, Boetius (Anselmus Boëtius de Boodt) en El Joyero perfecto o Historia de las gemas, el último gran lapidario de occidente, menciona que el "lapis belemnites" que está dotado de ciertas virtudes y diversos usos medicinales, también es conocido en Europa como "ceraunites", "coracias", "corybantes", "dactylus idaeus" y "lincurius". 

En 1678, Martin Lister, en una carta a la Royal Society de Londres, denomina a los belemnites "Lapides turbinati non spirati". 

En el siglo XVIII, en 1747 Carlos Linneo, en su "Sistema de la Naturaleza" ya no cita a los belemnites como una piedra con propiedades especiales y usos medicinales, sino como los restos petrificados de un tipo de animales marinos indeterminados, formando parte del Reino Mineralia y como parte del grupo de los denominados "Helmintolithus" o "petrificaciones con forma de gusano" y constituyendo un género zoológico fósil, concretamente, el de los Belemnites

En 1754, fray José Torrubia, uno de los padres fundadores de la paleontología española, en una carta a la Société Géologique de France, informa que ha encontrado Belemnites en España. 
En esta breve sucesión histórica, podemos ver como las denominaciones eruditas o nombres cultos de un tipo de fósiles, con el paso del tiempo ha ido pasando por una serie de cambios, para finalmente, dar lugar a la formación de un antiguo nombre científico genérico: Belemnites, denominación científica que actualmente ya casi no está vigente, pero que ha dado origen, en diversos idiomas, a un nombre común: belemnites y cuyo prefijo "belemn-" ha sido utilizado para crear además del mencionado y popular Belemnites, otros varios nombres científicos genéricos: Belemnella, Belemnitella, Belemnopsis, etc., en los que poder reubicar a una gran parte de los que antiguamente constituían el género Belemnites.


La perspectiva popular al interpretar el mismo tipo de objeto

Simultáneamente, al proceso histórico y lingüístico, antes relatados, la gente del pueblo llano ya había estado creando y usando diversos nombres alternativos, para nombrar a aquellas mismas "piedras" tan atípicas. La mayoría de las denominación populares se han ido perdiendo para la posteridad, puesto que casi nunca han sido registradas en ningún documentos escritos. A pesar de tener todas las condiciones en contra, conocemos unos pocos nombres vulgares, por aparecer recogidos en diversos documentos escritos y publicados en los últimos cinco siglos o por haberse conservado, como "fósiles lingüísticos" en el léxico del lenguaje rural. 

Diversos ejemplares de belemnites, de diferente tamaño, incluídos en el mismo fragmento de roca. Fotografía original de Paul Marx
Imagen: Belemniten


Sabemos que hasta mediados del siglo pasado, en una gran parte de España, a los diversos tipos de belemnites, se les conocía por el nombre vulgar de "balas de moro" (Andalucía, Aragón, Castilla-León), "balas de piedra" (Alicante), "balines" (Zaragoza), "dientes de ballena" (Guadalajara), “lapiceros” (Guadalajara y Teruel), "pitones" (Guadalajara), "lápices de cantero", "puros petrificados", etc. y en zonas catalanoparlantes como "bales de moro" (Cataluña, Baleares y Valencia) y "puntes de fletxa" (Mallorca). También sabemos que con anterioridad, se las había conocido como “bordones” o “bordones de Santiago”,hierros de lanza” (La Rioja) o como “Santiagoren erromeroen pordoi arri” y “Santiyago’ren bordoi-makil-puskaren arri” (Guipúzcoa) y también como "puntas de rayo" o "piedras de rayo" en diversas zonas castellanohablantes y como "pedres de llamp", en las zonas catalanófonas.


Continuará

sábado, abril 4

El registro fósil, recogido y explicado por la literatura popular (1).

por Heraclio Astudillo Pombo, DMACS, UdL


Introducción al estudio de las leyendas populares de tipo etiológico, con fundamentación o contenido de origen paleontológico


Como resulta que en el mes de abril, en el día 23 se celebrará la fiesta conmemorativa de la existencia del libro, de la literatura y de la lectura como bienes culturales, tanto a nivel regional como nacional y mundial, queremos unirnos a estas conmemoraciones presentando, precisamente, una temática nueva, la vinculación de los fósiles con la literatura de tipo no científico o viceversa, por medio de una narración de tipo legendario.
Con ello queremos mostrar otro de los diversos ámbitos de la cultura humana que también han sido permeables a la presencia de fósiles en el territorio de los narradores. Es el ámbito de las narraciones de origen popular o literatura oral, a pesar de que con frecuencia luego son recogidas y versionadas por la literatura culta. En nuestro caso, dado nuestros objetivos y contexto específicos particulares, vamos a mostrar narraciones semi-fantásticas ya que mezclan en su trama argumental elementos literarios verdaderos y elementos imaginarios. Son los denominados relatos legendarios, un tipo de relato de origen popular, creados con una clara finalidad didáctica, de tipo moralizante, en las que se combinan componentes inventados con componentes reales propios del lugar, extraídos del contexto histórico o del entorno geográfico. 

Se trata de un tipo particular de narraciones, caracterizadas por que en su trama narrativa que es, fundamentalmente, imaginaria y fabulosa, incorporan algunos elementos realistas, que pueden ser de tipo histórico (hechos o personajes auténticos) o/y de tipo geográfico (lugares o elementos naturales o artificiales,  reales), que son característicos del entorno social, temporal y natural en el que transcurre la narración. Estos elementos reales que a veces son protagonistas y, a veces; forman parte del escenario, dentro de la trama del relato, adquieren un nivel de importancia nada desdeñable, dada su función testimonial y su valor como prueba, demostrativa, de la verosimilitud de los hechos relatados. La inclusión de los elementos realistas, en el relato fabuloso dotan a los hechos narrados, de una gran fiabilidad y por tanto aumentan su credibilidad, pues este tipo de narración, siempre se presenta como supuestamente verídicas.

Con el título genérico de Leyendas, póstumamente, se publicó en 1871 una colección de narraciones legendarias breves, recogidas y recreadas por el poeta español Gustavo Adolfo Bécquer. Con una de las mejores prosas del siglo XIX español, el sentimiento y la visión romántica logran en las Leyendas becquerianas un nuevo ritmo expresivo, consiguiendo un gran éxito de lectores. Situación que ayudo a que el género legendario adquiriese mayor categoría literaria y mejor consideración por escritores y lectores.

En el caso particular de las leyendas de tipo etiológico o leyendas explicativas del origen, se trata de un tipo de relatos legendarios, cuya finalidad es la de intentar explicar, de manera comprensible y aceptable para el “vulgo” y de forma coherente con la tradición mítica local, las supuestas causas originarias de ciertos hechos raros, inexplicables o sorprendentes, para los cuales no se disponía de ninguna explicación conocida,  anteriormente. En estas narraciones explicativas o justificativas siempre se intentan justificar la existencia de ciertos hechos reales, visibles en el medio o recordados por la comunidad. Ya se trate de sucesos históricos acontecidos o de elementos presentes en el entorno social o en el medio geográfico, se supone que sucedieron en unas circunstancias originarias “anormales” o extraordinarias, de tipo fabuloso, milagroso o mágico, y ello fue posible por  medio de la intervención de un personaje legendario o mítico dotado con capacidades sobrehumanas.

El estudio de este tipo de relatos, pone de manifiesto, como las personas con escasa cultura naturalista y racionalista y poca capacidad lógica y crítica, tienen tendencia a realizar interpretaciones fabulosas, ya que son poseedoras de una cultura mítica, de base arracionalista, sobrenaturalista y mágica. Características típicas de las sociedades primitivas, atrasadas y crédulas, propias de la época pre-científica. Tendiendo a reaccionar ante ciertos hechos, sorprendentes e inexplicables para ellas , por resultarles desconocidos, recurriendo a las explicaciones de tipo mítico (causas mágicas o milagrosas), puesto que conciben el mundo real, social y natural, en el que viven, como un sistema regido por fuerzas sobrenaturales, en el que son posibles las apariciones e intervenciones de seres extraordinarios y las apariciones o transformaciones prodigiosas.

Ese mismo tipo de sucesos o elementos, a pesar de su rareza o dificultad de interpretación y encaje en los esquemas explicativos y mentales del momento, para las personas dotadas con una mentalidad racionalista y lógica naturalista, pertenecientes a entornos de “cultura científica”, serían considerados como productos de procesos totalmente naturales, cuya existencia no requiere de situaciones o sucesos sobrenaturales ni de la intervención de seres o poderes extraordinarios.

Un tipo de sucesos que, por su propia compleja naturaleza, resultaron muy difícilmente comprensibles para la mentalidad pre-ilustrada fue el de la fosilización de restos de animales y plantas, asimilados popularmente como "unos seres que habían sido petrificados por alguien en unas determinadas circunstancias, por algún motivo causal". Con frecuencia la "petrificación" se asociaba con la ejecución de un castigo ejemplar aplicado a alguien que había cometido algún acto contrario a las normas religiosas de la comunidad o realizado por alguna persona cuya conducta no era apropiada a las normas sociales. El paso siguiente era elaborar una narración para transmitir los hechos supuestos y la idea de castigo ejemplarizante a los demás miembros de la comunidad y a las futuras generaciones para que resultase conocido, ejemplarizante y memorable.
Un caso muy conocido y extendido por toda Europa, es el de ciertas especies de Nummulites asociados unos grandes y planos con monedas y otros pequeños y biconvexos con lentejas, petrificadas milagrosamente para castigar a ciertas personas o colectivos, dando origen a nombres vulgares caracteristicos y a las correspondientes leyendas etiológicas explicativas.


La “Leyenda de "la Encantá" o de "la Encantada" del Cabezo Soler, de Rojales (Alicante) (1ª parte)

Presentamos hoy, como primera muestra, de este tipo de relatos populares, una versión de una leyenda alicantina muy conocida en la comarca del Bajo Segura, que ha sido seleccionada por que su trama incorpora una “microleyenda” etiológica, es decir contiene un microrrelato que pretende explicar de forma fantástica el origen de unos hechos naturales, consistentes en la presencia de diversos restos de vertebrados marinos fósiles, en un monte existente en el termino municipal de Rojales.

El motivo desencadenante de que hayamos iniciado esta nueva sección temática en el blog y de que hayamos elaborado esta entrada, fue el descubrimiento de dos elementos informativos, que resultaron cruciales para despertar mi interés y aportar una serie de datos básicos pero fundamentales y necesarios para iniciar la correspondiente investigación etnopaleontológica. 
El primero de los descubrimientos mencionados fue conocer la existencia y el contenido del panel informativo nº VIII, titulado: Paleontología y leyenda popular. Los monstruos mitológicos de ''La Encantá ", panel mural existente en Sala II o Sala temática del Plioceno, en el Museo Arqueológico-Paleontológico Municipal de Rojales.
El segundo descubrimiento fue el hallazgo en Internet, durante una búsqueda dirigida a reunir datos relacionados con el asunto, de un artículo anónimo titulado: Paleontología y folklore popular: los monstruos mitológicos de Rojales (Alicante), cuyo texto, más extenso, coincidía con el contenido del mencionado panel informativo del Museo Arqueológico-Paleontológico Municipal de Rojales. Realizadas algunas averiguaciones, comparaciones y pesquisas en la Red, la autoría del mencionado artículo anónimo fue atribuida a Joaquín Sendra Sáez, paleontólogo responsable de la dirección científica, de los gráficos y de los textos de las exposiciones de las dos salas de Paleontología, del mencionado museo rojaleño

En esta narración, conocida como la “Leyenda de la Encantá” del Cabezo Soler, a la vez que pretende justificar la validez y funcionalidad de un sistema de creencias irracional, según el cual el funcionamiento del mundo natural está determinado por fuerzas y poderes sobrenaturales, afirmándose que la magia forma parte de la “realidad cotidiana” y que ella es la causa de ciertos “prodigios o maravillas” observables sobre el terreno, los cuales son a la vez, la demostración de que tales sucesos son posibles y reales, y que se han producido en ciertos lugares y en otras épocas, cuando se dieron determinadas condiciones.

Aspecto vulgar del cerro del "Cabezo Soler" de Rojales, en la actualidad, visto desde la distancia. Una visita al lugar, en compañía de un arqueólogo o/y de un paleontólogo, ayudará a percibir la realidad de una forma muy enriquecedora y a descubrir detalles históricos muy interesantes.

En este caso concreto, se puede comprobar que el microrrelato etiológico popular que presentamos, ha tenido una clara motivación paleontológica, pues en esta versión de la “Leyenda de la Encantá” de Rojales (Alicante), vemos como la variante, del relato legendario básico (huída de una pareja de amantes mixta, musulmana-cristiana, maldición de l a pareja por el progenitor, desaparición por encantamiento de personas y riquezas que van a parar al mundo subterráneo, monstruosa serpiente guardiana de tesoros subterráneos, medianoche de san Juan propicia para romper encantamientos, etc.), incorpora la descripción de una serie de monstruos subterráneos, cuyos huesos, como prueba de la veracidad del relato, pueden observarse dispersos por distintos puntos de las laderas del cerro. Algunas características corporales de estos monstruos legendarios, permite adivinar que esas bestias fabulosas, están inspiradas en algunos componentes del registro fósil local que es conocido desde antiguo por los lugareños, a partir de los sucesivos hallazgos, en el terreno, de diversos restos esqueléticos pertenecientes a diferentes tipos de vertebrados acuáticos, marinos y continentales, del Pleistoceno.

Según los estudiosos del tema, se trataría de una leyenda de época post-musulmana, posiblemente, creada hacia el siglo XIII y que desde entonces se ha ido transmitiendo, oralmente, de generación en generación, hasta nuestros días.
En mi opinión, es muy posible que el microrrelato centrado en los monstruos subterráneos cuyos huesos petrificados podían verse en las laderas del cerro, sea de época musulmana pues hay que saber que en la cultura tuareg y otras parecidas, de pueblos nómadas de todo el norte de África, existen diversas leyendas que citan la presencia en el desierto, de "serpientes petrificadas" o de sus restos petrificados y no hay que olvidar que la mayoría de los conquistadores de Al-Aldalus, procedían de esa zona geográfica. Debemos recordar que desde el siglo XIX hasta el momento presente, los paleontólogos han ido descubriendo, en estas zonas, los restos esqueléticos, de diversos tipos de ballenas primitivas que comprenden formas del Mioceno hasta el Plioceno y también de diversos tipos de dinosaurios mesozoicos. Cuando las enormes vértebras fosilizadas, de ambos tipos de animales, aparecen alineadas y medio enterradas en la arena, en algunos remotos lugares áridos, adquieren un claro aspecto pétreo y serpentiforme, muy propicio a generar leyendas sobre la existencia de "enormes serpientes que fueron petrificadas" y cuyos restos permanecen como testimonio del portento.
Pero, podría ser que la leyenda tuviera su origen histórico, en una época anterior, pues ya los griegos y romanos atribuían interpretaciones míticas a los huesos de vertebrados fosilizados que se descubrían, en su tiempo, por toda el área mediteránea (para conocer en profundidad y con todo tipo de detalles, consúltese la excelente obra de la historiadora y folklorista de la época grecorromana Adrienne Mayor, titulada El secreto de las ánforas. Lo que los griegos y los romanos sabían de la prehistoria, que es la versión española del muy famoso y bien valorado The First Fossil Hunters.

Lo que sí es cierto, es que la leyenda de época cristiana, lo que hace es recoger diversas leyendas musulmanas, pre-existentes, muy tópicas que luego son aglutinadas alrededor de un motivo central en esa leyenda, constituido por los huesos petrificados (fosilizados) que es, precisamente, la parte que acaba aportando más originalidad y credibilidad al conjunto de la leyenda, global, resultante.

En tiempos recientes, la versión oral del primitivo relato popular, ha sido reestructurada y reescrita por diversos autores, dando lugar diversas versiones literarias, de la primitiva leyenda tradicional. De tal manera que en la actualidad, además de las múltiples versiones orales que pueden recogerse por toda la comarca, el relato legendario también puede encontrarse en forma de novela (la Encantada), o como obra teatral (“La noche de la Encantá” de Salvador García Aguilar, 1998) y como una película de mediometraje (“La Leyenda de la Encantá”, producido por Rafa Gimeno & Paco Mora en 2002). En todas ellas se relata la historia de una princesa mora que, desde el tiempo de los moros, permanece encantada y prisionera de la magia negra, en el interior de un palacio subterráneo, existente en el interior del Cabezo Soler. 

Representación gráfica, infantilizada, de una “princesa árabe”, con aspecto de seductora odalisca, imagen que quizás no esté muy alejada de la representación mental que del personaje legendario, se hacía la población masculina de Rojales.
Ilustración de la artista chilena, Lucía Rodríguez.
Imagen:  http://www2.luciarodriguez.cl/?page_id=319%E3%80%88=es

Además, se cuenta que, cada cien años, durante la noche de San Juan, la princesa mora se aparece en algún lugar elevado del cerro para ser desencantada por algún mozo noble y valiente que deberá llevarla en brazos hasta el río. Si consigue llegar con ella, sin haberla tenido que descargarla hasta el río Segura, para que pueda remojarse los pies, en sus aguas, de esta manera y en ese momento se romperá el encantamiento que la mantiene aprisionada bajo tierra desde hace cientos de años y ofrecerá su mano y su inmensa fortuna al bravo mozo.

La versión que presentamos aquí, es una de las muchas versiones orales que existen en Rojales y que circulan por toda la comarca del Bajo Segura. La hemos elegido, precisamente, porque incluye y describe, diversos monstruos infernales, algunas de cuyas características resultan muy interesantes desde el punto de vista etnopaleontológico, pues nos permiten hacer una interpretación etiológica y paleontológica del relato.

El escenario del legendario relato, es un modesto cerro de aspecto vulgar, existente en las inmediaciones del núcleo urbano de Rojales, que es conocido entre sus habitantes por el nombre de “el Cabezo" o "el Cabecico" "Soler”, por cuya base discurre el curso del río Segura y en cuyas partes altas, se han encontrado diversos restos arquitectónicos en forma de ruinas antiguas.

Aspecto crepuscular, del cerro del "Cabezo Soler" en la actualidad, en cuya cima, según la leyenda, estuvo levantado antiguamente el castillo y el palacio de los moros que luego pasaron mágicamente a su interior. 

Según se cuenta en esta leyenda popular, en tiempos de la ocupación árabe de esta población, habría existido una rica e importante fortaleza musulmana. En la parte palaciega de la cual, vivía el emir que dominaba la comarca, con su bella y joven hija, a la cual, había sido prometida en matrimonio, por su padre a otro viejo emir que gobernaba una taifa vecina, para conseguir una alianza contra los cristianos que asediaban su frontera. Aunque al principio la princesa mora aceptó la decisión de su padre, cuando ya faltaban pocos días para la boda, la joven princesa decidió cambiar su destino y fugarse con su amante secreto, un joven cristiano, aprovechando la oscuridad de la noche, el 23 de junio. Pero el emir fue avisado, por una sirvienta, de los planes de fuga de su hija, con un cristiano.

Pintura iraní del siglo XIX, representando al emperador persa Shah Fath Ali Shah (1797-1835) el aspecto del regio personaje muy bien podría aproximarse a la imagen ideal que los aldeanos del Bajo Segura se imaginaban que podía haber tenido el poderosos y rico emir moro de la fortaleza del cabezo Soler.


Afrentado por la conducta irrespetuosa e irresponsable de su hija y más enfurecido aún, por la osadía del seductor cristiano, el moro decidió castigar a los dos amantes con la muerte. La noche prevista para la fuga, el emir les esperó escondido, en la orilla del río Segura, en el lugar donde realizaban sus citas amorosas y desde donde debían partir hacia tierras cristianas. Cuando la pareja estuvo reunida, el viejo emir salió, por sorpresa, de su escondite con su alfanje dispuesto para asestar dos golpes mortales, pero el joven cristiano se revolvió con rapidez e hirió, mortalmente, con su espada al moro al que no había reconocido. 
Mientras el emir estaba agonizando, lanzó un conjuro maléfico, maldiciendo a su hija y a su amante e instantáneamente, por arte de magia negra, desaparecieron de este mundo la pareja de amantes, la rica fortaleza de la cima de “el Cabezo Soler”, con todos los vasallos y riquezas que había dentro de ella.

Cuenta la misma leyenda que el encantamiento del emir podrá ser roto, una vez cada cien años, en la medianoche de la Noche de san Juan, si coincide que el día del año apropiado y desconocido, algún joven muy noble, valiente, fuerte y astuto, se atreve a ascender hasta la cima del Cabezo Soler, y sea capaz de descubrir como penetrar en el mundo subterráneo. Para llegar hasta el lugar del interior del cerro de “el Cabezo Soler”, donde se encuentra la fortaleza, llena de tesoros y riquezas en la que reside prisionera la princesa mora que quedó encantada para siempre. Luego el valiente joven, deberá buscar y encontrar, dentro de la fortaleza, a la princesa y luego cargarla en brazos, burlando la vigilancia de unos horribles monstruos que tratarán de impedir la fuga y lograr descender, con ella a cuesta, hasta el río Segura, sin que en ningún momento los pies de La Encantada toquen el suelo, para que pueda remojar sus pies en las aguas del río, en el lugar donde su padre murió. Entonces el conjuro del emir quedará roto. Quedando desencantada la princesa y tan agradecida a su liberador, que querrá recompensarle haciéndole su esposo y compartiendo con él todos los tesoros que hay en la fortaleza y poniendo a su servicio, a todos sus vasallos.

Ilustración histórica representando el aspecto de un grupo de guerreros moros, pertenecientes a de diversos tipos de tropas musulmanas del siglo IX. Coetáneos de los que se suponía que estuvieron al servicio del emir, residente en la fortaleza mágica del Cabecico Soler .
Ilustración del maestro británico, Angus McBride.http://dbahispano.blogspot.com/2009/03/la-conquista-arabe-y-el-califato-omeya.html

Pero la misión de rescatar a la princesa no resultará nada fácil, pues el mozo liberador deberá enfrentarse a una serie de seres monstruosos que a pesar de ser habitantes del subsuelo, pueden salir a la superficie, mientras sea de noche, para continuar la persecución de los fugitivos, para impedir que alcancen el agua salvadora. Se trata de unas extrañas criaturas entre las que cabe destacar a unas “serpientes gigantes”, algunas de ellas con dos cabezas, también hay unos feroces “perros voladores”, pues están dotados con alas, además hay unos “gigantescos lagartos” y unas “arañas gigantes”.

Grabado alemán antiguo, de época renacentista (s. XVI), representando el encuentro en el monte con una terrible serpiente gigante que persigue a una mujer, mientras un hombre maldice al animal 

Afortunadamente para los humanos, estos seres infernales, habitantes del mundo subterráneo, tienen un punto débil, ya que no pueden abandonar el inframundo porque no soportar el contacto de la luz del sol y muy especialmente, la del amanecer del día de San Juan. Si son alcanzados por los primeros rayos del sol, caen fulminados instantáneamente y sus cuerpos se desintegran en pocos minutos, quedando de ellos, solamente, sus huesos “petrificados”, muchos de los cuales aún están a la vista, en las laderas del cerro, para quien quiera ir a verlos.

Según cuenta alguna versión de la misma leyenda. Hace ya muchos años, hacia finales del siglo XIX, un joven de Rojales que se creía suficientemente valiente, fuerte y astuto, y que quería hacerse rico, famoso y poderoso, de  la noche a la mañana, liberando a la princesa de su encantamiento. Subió la noche de San Juan hasta la cima de “el Cabezo Soler” y al sonar las campanadas de la medianoche, en cierto lugar, aparecieron en el suelo unas cintas de colores, que sólo aparecen en la noche de san Juan, cada cien años. Tiró de ellas y el suelo se abrió bajo sus pies, repentinamente, cayendo en “el otro mundo”.
El mozo de rojales fue descubierto, al día siguiente, en la ribera del río Segura, de bruces contra el suelo, con las ropas rasgadas, y el cuerpo completamente ensangrentado y cubierto de arañazos, cuando le preguntaron sobre la causa de su estado, apenas recordaba nada y parecía haber había envejecido, de la noche a la mañana, pues su cara estaba llena de arrugas y sus cabellos habían encanecido.

Semanas más tarde, ya más restituido de su aventura y habiendo recuperado la memoria, el joven relató que al tirar de las cintas de colores la tierra se abrió bajo sus pies, al tiempo que un enorme fogonazo de luz iluminó todo el cerro, fogonazo que los vecinos aseguraron que fue visto desde el pueblo. Acto seguido se encontró frente a un castillo, cuyas puertas se abrieron, de par en par para él, dentro del cual vio una extraña procesión de moros y cristianos que escoltaba a la bella princesa encantada. La princesa reconoció al joven como quien venía del mundo exterior a librarla de su condena y le pidió a gritos que la llevase en brazos hasta el río Segura, para poder mojar en él sus pies y así conseguir romper el hechizo que le había lanzado su padre y que la mantenía prisionera bajo tierra. El joven se apoderó de la princesa y huyó con ella a grandes zancadas, llevándola en brazos, descendió del Cabezo Soler, atravesando la espesura del monte, mientras era hostigado por serpientes gigantes, perros con alas y otros bichos terrorífico y repugnantes, cuando ya estaban a punto de alcanzar las aguas salvadoras, del río Segura, se le apareció el fantasma del emir, armado y furioso, el joven para poder enfrentarse con el fantasma del emir, se vio obligando a dejar a la princesa en el suelo, pero al instante se truncó la ruptura del maleficio y todo, princesa, monstruos y emir, desaparecieron instantáneamente, para volver al interior del cerro, mientras el joven perdía el conocimiento y caía a tierra.

Antiguamente, muchas familias de Rojales, tras contar la leyenda de la Encantá del cerro Soler al forastero, aseguraban que el último mozo que había intentado desencantar a la Encantada, que aparecía en el relato narrado, era un antepasado suyo y que por eso conocen los detalles del relato.

Continuará próximamente