por Heraclio ASTUDILLO POMBO. Universitat de Lleida
Fósiles ibéricos relacionados, por la tradición popular española, con diversos santos y santas (12)
Fósiles relacionados con santa Lucía de Siracusa, en Cataluña (Quinta parte)
Recapitulación
En la anterior entrada dedicada a tratar sobre este mismo asunto santaluciano, publicada el 11 de mayo de 2024, se proporcionaba una serie de hipotética explicaciones causales que podrían ser responsables de los errores cometidos por el folclorista catalán Joan Amades. Cuando se refería a la naturaleza paleontológica de ciertas clases de objetos denominados popularmente "ojos de santa Lucía" ("ulls de santa Llúcia") o "piedras de santa Lucía" ("pedres de santa Llúcia") o "piedrecitas de santa Lucía" ("pedretes de santa Llúcia") y "lagrimas de santa Lucía" (llagrimes de santa Llúcia"), en relación a su existencia o presencia natural en el entorno de los santuarios santalucianos catalanes. En la entrada de hoy se prosigue y completa dicha serie de hipotéticas explicaciones teóricas justificantes y se concluye este tema.
Algunas posibles explicaciones, razonablemente lógicas, al enigma paleontológico planteado por las afirmaciones del folclorista J. Amades (2ª parte):
4. Una cuarta posible explicación hipotética, estaría en el hecho de que los fósiles considerados como de tipo "numulítido" por el reputado folclorista catalán Joan Amades, en realidad, no fuesen auténticos numulites, sino alguna otra clase de fósiles, de aspecto numular semejante o vagamente semejante. Es muy posible o muy probable que la impericia paleontológica de los informantes de Amades y del propio folklorista, quizás, hubiesen podido inducir a confusión en la identificación de aquellos pequeños objetos pétreos, considerándolos como fósiles e incluyéndolos en un mismo género, familia o superfamilia, de fósiles (macroforaminíferos), aunque en realidad, tal vez, no pertenecieran a los citados niveles de clasificación taxonómica paleontológica, que pudieran haberle atribuido personas nada o poco expertas en temas paleontológicos. Pudiendo haber dentificado, más o menos erróneamente, una clase de fósiles por otra, al aplicar criterios de clasificación e identificación de forma inapropiada. Pudiendo haber confundido con numulites, por ejemplo, ejemplares de asilinas, discociclinas, operculinas, etc... o simples cantillos rodados, aplanados.
Antigua ilustración decimonónica que muestra las peculiaridades de un caparazón de nummulite, parcialmente fragmentado, en vista polar. A la derecha, se ha representado el aspecto exterior del relieve del caparazón fosilizado y, a la izquierda, se muestra la parte interna, con la figura espiral bien visible en su plano ecuatorial, después de retirada la mitad del caparazón que la cubría. Imagen: Morphart Creations inc.
5. Una quinta posible explicación hipotética , podría estar en el hecho de que las piedrecitas maravillosas, vinculadas con la santa, supuestamente dotadas de capacidad protectora o virtudes curativas, en realidad, no fueran ninguna clase de fósiles. sino otra cosa muy distinta. En algunos de los lugares, tres hechos constatados documentalmente podrían avalar esta posibilidad de confusión.
a- Un primer hecho indiciario lo constituye la antigua costumbre popular existente por toda la costa mediterránea del sur de Europa, y muy especialmente, en los territorios católicos, consistente en considerar a los opérculos de las conchas de las caracolas marinas de la especie Bolma (Astraea) rugosa como objetos protectores relacionados con santa Lucía de Siracusa. Siendo denominados "ojos de santa Lucía" y utilizados como amuletos defensivos contra "el mal de ojo", pero también como protección contra las enfermedades de los ojos, motivos por los que, tradicionalmente, se han usado como amuleto defensivo y como remedio curativo para ciertas dolencias oculares.
En la parte inferior de la fotografía se pueden ver dos "ojos de santa Lucía", uno grande y el otro pequeño, pero en este caso particular no se trata de fósiles (nummulites), sino de la variedad marina, pues son opérculos de las conchas del gasterópodo Bolma (Astraea) rugosa. En la parte superior aparece el recipiente de madera, con aspecto de bellota, dentro del que se guardaban y transportaban, para tenerlos siempre a mano por si era necesario su uso defensivo o curativo. Según informa el vendedor, el conjunto tienen unos 80 años de antigüedad.
b- Un segundo hecho indiciario, lo constituye el hecho de que, hacia finales del siglo XIX, el último ermitaño y santero de la ermita de santa Llúcia de Taradell, en la comarca de Osona (Barcelona), cuando iba a recolectar limosnas para el altar de la santa, visitando las masías dispersas por el territorio del término municipal, incentivaba la donación generosa de dinero destinado al mantenimiento del culto en el santuario, regalando a los devotos unas lustrosas "piedrecitas" de muy curiosa forma. El santero en estos desplazamientos pedestres, además de transportar la capillita de madera, conteniendo una pequeña imagen de la santa, también transportaba, en un zurrón, unas hojas impresas con los "gozos" de alabanza a santa Llúcia de Taradell y una bolsita conteniendo las mencionadas "piedrecitas", conocidas como "ulls de santa Llúcia" (ojos de santa Lucía). Los devotos más generosos, a cambio de las limosnas más cuantiosas, eran obsequiados, según demanda, con los "gozos" impresos de la santa o con los "ulls de santa Llúcia".
Se describían aquellas curiosas "piedrecitas" diciendo que tenían dos caras muy diferentes. En la cara que es plana y blanca, había una fina espiral oscura en forma de cuerno marino, esta forma recordaba la de un ojo y de ahí que se llamasen "ojos de Santa Lucía". La otra cara es de color rojizo o anaranjado y tiene en relieve la forma de una pequeña oreja humana, por lo que también se les llamaba en algunos lugares de la costa mediterránea "orejitas de mar". Esta descripción tan detallada y particular de aquellos objetos se corresponde íntegramente con las características de los opérculos o tapaderas de las conchas de las caracolas marinas de la especie Bolma (Astraea) rugosa conocidas vulgarmente como "peonzas marinas". Esta clase de opérculos suelen hallarse, no sin cierta dificultad, mezclados con la arena, en ciertos lugares de muchas playas del litoral mediterráneo.
En la parte inferior de la fotografía se pueden ver dos "ojos de santa Lucía", uno del derecho y el otro del revés, para que se puedan apreciar su diferente aspecto. En la parte superior se ven dos conchas de Bolma (Astraea) rugosa de diferente tamaño.
c- un tercer caso indiciario confirmatorio lo constituye la existencia de una "piedra de santa Lucía" en la ermita de santa Lucía de Tonyà, un núcleo humano disperso, agregado" al ayuntamiento de Garrigás (Alt Empordà), Girona. Dicha piedra remediadora era muy valorada para el tratamiento de los males de los ojos. Esta costumbre dataría de 1640, cuando la ermita sustituyó el patronazgo de san Esteban por el de santa Lucía de Siracusa. Por las descripciones y imágnes existentes, se sabe que aquella piedra sanadora milagrosa era, en realidad, un "haba marina" y que el responsable de su aplicación sobre los ojos de los enfermos necesitados de remedio milagroso era el sacerdote responsable del culto o, en su ausencia, el sacristán. En tiempos relativamente modernos, algún erudito consideró, erróneamente, que aquella "piedra de santa Lucía" era un fósil... calificación que pudo favorecer la confusión, errónea, de un opérculo calcáreo con el caparazón calcáreo de un supuesto macroforaminífero "nummulítico" para quien no pudiera ver y comparar ambos objetos, con suficiente cercanía y detenimiento.
Aspecto vagamente ocular de dos ejemplares de opérculos contemporáneos de la caracola marina Astraea (Bolma) rugosa, conocidos, popularmente, como "ulls de santa Llúcia". Fotografiados por el lado favorable a la asociación con santa Lucía y con la protección mágica del ojo y la visión. Lado correspondiente a la parte interna, la que está firmemente adherida al cuerpo del molusco.
Existe la remota posibilidad de que en algún lugar pudieran existir opérculos fósiles de caracolas prehistóricas del género Astraea /Bolma, pero en ese caso serían tan escasos los ejemplares que poder hallarlos, en cierta abundancia, sería un verdadero milagro santaluciano. Las especies de caracolas fósiles "donantes" de opérculos, podrían ser: Astraea iredalei, Astraea batalleria y Astraea hickmanae, del Cretácico Superior (Campaniense), Astraea guerini del Cretácico superior (Santoniense), Astraea rugosa del Cuaternario (Eutirreniense ), Astraea baccata del Mioceno, etc.
6. Una sexta posible explicación hipotética, estaría en el hecho de que realmente sí pudiera tratarse de "fósiles numulítidos" o numulites que hubieran sido "georreubicados" de forma natural. Es decir, removidos desde su verdadero lugar de origen o depósito primario, por ciertos agentes geológicos externos movilizadores, responsables de su remoción y transporte que los habrían transportado un buen trecho, para acabar depositándolos en otro lugar alejado. Estos fósiles alóctonos procederían de rocas sedimentarias marinas más antiguas, de edad cretácica a eocena, poco coherentes por baja cimentación (margas, areniscas margosas, margocalizas, etc.), inexistentes en el muevo lugar de deposición. Acabando, finalmente por resedimentar los fósiles previamente removidos y trasladados, junto con otros materiales sedimentarios, en otro lugar más o menos lejano de su lugar de origen, en un lugar en el que en época histórica se construiría un santuario santaluciano. Llegando a constituir la acumulación de nummulites arrastrados, uno de los componentes visibles de ciertos niveles de los materiales sedimentarios que, con el paso de millones de años, se transformarían en estratos sedimentarios, mucho más modernos. Este podría ser el origen de depósitos de nummulites incluidos en algunos terrenos miocenos, oligocenos o cuaternarios... Este fenómeno podría explicar por qué, de forma excepcional y de manera anómala, pudiesen encontrarse y recogerse nummulites o fósiles nummulítidos en lugares "inapropiados" y en materiales geológicos "atípicos" que no deberían contenerlos, por mucho más "jóvenes" que los fósiles incluidos en ellos, mucho más antiguos.
7. Una hipotética séptima posible explicación, podría estar basada en el hecho de que los fósiles no eran recolectados por los propios romeros, buscándolos sobre el terreno de los alrededores del santuario. Sino que los compraban a unos vendedores ambulantes que acudían el día de la romería hasta el lugar donde estaba ubicada la ermita de santa Lucía, con su mercancía de piedrecillas prodigiosas, allí instalaban sus puestos de venta, en los que ofrecían aquellos amuletos santalucianos milagrosos a cuantos romeros devotos quisiera comprarlos.
El escritor vallesano Amador Garrell Alsina, en su obra "Granollers Vila Oberta" (1960), nos ofrece un testimonio de este tipo de actividad comercial y de la existencia de la costumbre local de comprar las piedecillas maravillosas, ahorrando mucho en tiempo y en esfuerzo buscado piedracitas o fósiles devocionales.
Al referirse a la
romería de Ntra. Sra. de Conovellas (Barcelona), copatrona con santa Lucía de una ermita cercana:
"También se vendían postales, y unas "piedrecitas" llamadas "de Santa Lucía" o "piedrecitas de la Virgen de Bellulla". Estas piedrecitas eran fósiles numulíticos, de superficie plana y lisa, de forma más o menos circular, del tamaño de una lenteja, blancos y con un granito en el centro que les da semejanza de un ojo." Quizás, este tipo de comercio devocional de fósiles numulíticos, pudo tener una mayor extensión geográfica y fue practicado en otros varios lugares de Cataluña, en los que existían santuarios dedicados al culto de santa Lucía de Siracusa.
8. Una octava posible explicación hipotética, podría estar basada en el hecho de que los supuestos fósiles santalucianos no fueran tales, sino alguna clase de piedrecillas rodadas aplanadas, de tonalidad clara. Un tipo particular de cantillos rodados pequeños, de contorno circular y perfil aplanado. Los cuales debido a las particulares características físicas de su material mineral o pétreo constituyente, hubieran podido originar unos pequeños objetos pétreos de forma lenticular o globular, con un aspecto vagamente semejante a ejemplares de alguna de las diversas variedades de macroforaminíferos (nummulites u otros tipos) o de opérculos de la concha de la caracola marina Astraea/Bolma rugosa. Debido a que ambos tipos de objetos eran denominados popularmente "ojos de santa Lucía", debido a su aspecto vagamente semejantes al de un globo ocular, una córnea o un iris, automáticamente, habrían sido vinculados con el santuario y la santa patrona protectora de la vista.
Dice el refranero religiosos que "la fe puede mover montañas", pero es mucho más fácil que la credulidad y la ignorancia, junto con la imaginación descontrolada, puedan transformar unas piedrecillas, comunes, o no tan comunes, en "ojos de santa", con ciertas virtudes maravillosas.
Joan Tomàs (izda.), músico y musicólogo y el folclorista Joan Amades (dcha.), a lomos de mula, camino de Coustouges, una pequeña localidad y comuna francesa situada en el departamento de Pirineos Orientales, región de Languedoc-Rosellón y comarca del Vallespir (Cataluña francesa), en 1928, yendo a recoger información folclórica catalana en el sur de Francia.
Imagen: Fundació Mestre Joan Tomàs https://mestrejoantomas.cat/personatge/joan-amades-i-gelats/
En conclusión
En este caso, como en otras ocasiones semejantes, la posible confusión popular de ciertos objetos, muy diferentes en forma y naturaleza, como si fueran una misma cosa, es debida al hecho de compartir el mismo nombre popular y no ser ambas clases conocidas por los cunfundientes, siendo un hecho muy frecuente entre todos aquellos que desconocen la duplicidad de significado del nombre compartido. Esta es la enorme utilidad de los nombres científicos que son únicos y se revisa frecuentemente la posible existencia de duplicidades.
Este tipo de situación podría haber sido el origen principal de que el folclorista J. Amades, desconocedor de la realidad material local, pudiera confundir las dos clases de objetos con el mismo nombre, pero distinta naturaleza, debido a que tanto los informantes como el etnógrafo, también ignoraban la duplicidad de opciones. Con el resultado de que pudiera recoger, de forma involuntaria y equivocadamente, la existencia de yacimientos de fósiles nummulíticos donde no los había.
El malentendido surge cuando los interlocutores desconocen la existencia de la coincidencia de nombres vulgares y, además, los dos tipos de organismos que son confundidos, no son conocidos o no son comparados entre sí, por los interlocutores que los denominan con el mismo nombre. Por estos motivos no no pueden darse cuenta de la causa de su error y de que se trata de dos objetos u organismos de distinta clase o naturaleza, pero compartiendo el mismo nombre vulgar.
Instantánea fotográfica que recoge a Joan Amades reproduciendo un gesto popular, muy extendido, que hace alusión a echo de estar atento, permanecer alerta, para que no te pase inadvertido algo importante o que no te engañen en una transacción. Lástima que, en este caso, Amades no se aplicase tal procedimiento de precaución. "Les aigües turbulentes". Bloc personal de Jordi Casadevall Camps. 23 de juliol de 2015. Imagen: https://blocs.mesvilaweb.cat/jordicc/joan-amades/
Otro aspecto a tener en cuenta es la consideración, acertada o errónea, de cuando un resto orgánico mineralizado, es un fósil o no lo es. Es frecuente la confusión de determinadas partes muy mineralizadas de ciertos organismos marinos contemporáneos, como pueden ser las conchas o los opérculos de algunos gasterópodos marinos, con los restos fósiles o "petrificados" de otros muy antiguos, con los que no tienen ninguna relación cronológica. De manera que se ha llegado a considerar y calificar, impropiamente o erróneamente, como "fósiles" a determinados objetos que, en realidad, no son verdaderos fósiles: restos subfósiles o contemporáneos. Como sería el caso de los opérculos de las caracolas marinas contemporáneas de la especie Astraea (Bolma) rugosa, que, tradicionalmente, han sido usados como amuletos protectores o como remedios caseros, en ciertas localidades, de una forma idéntica o muy semejante a como se usaban en otras algunos macroforaminíferos numulares fósiles, como fueron nummulites, assilinas, discociclinas u otros.
Muy probablemente los conocimientos geológicos y paleontológicos de J. Amades no eran suficientemente consistentes para poder cuestionar la fiabilidad de la información recibida, ni disponía de tiempo y medios para realizar comprobaciones personales "in situ". Tal vez, J. Amades tampoco tenía muchas posibilidades de contrastar la veracidad de la información recogida pues no disponía de conocimientos ni de tiempo suficiente para contrastar y verificar, apremiado por la urgencia de publicar sin parar. Quizás tampoco disponía de buenos contactos personales para poder consultar o implicar a geólogos o/y paleontólogos expertos y diligentes. Quienes hubieran podido matizar, corregir y validar o invalidar la información recogida " confiadamente" por el folclorista, sobre el terreno, antes de ser publicada por J. Amades.
Sin embargo, a pesar de predisposición a ayudar al folclorista catalán, un servidor no va a realizar ninguna peregrinación por los diferentes santuarios santalucianos catalanes, para intentar resolver el misterio y esclarecer el embrollo creado por J. Amades. Al menos no va a hacerlo en cuerpo mortal, pero nunca se sabe... por que como dice el dicho galego "A San Andrés de Teixido, vai de morto quen non foi de vivo".
De todas maneras, quien escribe este post, aceptará, muy agradecido y muy gustosamente, la información geológica y paleontológica recogida "in situ" que le sea transmitida por cualquier geólogo o paleontólogo, titulado o amateur, de reconocida solvencia en este asunto, que conozca alguno de los lugares de los santuarios santalucianos mencionados. En relación al esclarecimiento del misterio de la existencia o inexistencia de numulites o de otra clase de macroforaminíferos en lugares improbables citados por Amades.
Intentar esclarecer el embrollo paleontológico creado por J. Amades, ha sido un problema que nos ha mantenido ocupados, durante varios meses, consultado hemerotecas, artículos etnográficos, mapas e informes geológicos ocupación que ha estimulado la generación de ideas y producido la recogida de información, que una vez depuradas han sido expuestas en las cuatro entradas del blog dedicadas tratar sobre este asunto. Esta dedicación fue un reto personal motivado e impulsado por nuestra disconformidad con las afirmaciones que J. Amades publicó a principios y mediados del siglo XX. Sin embargo, teniendo en cuenta que el folclorista catalán tuvo que trabajar en unas condiciones ambientales, sociales, económicas, científicas y técnicas mucho más dificultosas que las nuestras, hay que reconocer que, a pesar de los errores cometidos, en algunas ocasiones, su trabajo tiene un enorme mérito.
Fuentes
- Amades, Joan (1951). Piedras de virtud. Revista de Dialectología y Tradiciones Populares, nº1, vol. 7, pp. 118-119
- Amades Gelats, Joan (1952). Canovelles. Costumari català. El curs de l'any, III, pp. 398-399. Ed. Salvat. Barcelona.
- Amades Gelats, Joan (1969). Costums i creences. Folklore de Catalunya, III. (pp. 1215-1216). Editorial Selecta-Catalonia, Biblioteca Perenne, 24.
- Amades Gelats, Joan (1956). Desembre, 13, Santa Llúcia. Costumari Català. El curs de l'any, V. (p. 883). Ed. Salvat. Barcelona
- Anónimo (2019). L’ermità de Santa Llúcia de Taradell. Taradell web, 12-12-2019: https://www.taradell.com/2019/12/12/ermita-santa-llucia-taradell/
- Carrera i Escudé, Manel. Aplec de Santa Llúcia: Herbes i pedres que curen els mals d'ulls.Tonyà, Aj. Garrigàs (Alt Empordà) Girona. Diumenge següent al 13 de desembre. Festes de Catalunya. http://www.festes.org/articles.php?id=1085
- Escribano Velasco, Consuelo (2015). Romerías y romeros. Ermitiella 22/09/2015: http://ermitiella.blogspot.com/2015/09/romerias-y-romeros.html
- Garrell Alsina, Amador (1960). Granollers Vila Oberta. Editorial Miquel Arimany.
- Pladevall, Antoni. “Altres noves sobre la Capella de Santa Llúcia”, Taradell: revista mensual, suplement de la ‘Hoja dominical, n. 63, desembre 1953.