miércoles, octubre 30

El registro fósil ibérico y el santoral católico, en la religiosidad popular de España y Portugal (14)

Fósiles ibéricos relacionados, por la tradición popular española, con algunos santos y santas del panteón católico (4)


Las "piedras de santa Catalina" del convento de Badaya, en Trespuentes, Álava (País Vasco) (4ª parte) 


Evolución histórica y social de las creencias y prácticas populares supersticiosas, asociadas a las "piedras de santa Catalina" del monasterio de Badaya (Álava) (Parte 2)


Las “pedres de santa Catarina” procedentes de Tierra Santa 



Introducción

Se ha conservado en el Archivo de la Corona de Aragón, una carta del Infante D. Juan, hijo  primogénito del rey Pedro IV de Aragón "el Ceremonioso" (1319 -1387), fechada en Valencia el 19 de septiembre de 1373, ordenando a un súbdito suyo llamado Bernat de sa Cot, que próximamente había de embarcarse en el puerto de la ciudad de Valencia, con destinoa Alejandría, en dirección a Tierra Santa. El motivo del viaje de Bernat de sa Cot era realizar una una peregrinación desde Alejandría hasta Damasco, con el fin de visitar diversos de los Santos Lugares que se hallaban en ese itinerario, en cumplimiento de una promesa. 
En la carta mencionada, el Infante D. Juan le ordena que durante su itinerario de peregrinaje, lleve a cabo la búsqueda, compra, recolección y transporte, de vuelta Valencia, de una serie variada de substancias, materiales, productos y objetos diversos, al ir pasando por una serie de lugares determinados de Tierra Santa. 
La mayoría de los encargos del Infante D. Juan, el futuro rey Juan I de Aragón, eran cosas que entonces se consideraban como verdaderas "reliquias sagradas", motivo por el que se les creía dotadas de milagrosas virtudes protectoras. Basándose en esta creencia eran usadas con fines preventivos o curativos, como defensa contra diferentes temores imaginarios y varias dolencias reales. Por estos motivos, las personas supersticiosas y acomodadas consideraban muy deseable su posesión, muy recomendable su adquisición y conveniente su proximidad para casos de necesidad.  
Tal vez por esa misma época histórica, durante el siglo XIV, algunos otros peregrinos de otros países europeos que viajaban a Tierra Santa, también actuaban como recaderos voluntarios o forzados, con la misión de realizar encargos semejantes, para personas supersticiosas, ricas y poderosas, con las que habían adquirido tal compromiso, por obligación de vasallaje, feudal, real o episcopal.


Las “pedres de santa Catarina” con flores

De la mencionada carta en catalán, dirigida por el Infante D. Juan al peregrino Bernat de sa Cot, hemos seleccionado unfrase por que consideramos que apoya totalmente nuestra tesis y que se presenta a continuación:
“item, [iiii peces] de les pedres de santa Catarina on ha flors”, que traducido al castellano significaría: “también, 4 ejemplares de las piedras de santa Catalina, [de aquellas] en las que hay flores


Retrato imaginario de Juan I de Aragón, apodado "El Cazador" por su desmedida afición a esta actividad recreativa. Obra de Manuel Aguirre y Monsalbe. (Ca. 1851-1854). Diputación Provincial de Zaragoza.
Imagen: Wikipedia

Creemos, con suficiente fundamento, basándonos en nuestra amplia experiencia sobre aspectos etnopaleontológicos relacionados con los equínidos fósiles, que con esta frase el Infante D. Juan de Aragón, le estaba solicitando a su vasallo Bernat de sa Cot, la recolecta o adquisición piadosa, a cambio de un donativo caritativo o limosna, de cuatro ejemplares de cierto tipo particular de erizos marinos fósiles. En este caso particular, suponemos que posiblemente, se trataría erizos marinos fósiles,del género Clypeasterpuesto que sabemos que en la parte superior del caparazón de las diversas especies de este género,  el conjunto formado por los surcos y poros del sistema ambulacral, forma unas vistosas figuras estrelladas, en relieve positivo, que se asemejan a la representación de una flor de 5 pétalos.


Aspecto del caparazón de un erizo fósil del género Clypeaster.  A la izquierda,  visto por su parte superior y a la derecha por su parte inferior. En la imagen de la izquierda puede verse claramente como el conjunto del sistema ambulacral forma una figura en relieve que se asemeja mucho a una gran flor de cinco pétalos.  El ejemplar fotografiado pertenece a la especie Clypeaster reidii, especie relativamente frecuente en el Mioceno mediterráneo
Imagen: Folklore de los Fósiles Ibéricos

También cabría la remota posibilidad de que el Infante D. Juan, en la petición de su carta, se refiriera a fragmentos de corales coloniales fósiles, del tipo llamado "corales estrellados", conocidos antiguamente como "piedras estrelladas", a las cuales también se le atribuían "virtudes protectoras" imaginarias. Tal nombre vulgar deriva del hecho que cada uno de los cálices de los diferentes pólipos individuales, excavados en la masa calcárea del esqueleto colonial comunal, se asemeja a la figura de una pequeña estrella o astro radiante... o a una pequeña "flor" de forma estrellada


Superficie de un coral colonial fósil, del tipo denominado "estrellado" popularmente eran conocidos como "piedras  estrelladas", vista con cierto grado de aumento. Se pueden apreciar los cálices con sus respectivos tabiques divisores, internos de cada pólipo individuales. Con un poco de imaginación, el conjunto formado por la columnilla central y los tabiques radiales (septos) de cada pólipo, se asemejaría a una estrellita o pequeño astro radiante
Imagen: Glossopetrae



Evidencias de recolectas paleontológicas durante el siglo XIV

Lo que sí deja muy claro esta carta de 1373, es que ya en aquella lejana época medieval,  algunos de los peregrinos que realizaban un viaje de peregrinación a Tierra Santa, para visitar algunos de los Santos Lugares, incluían en su itinerario la visita al Monasterio de santa Catalina del Monte Sinaí, para venerar sus sagradas reliquias corporales y adquirir alguna otra clase de reliquias de las denominadas "reliquias de contacto" como podrían ser anillos bendecidos, estampas o iconos, piedras figuradas. 
Además, también se hace evidente que durante su itinerario por la Península del Sinaí,   se  recolectaban ciertos tipos de fósiles, por motivos religiosos y con finalidades de uso de tipo supersticioso, los cuales por proximidad geográfica a su importante santuario y a sus sagradas reliquias, habían sido asociados a santa Catalina de Alejandría. Tales piedras con supuestas virtudes milagrosas por influencia de la santa alejandrina, luego eran transportaban hasta sus países de origen, en Europa occidental u oriental, algunas para uso y posesión propia y otras por encargo de personas principales, poderosas o/y acaudaladas que le habían hecho el encargo a un peregrino y que quizás también le habían financiado los gastos de un viaje con un itinerario tan largo, en unas condiciones muy duras y penosas y no exento de peligros pues todo el o la mayor parte transcurría por territorios musulmanes, con algunas zonas bajo el poder de tribus nómadas de saqueadores de caravanas de comerciantes o peregrinos europeos.

No hay que descartar la posibilidad de que, en algunos ocasiones, se pudieran haber producido fraudes relacionados con su verdadera procedencia geográfica, realizados por algunos suministradores pícaros o traficantes deshonestos de reliquias sagradas, dado su enorme valor como objetos protectores de uso supersticioso y el enorme riesgo que comportaba la peregrinación a Tierra Santa. 
El fraude consistiría en presentar como auténticas "piedras de santa Catalina" del Sinaí, a "piedras" del mismo tipo "más o menos", pero procedentes de otros lugares en los que no acechaba el peligro y a las que se atribuía una supuesta procedencia en el entorno del monasterio del Sinaí, aunque en realidad pudieran proceder de otros lugares menos sagrados y quizás bastante alejados del Monte Sinaí. 
Tal vez habían sido recolectadas en Egipto, o en otras partes del norte de África, o en Palestina (actual Israel), Siria o Jordania... o quizás en ciertos  lugares del continente europeo, con la intención fraudulenta de ser intercambiadas por generosas limosnas devocionales o o modestas limosnas penitenciales. 


Testimonios de viajes de monjes sinaíticos hasta algunas cortes europeas como recolectores de donativos y portadores de reliquias, desde el siglo XI

Se sabe por numerosos documentos que desde la Edad Media, monjes del monasterio del Sinaí, viajaban periódicamente hasta las diversas cortes y palacios de Europa, provistos de diversos tipos de reliquias de la santa alejandrina, con la finalidad de recoger donaciones caritativas, aportadas por reyes, príncipes y nobles occidentales con las que contribuían económicamente al mantenimiento de la comunidad de monjes, a la alimentación de los peregrinos pobres y a la reparación y restauración del santuario y del complejo  arquitectónico monástico, amurallado


Representación escultórica moderna del Duque de Normandía Richard (II) Le Bon. Vestido para entrar en combate, a la usanza de su época histórica medieval.
Imagen: Wikipedia

Sirva como ejemplo de lo anterior, el caso del monje sinaítico Simeón "el Quinquelingue", que fue encargado por el abad del monasterio de santa Catalina del Sinaí, de viajar a Occidente a recolectar una muy generosa limosna que había concedido el duque de Normandía, Ricardo II (993-1026) al monasterio de santa Catalina del Sinaí. Hacia el año de 1026 este monje y sus acompañantes, llevaron hasta la localidad francesa de Rouen diversas reliquias de Sta. Catalina, como contrapartida espiritual y forma de mostrar agradecimiento a la enorme generosidad del duque de Normandía y de su amigo el vizconde Gosselin señor d'Arqués, que además de un generoso donativo para el monasterio del Sinaí, también había decidido sufragar los gastos de fundación de un convento benedictino dedicado al culto de la Santísima Trinidad y de la Santísima Virgen María. Donde para promover el culto a santa Catalina de Alejandría, siguiendo el conejo del monje sinaíta Simeón, deberían ser expuestas sus sagradas reliquias en una capilla. Estas reliquias consistían en una falange de un dedo de la mano de la santa y de una copa llena del licor oleoso perfumado que brotaba milagrosamente de su sepulcro, con el que conseguía curar diversos problemas salutíferos. 
Estas primeras reliquias de santa Catalina llegadas a Normandía, en el siglo XI, contribuyeron de forma muy notable al conocimiento de su figura sagrada y a la difusión de su culto en toda Francia. 

Con el paso del tiempo, la fama y popularidad de las milagrosas reliquias de santa Catalina de Rouen se fueron extendiendo a las regiones vecinas y era tan grande la atracción ejercida sobre sus devotos franceses que de todas partes de Francia acudía un gran número de peregrinos para venerar las milagrosas reliquias. La fama que propagaron todos aquellos que se habían beneficiado de su milagrosa influencia benéfica favoreció que los verdaderos patrones del santuario, primero pasasen a un segundo plano, para acabar siendo totalmente eclipsados por la fama de la santa alejandrina. De manera que aquel nombre que primero fue popular, al cabo de pocos años se convirtió en el nombre definitivo, con lo aquel santuario y el convento, pasaron a ser conocidos y denominado oficialmente como Santa Catalina del Monte, por estar edificado en la cima de un altozano. 


Posibles influencias culturales y orígenes orientales, en el surgimiento del fenómeno devocional alavés y de otros países europeos

La existencia de una carta fechada en el año de 1373, enviada por el Infante D. Juan, hijo  del rey Pedro III de Aragónmencionada en el párrafo anterior, ordenando a un súbdito suyo llamado Bernat de sa Cot, que le traiga de su próximo viaje de peregrinación a Tierra Santa varias "piedras de santa Catalina", de un tipo particular, "de aquellas en las que hay flores"  sienta un precedente histórico de que el nombre particular de "piedras de santa Catalina", para identificar una clase de fósiles, procedentes de Oriente Próximo, ya era usado en el siglo XIV. Lógicamente, siendo santa Catalina de Alejandría la santa más importante de la Iglesia en la época medieval y que su monasterio del monte Sinaí era el más importante de toda la cristiandad, pues en el se conservaban sus sagradas reliquias, está claro que las deseadas piedras milagrosas debían proceder de algunos lugares de la Península del Sinaí, no muy alejados del citado monasterio sinaítico.


Vista general del Monasterio de santa Catalina del Monte Sinaí, que aparece al fondo. El complejo monástico, está amurallado para protegerse de los ataques de los salteadores del desierto. Está  formado por varias iglesias, regidas por diversas confesiones religiosas, incluye una mezquita musulmana. Las reliquias de santa Catalina, se conservan en un santuario regido por monjes ortodoxos griegos y solo tienen acceso a ellas los devotos pertenecientes a la religión ortodoxa.
ImagenMonasterio de Santa Catalina del Sinaí,

Existe la posibilidad de que la instauración del culto a santa Catalina, en este lugar de la sierra de Badaya, no sea producto de un capricho devocional de un noble caballero, el Señor feudal de Iruña, sino que tenga algo que ver con la presencia, en aquel lugar, de alguna persona que previamente hubiera estado "Tierra Santa" y hubiera visitado el Monasterio de santa Catalina de Alejandría del Monte Sinaí. Ya fuese la estancia en la Península del Sinaí con motivo de haber realizado alguna peregrinación penitencial a los "Santos Lugares" o por haber participado en alguna de las diversas Cruzadas, organizadas para la defensa o reconquista de los "Santos Lugares" cristianos, en poder de los musulmanes
La Primera Cruzada se desarrolló a finales del siglo XI (1095/6-1099), la Segunda Cruzada se desarrolló a mediados del siglo XII (1144-1148) y la La Tercera Cruzada hacia finales del siglo XII (1187-1191), es decir, tiempo antes de la construcción o adaptación y consagración de la ermita primitiva de santa Catalina de Badaya. Por lo que la presencia en el lugar de Badaya, de alguna persona que hubiera participado en la Tercera Cruzada no resulta imposible, bien com soldado de la guarnición, bien como ermitaño anacoreta en alguna de las cuevas cercanas. 


Foto de satélite de la Península del Sinaí (Egipto) donde aparece situada la ubicación del complejo monástico del Monasterio de santa Catalina del Monte Sinaí. En el que se conservan las reliquias más importantes de la santa.
Imagen: Google Maps

La hipotética estancia de esa persona en la zona de Oriente Próximo, denominada "Tierra Santa" le habría permitido conocer la particular vinculación religiosa, allí establecida entre la santa Virgen y Mártir de Alejandría, con algunos tipos particulares de "piedras" (fósiles) existentes en ciertos lugares que eran atravesados por las rutas que conducían al monasterio de santa Catalina del monte Sinaí, tanto si se seguía el itinerario que partía desde Alejandría (Egipto) como si se seguía el itinerario que partía desde Jerusalén (Israel) o Damasco (Siria), según la ruta marítima que se hubiera seguido al iniciar el peregrinaje "Tierra Santa" por el mar Mediterráneo.

En toda la Península del Sinaí, abundan los yacimientos paleontológicos con abundante fauna marina fósil, unos del Mesozoico, tanto del Jurásico como del Cretácico, así como otros del Cenozoico, del Eoceno y del Mioceno.
En realidad se trataría de los fósiles de ciertos tipos de erizos marinos que resultan bastante abundan en los yacimientos de la zona y muy atractivos a la vista por sus formas. Tal asociación habría sido establecida por los devotos de la santa que habiendo peregrinado desde Alejandría o desde Jerusalén hasta el remoto monasterio dedicado al culto y veneración de sus reliquias, situado en la Península del Sinaí, habían atravesado lugares donde abundaban restos fósiles de fauna  marina.


Mapa geológico y geomorfológico de la Península del Sinaí. La antigüedad geocronológica de los diferentes materiales geológicos y de las distintas zonas geográficas peninsulares, aparece representada con distintos colores simbólicos. 
Imagen: Morphotectonics inferred from the analysis of topographic lineaments auto-detected from DEMs: Application and validation for the Sinai Peninsula, Egypt

Según una leyenda eclesiástica, tras el martirio, el cadáver de la santa fue trasladado volando por los aires, transportado por ángeles desde el lugar del martirio, en Alejandría, hasta la cumbre de una montaña que forma parte del monte Sinaí, llamada monte Catalina (Gabal Katrîne) o de Santa Catalina (Gebel Sant Kathrine), donde se conservó milagrosamente incorrupto a la intemperie, hasta que 500 años más tarde, fue descubierto, trasladado y protegido en la primera ermita dedicada a su culto, levantada en la cima de aquella montaña sagrada que pasó a llevar el nombre de la santa. Posteriormente, en la base del monte Sinaí, se levantó el monasterio que aún se conserva en la actualidad, para rendir culto a la santa y conservar y venerar sus reliquias, bajo la jurisdicción de la Iglesia Ortodoxa Griega.



miércoles, octubre 16

El registro fósil ibérico y el santoral católico, en la religiosidad popular de España y Portugal (13)

Heraclio ASTUDILLO-POMBO, Universitat de Lleida

Fósiles ibéricos relacionados, por la tradición popular española, con algunos santos y santas del panteón católico (3)


Las "piedras de santa Catalina" del convento de Badaya, en Trespuentes, Álava (País Vasco) (3ª parte) 


Evolución histórica y social de las creencias y prácticas populares supersticiosas, asociadas a las "piedras de santa Catalina" del monasterio de Badaya (Álava) (Parte 1)


Introducción

Sobre las antaño famosas "piedras de santa Catalina" de Badaya (Micraster coranginum), se trató con bastante detalle y de una manera global en este mismo blog en la entrada publicada el 18 de noviembre de 2018. Hoy se va a continuar, con el mismo asunto pero profundizando en algunos aspectos históricos, sociológicos, arqueológicos y geológicos muy interesantes desde nuestro punto de vista. Que se han considerado como una información complementaria de conocimiento muy conveniente, que permite situar mejor y valorar más objetivamente el fenómeno de las "piedras de santa Catalina" de Badaya, dentro de sus contextos histórico, cultural y geográfico, particulares. En una futura y próxima entrada, se espera poder concluir este capítulo extra, de ampliación de los canocimientos fundamentales sobre las antaño populares "piedras de santa Catalina".


Aspecto de una de las llamadas popularmente "piedras de santa Catalina" (Micraster coranginum), con su típica forma acorazonada y sus cinco surcos radiales, que según como se iluminen, solo resultan visibles 4 por lo que se ve más claramente una marca en  forma de cruz.
Imagen: Natural History Museum of London



Primera etapa histórica (s. XIII-XIV)

El inicio del proceso de asimilación social y cultural de aquellos erizos fósiles del género Micraster que podían observarse en un determinado lugar de la Sierra de Badaya (Álava), tiene que seguir al descubrimiento del fenómeno paleontológico de su presencia sobre el terreno y al de su interpretación sobrenaturalista por considerar que la causa de la formación de aquel tipo de "piedras" tenía que ser sobrenatural, debido a su extraño y llamativo aspecto
Aquellas primeras etapas de sorprendente descubrimiento y de interpretación fabulosa de aquel fenómeno paleontológico, luego irían seguidas del proceso social de asociación mágico-religiosa o hagiográfica con un determinado personaje sagrado. En este caso concreto, se optó por relacionarlas con santa Catalina de Alejandríala santa más importante de la iglesia católica, en aquella época medieval.
Seguidamente se iniciaría el proceso de aprovechamiento o de utilización social de aquellas extrañas "piedras" (erizos fósiles), con finalidades de uso supersticioso de tipo protector o benéfico. Pues tratándose de un tipo de "piedras de origen prodigioso" o de "formación maravillosa", supuestamente "localizadas" y "marcadas" por la voluntad divina y vinculadas con santa Catalina de Alejandría, se suponía que estarían cargadas de alguna clase de"fuerza ", "virtud" o "poder mágico", de efectos milagrosos por lo que serían capaces de ejercer algún tipo de efecto protector sobre su entorno físico o sanador sobre su entorno  social. 
Si se estima oportuno, para conocer detalles sobre este aspecto, véase: "Algunos usos supersticiosos conocidos, de las piedras de santa Catalina de Badaya", información contenida en la entrada publicada el 18 de noviembre de 2018.

Según la opinión de algunos autores que las citaron en sus escritos, este tipo de "piedras" habrían aparecido de una manera brusca, espontánea e instantánea en aquel lugar, la mayoría de ellos incluso fijaban una fecha concreta para el inicio del portento geológico, la de 1474. Fecha que correspondería con el recambio de órdenes religiosas, responsables del mantenimiento del culto a santa Catalina en su santuario de Badaya. Según otros autores, el prodigio se produjo con la llegada de los nuevos ocupantes religiosos, al convento  abandonado, pocos años antes (1471), por la comunidad precedente de frailes jeronimianos, (O.S.H.), ahora sustituidos por un grupo de frailes agustinianos (O.S.A.) 

Según la opinión de otros autores, aquel tipo de "piedras" se habían estado formando desde siempre, lentamente en el interior de las rocas de una montaña de aquel lugar, situada junto al convento de santa Catalina de Badaya. Dentro de las laderas, aquel tipo de piedras, iban  creciendo y madurando lentamente, hasta que cuando habían completado su proceso de crecimiento y maduración, finalmente afloraban y se desprendían. Constituyendo su formación y presencia, en aquel preciso lugar de la sierra de Badaya, una señal natural que expresaba la voluntad divina: la petición de construcción de un santuario dedicado al culto de santa Catalina de Alejandría en aquel punto

Se muestra a Santa Catalina de Alejandría, dominando toda la composición. La rodean los objetos con que la santa fue torturada, representando un ideal de dulzura y tranquilidad femenina, pero no como una joven aristocrática, sino como una sencilla muchacha de pueblo. Obra de Caravaggio, óleo sobre lienzo (1597-1598), expuesto en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid. 
Imagen: Wikipedia

Además de la vinculación directamente establecida con la santa Virgen y Mártir alejandrina, por evidentes motivos de una gran proximidad geográfica al inicial y primitivo santuario de santa Catalina de Alejandría, en aquel lugar de la sierra de Badaya, se habría establecido una segunda causa de vinculación indirecta, basada en la interpretación de ciertos aspectos morfológicos característicos de aquel tipo de piedras. 
Debido a la forma acorazonada de esta clase de "piedras", basándose en la antigua y popular "teoría de las signaturas", se creía que esta característica tenía una clara función simbólica que serviría para manifestar de forma visible su extraordinario amor místico a Jesucristo, pues este tipo de sentimiento, entonces igual que ahora, se creía que surgía en el corazón humano.
Además, estas piedras presentaban en el dorso unas serie de marcas radiales que fueron interpretadas como una representación prodigiosa, de origen natural, de los radios de la rueda martirial, el instrumento usado por sus verdugos paganos para torturar a esta santa. 


Primera fase: construcción de la casa-fuerte y torre de vigilancia de los señores de Iruña (finales del s. XIII- inicios del s. XIV)

Suponemos que la invención de todas estas interpretaciones fantasioso-simbólicas partiendo de las características morfológicas naturales antes mencionadas de los ejemplares de Micrasterforzosamente tienen que estar ligadas al proceso de construcción en la sierra de Badaya del primer edificio importante de la zona. La importancia local de la casa-fuerte y torre de vigilancia del señor de Iruña, se debía a su función defensiva y a la relevancia social de su propietario, se habría visto aumentada al ser edificada coincidiendo con un lugar  en donde abundaba este tipo de fósiles, 
Esta fase constructiva, puramente militar, tuvo que ser anterior y previa la fase de construcción religiosa en la que se levantó el primer santuario dedicado al culto de santa Catalina de Alejandría, en la sierra de Badaya. 
Algunos autores antiguos, precisamente argumentaban que fue la abundante presencia de este tipo de "piedras marcadas" en aquel lugar de la sierra de Badaya, aquello que determinó la construcción de un santuario dedicado a santa Catalina en aquel lugar. Pues afirman que  algunas personas del lugar, con cierta autoridad moral y conocimientos en iconografía religiosa,  interpretaron aquella acumulación de "piedras señaladas" como "una señal del cielo" o como un "mandato divino" que le recomendaba/solicitaba a los hombres, y a él en particular como propietario feudal de aquel lugar, que iniciaran, en aquel punto preciso de la sierra de Badaya, la construcción de un santuario dedicado al culto de aquella santa Virgen y Mártir. Probablemente el intérprete de los designios divinos debió ser algún consejero religioso o capellán del señor Martínez de Iruña. 
Este hecho, real o imaginario, no estaría en contradicción con lo que se ha dicho anteriormente: primero se construyó el edificio con fines militares y luego de pasar un tiempo, se construyó el edificio con fines religiosos o espirituales. En nuestra opinión personal, creemos que tal cosa se habría podido realizar fácilmente y con pocos gastos,  aprovechando una parte del patio de armas, para reconvertirla en una pequeña capilla, de uso privado, dedicada al culto y a la veneración de una pequeña imagen de santa Catalina de Alejandría.
Por lo tanto, suponemos que las primeras relaciones sociales y culturales, de tipo religioso y supersticioso, establecidas con los erizos fósiles del género Micraster, existentes en aquella zona de la sierra de Badaya, en el mismo lugar en donde posteriormente a principios del siglo XV se construiría el primer monasterio de Badaya, debieron iniciarse hacia finales del siglo XIII principios XIV. Probablemente, tal hecho debió coincidir con la construcción de una casa fuerte defensiva que estaba asociada a una torre de vigilancia. Este conjunto era un elemental complejo arquitectónico para uso militar, construido en aquel lugar con la finalidad de vigilar la Llanada alavesa y el Llano de Vitoria, pero también para proteger aquel lugar contra la penetración de pequeños grupos enemigos. Aquel lugar había sido elegido por sus características topográficas favorables. La primera era su altitud y posición geográfica, las cuales le permitían disponer de una buena visibilidad sobre la lejana Llanada alavesa, para poder observar si allí producían movimientos de tropas. La segunda característica estratégica interesante era que justo por allí pasaba un antiguo camino de origen romano, usado para atravesar la sierra de Badaya, por lo que aquel lugar era un punto delicado en las condiciones de seguridad que ofrecía la muralla natural constituida por la sierra de Badaya. 


Posible aspecto de la casa fuerte-torre de defensa, en el momento de su construcción, según una reconstrucción digital, realizada por el arquitecto Daniel Luengas Carreño (UPV/EHU) basada en el estudio de algunas antiguas estructuras arquitectónicas conservadas en los muros de las ruinas actuales del antiguo convento de santa Catalina de Badaya
Imagen: Askegi, 10. 2016

Probablemente el proceso de difusión sociocultural del fenómeno etnopaleontológico de la sierra de Badaya, consistente en la interpretación popular de tipo fantasioso y supersticioso, para justificar la presencia en aquel lugar de aquellas extrañas"piedras" (los erizos fósiles) para justificar la causa de que tuvieran una forma tan característica y particular. Igualmente se habría iniciado entonces la asociación de creencias supersticiosas con aquellas extrañas"piedras", atribuyéndoseles unas supuestas virtudes mágicas. En sus inicios, aquel fenómeno sociocultural, debió tener una amplitud social muy reducida y una escasa extensión geográfica, que con el transcurso de los años y el paso de transeúntes, en uno u otro sentido, por aquel lugar, se habría ido ampliando de manera muy lenta. Por ello
suponemos que el conocimiento de las "piedras prodigiosas", inicialmente, solamente abarcaría a la tropa de la pequeña guarnición en la casa fuerte-torre de vigilancia, a la población que residía en las aldeas más próximos al lugar, que utilizaran el camino situado junto a la torre de vigilancia y la pequeña ermita de santa Catalina, aneja, cuya imagen presidía el santuario y ejercía el patronazgo sobre todo aquel lugar. 


Grupo de soldados medievales, situados en un altozano, observando algún lugar lejano, para detectar la presencia o movimiento de tropas, amiga o enemigas
Imagen: Wikipedia

Entre los conocedores del fenómeno también podrían incluirse a algunos de los transeúntes de aquel camino, de procedencia o destino mucho más lejanos,  que se veían obligados por algunas circunstancias particulares a tener que pasar por aquel lugar
Sería muy probable que más de un transeúnte ocasional, casualmente, por ser más observador o porque alguna de aquellas "piedras" hubiese rodado hasta el borde del camino, hubieran podido ver y recoger alguna de aquellas extrañas "piedras acorazonadas" . 
Probablemente aquellas "piedras" resultarían más visibles y más abundantes después de haberse producido algún episodio de fuertes lluvias o tras el paso de densos rebaños de ovinos, por las laderas situadas sobre el camino. Es posible que aquellos transeúntes "afortunados" por el hallazgo de alguna de aquellas raras "piedras", quizás hubieran preguntado por ellas a los componentes de la guarnición militar allí instalados, estimulado por su sorpresa o por su curiosidad, pues supondría que aquellos soldados lugareños estarían familiarizados con ellas y conocerían detalles.  

El camino rural secundario que pasaba junto a la torre de vigilancia y la ermita, era un antiguo camino de origen romano que permitía atravesar la barrera orográfica que representaba la sierra de Badaya, en ambos sentidos. Ya fuera partiendo desde cualquiera de las poblaciones más próximas de la Llanada alavesa, que viajaban en dirección norte. Después de haber atravesado la sierra, el camino se bifurcaba, dirigiéndose uno de los dos ramales hacia el valle de Cuartango, mientras que el otro se dirigía hacia el Noroeste, muy probablemente, con destino al puente de La Encontrada, construcción que le permitiría cruzar el río Baya, en un punto cercano a Abornicano. La segunda opción era seguir el mismo itinerario, en sentido inverso, en dirección a Vitoria y la Llanada.

Imagen de santa Catalina de Alejandría, supuestamente procedente del santuario del monasterio agustiniano, trasladada cuando se clausuró el convento por efecto de la Desamortización. Representación en la que aparece coronada, sujetando en su mano derecha la palma del martirio y en su mano izquierda la rueda de cuchillas del tormento.
Imagen: Archivo 

La primera etapa histórica de veneración de la imagen de santa Catalina y de las raras "piedras" a ella asociadas, ha de coincidir con la consagración en la sierra de Badaya de su primitivo, minúsculo y austero santuario, de estilo románico, integrado en un enclave militar, durante los siglos XIII-XIV. Esta época histórica  coincide con el final de los enfrentamientos contra las tropas musulmanas instaladas un poco más al sur, pues el proceso de reconquista cristiana de aquel territorio, estaba forzando el retroceso de los invasores musulmanes, más hacia el sur. Simultáneamente también existían tensiones militares entre el reino de Castilla y el reino de Navarra, con motivo de ciertas disputas territoriales, sobre la propiedad de ciertas poblaciones, castillos y territorios fronterizos existentes en aquella zona alavesa.

En documentos de tiempos recientes (siglos XIX-XX) se recoge la creencia popular tradicional existente en territorios vascoparlantes de que este tipo de erizos fósiles del convento de santa Catalina de Badaya, eran considerados como un tipo particular de "piedras sagradas", pues se referían a ellas como "piedras benditas", eran llamadas en euskera "Harri-Bedeinkatuak". Tal creencia y tal nombre, populares vascos, seguramente derivaban del hecho de conocer su existencia/procedencia en el entorno físico del primer santuario, construido en aquella región, para rendirle culto religioso a una santa muy importante: santa Catalina de Alejandría, Virgen y Mártir, gran patrona de la Iglesia católica medieval, junto con san Agustín obispo de Hipona.



Sobre la primera ermita y la primera imagen de santa Catalina de Alejandría, en la sierra de Badaya

El inicio de la recolecta popular de fósiles de Micraster, entre los siglos XI y XIV, se tuvo que deber al hecho de que este tipo de fósiles fueron identificados como una clase de "piedras marcadas" o "signadas", con alguna finalidad concreta por voluntad divina, con unos signos bien visibles que eran reconocibles como los símbolos o atributos iconográficos típicos de santa Catalina de Alejandría. 
La asociación de aquel tipo de "piedras" con la santa alejandrina, virgen y mártir, se hizo por dos motivos que resultaban bastante "evidentes". El primero, era que tenían una forma acorazonada, interpretada en clave sobrenatural milagrosa como que la piedra expresaba simbólicamente el extraordinario amor místico que santa Catalina de Alejandría había sentido hacia Jesucristo. Incluso existió otra leyenda, según la cual durante una visión mística, se le apareció Jesucristo niño, en brazos de su Madre la Virgen María y le entregó un anillo de compromiso divino de contraer "Desposorios místicos" o "Esponsales místicos"  con ella, por este motivo cuenta la leyenda devocional que cuando su padre le transmitió la petición de su mano de algunos nobles pretendientes, ella le dijo que no podía aceptar por que ya estaba comprometida con otro pretendiente mucho más noble, sabio y poderoso que aquellos.  
El segundo motivo "evidente" de vinculación con santa Catalina de Alejandría era que aquellas piedras de forma simbólica y formación prodigiosas, mostraban inscrito en su superficie un diseño radial, en forma de cruz de 4 o 5 brazos, interpretado como una representación del símbolo o atributo iconográfico de santa Catalina de Alejandría, Virgen y Mártir: la rueda del martirio, con la que la habían torturado los paganos
Según algunos autores, esta interpretación sobrenatural y la vinculación con la santa, fueron motivos suficientes para "entender" que era voluntad de Dios que se levantase un santuario dedicado a aquella santa en aquel lugar.


Bloque diagrama representando el estado de edificación del terreno, durante la primera fase de ocupación humana del lugar (s. XIII-XIV): La casa fuerte y torre de vigilancia con un patio de armas anejo. 
Según nuestra opinión personal, la primera ermita dedicada al culto de santa Catalina, se habría podido ubicar en el primitivo patio de armas de la torre de vigilancia, pues era fácil y barato reconvertir aquel espacio militar amurallado, en una pequeña iglesia, dedicada al culto de santa Catalina de Alejandría de uso privado o semiprivado.
Imagen: Cortesía de Daniel Luengas Carreño. Arquitecto

Por lo tanto, suponemos que las primeras búsquedas de aquellas "piedras de santa Catalina" debieron producirse entre los siglos XIII y XIV, coincidiendo con la consagración  del primer santuario, siendo recolectadas en los alrededores de aquella ermita románica, aneja a la torre de vigilancia, que fue el primer santuario construido con la finalidad de rendir culto de veneración a santa Catalina de Alejandría, por medio de la primera representación escultórica, una talla en madera o piedra de estilo románico, como correspondería  en esa época histórica. 

De aquella ermita primigenia, actualmente se desconoce todo lo referente a ella, su ubicación exacta, si era anterior a la construcción de la casa-torre medieval o si fue construida por los primeros señores feudales de Iruña, quienes habrían pagado a su costa la construcción del santuario anejo a la casa fortificada y a la torre de vigilancia. Siendo señor y  propietario del lugar es lo más lógico y probable. Este ancestro medieval, de los Señores Martínez de Iruña, que fueron patronos fundadores del futuro monasterio y santuario de santa Catalina, custodiado por monjes jeronimianos, construido entre 1405 y 1411, se anticiparon a sus descendientes algunos años, en realizar un tipo de obra piadosa mucho más sencilla y austera, quizás con fines religiosos semejantes, tal vez penitenciales o votivos

Aquel primer santuario levantada en la sierra de Badaya, consagrado al culto de santa Catalina de Alejandría, al estar asociado a una torre destinada a la vigilancia y a la defensa militar, debió ser de uso privado o semiprivado y de dimensiones muy modestas. Posiblemente, por motivos de seguridad y protección del contenido sagrado, debió estar integrado, total o parcialmente, al edificio de la casa fortificada y torre de defensa, complejo precursor de la casa fortificada propiedad de los Martínez de Iruña, señores feudales y propietarios de todos aquellos terrenos conquistados a los "moros". 


















Dibujo original de Jaime Díez Morlán, representando idealmente el aspecto del paisaje densamente boscoso de la zona de la sierra de Badaya, tal como debía ser hacia en el siglo XIII-XIV. En la zona central-derecha se ha representado la hoyada y el resalte rocoso sobre el que posteriormente se construiría la casa-fuerte y torre de vigilancia del señor de Iruña, localidad que aparece al fondo a la izquierda, rodeada por un meandro del curso del río Bayas.
Imagen: Sierra Brava, Santa Catalina de Badaya. Equipo Atalaya

                                                                                                                                                                    El edificio de la torre-vivienda fortificada, había sido levantado en aquel lugar de la sierra de Badaya, precisamente para la vigilancia y defensa militar de aquel lugar por ser de gran importancia estratégica. Debido a su posición topográfica por allí pasaba un camino que atravesaba la sierra de Badaya, siendo una zona de fácil penetración donde se debía impedir el paso a las tropas enemigas, musulmanas o cristianas y, además debido a su posición geográfica, tenía muy buenas vistas sobre el llano de Vitoria, desde donde podían llegar las tropas enemigas, permitiendo la vigilancia permanente de la guarnición de la torre, avisar tropas de refuerzo para prevenir un ataque por sorpresa. 
Sus gruesos muros y pequeños y estrechos ventanales (saeteras) debían proteger y albergar sin grandes comodidades y poco espacio disponible, si llegaba la ocasión, al señor de Iruña y a la pequeña tropa que de forma permanente actuaría como una guarnición de observación, más propiamente, que con funciones defensivas. Pero que, en caso de necesidad, quedarían resguardados tras sus muros. Protegidos temporalmente de las acciones violentas generadas por las incursiones bélicas de las tropas sarracenas o de otros reinos cristianos beligerantes, procedentes de sus asentamientos en el llano vitoriano




Continuará