Leyenda de "el monstruo de la Ribera del río Ruecas", en Cañamero, Cáceres (Extremadura) (Primera parte)
Introducción
El río Ruecas, afluente tributario del río Guadiana, nace en la cara sur del Monte de los Montes, en el pico de la Villuerca (1.601 m.), risco en el que brotan cinco fuentes que van a dar sus aguas a otros tantos valles y dando origen a sus correspondientes ríos: Almonte, Viejas, Ibor, Guadalupejo y Ruecas.
El río Ruecas nada más nacer, en su cabecera, ya recoge el agua varios arroyos siempre vivos, son los de la Celada, la Quebrada y el del Brazo, por lo que el río Ruecas a pesar de tener un caudal modesto y oscilante, es un curso de agua permanente.
Multitud de cuentos, leyendas y creencias extremeñas están protagonizadas por serpientes y lagartos míticos con capacidades extraordinarias. Algunas leyendas antiguas relacionan a esas serpientes extraordinarias con la protección de tesoros fabulosos, ocultos bajo tierra, en lugares donde existen, lagos, ríos, fuentes o cuevas.
En otras leyendas el monstruo fluvial es una metáfora mítica o "alter ego" fabuloso del comportamiento real del propio curso de agua, que con su conducta impredecible, caprichosa y casi incontrolable, que a veces resulta violenta y en ocasiones destructora e incluso puede llegar a ser mortífera. Pero que habitualmente, cuando fluye pausadamente, concede a los humanos de su proximidad el beneficio de la fertilidad del riego, el aprovisionamiento de agua de boca y el don de la fuerza motriz de sus aguas.
Imagen: Spirits and Guardians of the Sea
Antiguamente, en el valle del río Ruecas, debió haber más de treinta pequeños molinos, en la parte alta del río, de los que hoy podemos asegurar, al menos, la existencia segura de once de ellos. De los que, en su mayor parte, solo quedan unos pocos restos en pie, corresponden a restos basales de muros y paredes, algunas pocas piedras esparcidas en derredor, los canales o acequias de conducción del agua del río hasta el molino y el cárcavo o espacio hueco bajo el molino, en donde giraba el rodezno o rueda hidráulica, cuando recibían la presión del chorro de agua que la hacía girar y con cuya rotación se hacía funcionar toda la maquinaria molinera móvil, situada en la parte superior, de los molinos de agua, la pieza principal de la cual la constituía la "piedra volandera" cuyo giro tranformaba el grano en harina. Todos aquellos viejos molinos de agua cañameranos, para poder aprovechar la fuerza hidráulica del modesto y oscilante flujo de agua del Ruecas mediante la construcción de pequeñas represas o "pesqueras" con las que retenían una pequeña parte del caudal fluvial, creando unos mínimos embalses. Estos azudes molineros estaban provistos de un canal lateral que conducía el agua sustraída al río por medio de una acequia excavada en el correspondiente márgenes fluvial en donde estaba construido el molino.
Dibujo esquemático, pero muy detallado, mostrando las diversas instalaciones arquitectónicas y mecánicas, típicas de un antiguo molino hidráulico.
Imagen: Pinterest
De todos aquellos numerosos molinos de agua que habían existido antiguamente en el valle del río Ruecas, desde la Edad Media hasta el siglo XVIII, al final de esa época, solamente se se mantuvieron en funcionamiento once de ellos. Por la toponimia y algunos restos materiales, se sabe que fueron: un batán, un martinete y nueve molinos harineros. De aquellos viejos ingenios hidráulicos, en el siglo XIX ya solo quedaban nueve en funcionamiento y todos era molinos harineros. A principios de la década de 1960, de aquellos nueve molinos harineros que todavía seguían funcionando a principios de siglo XX, solamente funcionaban cinco, todos los demás habían ido cesando en su actividad, en años anteriores. La legislación vigente era contraria a la actividad artesanal y la competencia en los precios, a la baja, de la eficiente producción industrial conseguida en las modernas fábricas harineras, hicieron que todos los viejos molinos harineros artesanales, fueran cesando en su actividad productiva, uno tras de otro, el último molino en dejar de funcionar, lo hizo en 1978.
Una vez perdido su antiguo uso, algunos pocos de aquellos antiguos edificios clausurados que no se habían venido a tierra, fueron reaprovechados con alguna otra finalidad, como almacén agrícola, como cuadra, como merendero, etc.
El "Molino del Charco de la Nutria"
En la actualidad, de casi todos aquellos viejos ingenios hidráulicos, solamente quedan las ruinas, más o menos visibles sobre el terreno, medio cubiertas por la vegetación rampante silvestre. De algunos solamente se conservan los topónimos correspondientes que hacen mención al tipo de actividad, al nombre del lugar o al nombre o apodo del antiguo propietario. De uno de ellos, solamente quedan unos pocos restos que permiten deducir que allí existió un molino de agua, al que está asociada una curiosa y antigua leyenda popular. Como estuvo situado cerca del denominado "Charco de la Nutria", se ha conservado el nombre toponímico de "Molino del Charco de la Nutria" o el de "Molino de la Nutria". En la actualidad, los únicos restos visibles de aquel antiguo molino, son los que aún quedan de la vieja pesquera, realizada con un grueso y alto muro de piedra cuarcítica, tomada con argamasa. Para el cauce de desviación de agua hasta el molino que debió tener unos 50 m. de longitud, se aprovechó una grieta natural, existente en las capas de la cuarcita del margen fluvial. Otros pocos restos de las antiguas instalaciones molineras que aún quedaban visibles anteriormente, desaparecieron al trazar sobre ellos un carril para la circulación de los grandes y pesados camiones que participaron en las obras de construcción del muro de la presa del pantano del Cancho del Fresno, construido entre 1985 y 1987, pues el lugar está situado muy cerca de la base de la presa de ese embalse.
Perfil transversal del valle fluvial del río Ruecas, en la zona del desfiladero, mostrando el paisaje característico de esta zona. El río discurre entre el verde cinturón arbolado que flanquea el lado izquierdo de la carretera, trazada sobre la parte baja del valle.
Imagen: Embalse del Cancho del Fresno. Villuercaching
Este legendario molino de agua estuvo situado en la zona hoy denominada "Desfiladero del río Ruecas", pues discurre encajado por un profundo desfiladero durante poco más de unos dos kilómetros, al noreste del pueblo de Cañamero, flanqueado por las altas crestas de cuarcitas armoricans de las sierras de Los Castillejos y de La Lóriga, del Risco del Castillo y del Risco de Las Cuevas. Este encajamiento del Ruecas ha sido posible gracias a la erosión fluvial favorecida por la existencia de una larga falla tectónica que recorre el fondo del tajo por el que fluye el río. El encajamiento del Ruecas se extiende desde la presa del Embalse del Cancho del Fresno hasta el inicio de la vega de los Huertos del Río, cerca de la localidad de Cañamero. En el corte geológico realizado por la erosión fluvial, se pueden observar los materiales ordovícicos que van desde la Cuarcita Armoricana hasta la base del Silúrico, el río discurre por el desfiladero cuyas paredes están formadas exclusivamente de cuarcitas armoricanas.
Aspecto del cauce y de las riberas del río Ruecas, en las inmediaciones del viejo "Molino del Charco de la Nutria". La densa vegetación que cubre los márgenes del río y los peces que habitan sus aguas permiten la existencia de nutrias.
Imagen: Embalse del Cancho del Fresno. Villuercaching
La entrada de hoy se dedicará a presentar las dos versiones tradicionales de una antigua leyenda popular, asociadas a ese lugar del valle del río Ruecas, al antiguo molino que allí existió, a su infortunado molinero y al terrible monstruo fluvial que provocó la destrucción de todo y que dejó marcado el rastro de su huida en la superficie de la roca viva.
Se presenta y se comentan en este blog las dos versiones de este relato legendario popular, por que la motivación narrativa es de base paleontológica (cruzianas o crucianas), su función social era la de hacer comprensible el origen de unas formas bien visibles en la roca que entonces, en la época de su invención (s. XVIII-XIX) resultaban incomprensibles e inexplicables para el pueblo llano.
El motivo de la creación del relato popular era la necesidad de transmitir, a otros, la interpretación particular de una serie de "icnitas de desplazamiento", con aspecto de cordones, cuerdas o sogas onduladas, causadas por el desplazamiento bentónico de algunos trilobites ordovícicos, cuando este territorio extremeño, hoy emergido, constituía entonces un blando fondo submarino, de eso hace hoy 450 millones de años.
Dibujo de detalle, reproduciendo un fragmento de losa cuarcítica, ordovícica, mostrando los curiosos relieves serpentiformes que las cruzianas aportan a las piedras que las contienen. Es precisamente por esta característica que, hace pocos años, han empezado a ser recogidas y luego usadas como adorno arquitectónico mural.
Dibujo realizado a partir de una de las muestras de cruzianas recogidas y estudiadas por el geólogo portugués Nery Delgado, actualmente talas muestras están conservadas en el Museo Geológico de Lisboa.
Imagen: Historia da geologia
La antigua leyenda era conocida entre los habitantes de Cañamero (Cáceres) de antaño, con el título de "El monstruo de la Ribera del río Ruecas" o "El monstruo del río Ruecas". Estando vinculada la narración fabulosa con el lugar que antaño ocupaban unas antiguas y escasas ruinas molineras, situadas, aguas arriba, y muy cerca del remanso conocido como el "Charco de la Nutria", un remanso natural de muy poco fondo y escasa corriente que forma el río Ruecas, lugar tradicionalmente usado como zona de baños, en los meses calurosos del verano. Actualmente, el entorno del antiguo molino ha sido acondicionado como zona recreativa y convertido en área de "pic-nic". Probablemente muy pocos usuarios de los muchos que ahora utilizan el lugar saben algo de la existencia del legendario molino que antaño existió unos metros más abajo y, menos aún, de la vieja leyenda a él asociada.
Imagen: Charco de la Nutria
Aquello que cuenta la vieja leyenda...
La elemental narración popular está protagonizada por tres elementos clave: un extraño monstruo de vida anfibia, de naturaleza reptiliana que habitaba el lugar, oculto entre la densa vegetación de la ribera fluvial y la masa de aguas de la represa molinera; un valiente o inconsciente molinero que alimentaba al monstruo quimérico con gachas de harina y pescado y por la inquietante presencia testimonial de unas extrañas marcas alargadas y ondulantes, esculpidas en relieve sobre la dura superficie de las rocas cuarcíticas del cauce del río en un lugar muy cercano al molino harinero.
Del viejo edificio del molino legendario, hoy día, apenas quedan indicios materiales de su anterior existencia y actividad, su estado de ruina absoluta de ahora es casi idéntico al del momento histórico (1916) en que un arqueólogo y prehistoriador francés registró, por primera vez, esta leyenda cañamerana.
Posiblemente, el origen de esta leyenda de "el monstruo de la Ribera del río Ruecas" está influido o relacionado de alguna maanera con la existencia de otra leyenda, de desarrollo distinto pero de desenlace relativamente semejante, asociada a un abrigo rocoso prehistórico, con pinturas rupestres, conocido como "la cueva de Álvarez" o "la cueva de la Chiquita" que está a muy escasa distancia.
Mapa de curvas de nivel de la zona denominada Desfiladero del río Ruecas, en el que se puede ver la distribución y posición relativa de diversos elementos de origen antrópico, a lo largo del tramo del valle del río Ruecas abarcado. Nótese la proximidad existente entre la legendaria Cueva de Álvarez y el Charco de la Nutria, en cuyas cercanías, aguas arriba, existió el legendario molino del Charco de la Nutria.
Imagen: Redex
Únicamente se han podido localizar y recoger dos versiones tradicionales de la antigua leyenda cañamerana que trata sobre un temible monstruo que existió antiguamente en el río Ruecas y que fue el responsable de la destrucción de aquel molino y de la muerte de su molinero. Ambas versiones resultan bastante semejantes entre sí, al menos en lo más fundamental del viejo relato popular, pues mencionan y describen al horrible monstruo, citan a un molinero y a "las marcas" (icnofósiles o "crucianas/cruzianas") que dejó marcadas el monstruo en su huida, marcas que entonces debían resultar más visibles en el cauce del Ruecas que en la actualidad.
El estilo de ambas versiones de la vieja leyenda, resulta claramente de origen popular, de corte tradicional y de transmisión oral, sin pizca de literaturización profesional del discurso breve y conciso, típico de toda microleyenda popular. Por lo poco que sabemos del viejo molino, parece ser una narración de origen relativamente antiguo, posiblemente los relatos fueran creados entre los siglos XVII y XIX.
La versión legendaria de principios del siglo XX
Una primera versión de la leyenda que nos ocupa fue recogida por el prehistoriador, arqueólogo, antropólogo y sacerdote francés Henri Breuil, a principios del siglo XX, exactamente el 20 de junio de 1916, de boca de su guía en aquella ocasión, un viejo cabrero cañamerano. Sucedió cuando se hallaba estudiando pinturas rupestres y grabados prehistóricos por el valle del río Ruecas, para realizar observaciones, tomar notas sobre las características de las pinturas y del lugar y realizar "calcos" de los lugares accesibles y dibujos de los inaccesibles.
Fotografía del abate Henri Breuil (ctro.), entre Hugo Obermaier (izda.) y Hermilio Alcalde del Río (dcha.), realizada hacia 1910. En una época en la que Breuil ya hacía varios años que frecuentaba diversos lugares de la Península ibérica, en los que había yacimientos prehistóricos con pinturas rupestres de las que era un estudioso. La fecha de la fotografía es relativamente cercana a la del momento en que Breuil recogió la vieja leyenda cañamerana, mientras se hallaba realizando el estudio de las pinturas de la cueva de Álvarez.
Imagen:
La leyenda fue publicada en 1918, formando parte de un trabajo titulado "Algunas leyendas y creencias españolas relacionadas con serpientes y lagartos".
Por el estilo literario del texto, parece tratarse de una transcripción casi literal del relato narrado por el cabrero cacereño. Se ha intentado aumentar la comprensibilidad de la narración original, añadiendo algunas palabras entre "corchetes".
«Cuando había gente en el molino [vivía un molinero que lo mantenía en funcionamiento], y que para el servicio del mismo se tenía atrás una presa encharcando el arroyo [río Ruecas], sucedió que en esta presa se escondió un animal tremendo [espantoso], como una serpiente [gigantesca], y que todas las personas que se asomaban a la orilla del estanque artificial, perecían [atrapadas y devoradas por aquel ser monstruoso]. Entonces la gente de la comarca decidió matar al monstruo [culebrón], para lo que destrozaron el molino, rompieron las murallas que cortaban el curso del agua [río Ruecas], y el animal monstruoso, espantado, acaso herido, tomó la fuga río abajo, con tanta fuerza, que desde entonces se nota el rastro [en forma de relieves ondulados y alargados sobre las rocas del cauce = "cruzianas/crucianas"] dejado por su paso.» (p. 65)
Talla en madera representando el aspecto del mítico cuélebre, cúlebre o culebrón, de la mitología cántabra y astur-leonesa. En Extremadura, tierra repoblada por astures y leoneses después de la Reconquista del territorio a los ocupantes maometanos, las leyendas populares protagonizadas por dragones serpentiformes y serpientes extraordinarias, estuvieron muy arraigadas y muy generalizadas entre las gentes de esta tierra.
Imagen: Mitología asturiana
Continuará próximamente
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