por Heraclio Astudillo-Pombo, Universitat de Lleida
Los usos sociales y funciones culturales de los fósiles en la antigüedad o la necesaria contribución y la imprescindible colaboración de la arqueología (3)
Los colgantes de los grupos de cazadores recolectores en Europa: las materias primas y sus fuentes de aprovisionamiento (1ª parte)
Introducción
En el trabajo original, consultado para redactar esta entrada, el autor Esteban Álvarez Fernández se centraba en las diferentes materias primas que los distintos grupos de cazadores recolectores del Paleolítico Superior y del Mesolítico (entre c 37.000 BP y 6.000 BP; c 40.000 / 39.000-5.000 /4.700 cal BC 1) han utilizado para la elaboración de objetos de adorno-colgantes, característicos de esa época histórica.
La información que se presenta procede, por una parte, de nuestras investigaciones sobre los objetos de adorno-colgantes que documentamos en los yacimientos de la Cornisa Cantábrica y del Valle del Ebro. Estos estudios han sido realizados desde varios puntos de vista (arqueozoológico, tafonómico, tecnológico, morfométrico, estratigráfico, espacial, etc.).
Por otra parte, se había realizado una puesta al día de los trabajos que se habían llevado a cabo sobre estas piezas en el territorio europeo, hasta el año 2008, basándose Esteban Álvarez Fernández, tanto en las publicaciones monográficas sobre los yacimientos arqueológicos en las que se publican colgantes, como en los diferentes trabajos de síntesis sobre los mismos realizados yacimientos por diferentes investigadores.
Como la especialidad de esta bitácora es la etnopaleontología, en esta entrada solamente se tratará sobre objetos cuya materia prima sea de naturaleza paleontológica, ignorando a todos los demás que, obviamente, son mucho más numerosos.
Las conchas de los moluscos recientes versus fósiles
En los diferentes periodos del Paleolítico Superior y en el Mesolítico se realiza la selección de las especies con algunas finalidades, algunas de las cuales son reconocibles (forma, tamaño y cilor) y otras desconocidas (adorno, estatus, identidad, protección mágica, etc.). Desde comienzos del Paleolítico Superior se utilizan las conchas de los moluscos, fósiles y recientes, como objetos de adorno-colgantes. Los hallazgos arqueológicos de gasterópodos y de escafópodos son más numerosos y los de bivalvos, menos numerosos. Las conchas de los moluscos fluviales y terrestres son mucho más escasas que las de los marinos.
La utilización de gasterópodos fósiles como objetos de adorno-colgantes también se remonta al Paleolítico Superior antiguo. A pesar de que en determinados yacimientos del Paleolítico Medio ya existen ejemplos del acopio de conchas fósiles de diferentes especies, éstas nunca aparecen perforadas artificialmente, ni provistas de otras formas de manipulación para facilitar la suspensión (surcos, muescas, etc.) por lo tanto, parece ser, que no fueron usadas como joyas, para adornarse externamente, ni como amuletos, para protegerse mágicamente con ellas, de los peligros latentes en el entorno personal.
La determinación de las fuentes de aprovisionamiento de estas conchas acumuladas por los humanos prehistóricos es difícil de señalar. Siempre se piensa que el lugar de extracción se localizarían en los depósitos paleontológicos más cercanos al yacimiento arqueológico, pero esto no tiene porqué ser siempre así. Existen especies fósiles del mismo periodo geológico que pueden encontrarse al mismo tiempo en diferentes yacimientos paleontológicos, ubicados en un territorio más o menos extenso y, por lo tanto, a mayor o menor distancia del asentamiento humano. También podría darse el caso de que tales conchas hubieran sido recogidas en lugares más cercanos al yacimiento arqueológico, pero que en la actualidad están ocultos, por poder tratarse de depósitos hoy sumergidos, soterrados bajo sedimentos cuaternarios, etc..
Es por todo ello que la información que nos pueden aportar las conchas fósiles, transformadas en objetos de adorno-colgantes, sobre la movilidad de los grupos de cazadores-recolectores prehistóricos que las recolectaron, transportaron, intercambiaron y usaron ha de ser manejada con cautela.
A tenor de los datos reunidos que poseemos, se puede afirmar que, fundamentalmente, se utilizaron, conchas recolectadas en yacimientos del Eoceno y del Mioceno, procedentes de depósitos paleontológicos documentados en diferentes regiones europeas: la Cuenca de Málaga (Cordillera Bética Occidental), la de Aquitania, las bocas del Ródano, las cuencas de París, de Mayenza, de Neuwied y de Steinheim, así como en la región de Schwabischen Alb, la Cuenca de Viena, la región checa de Badener Tegel, la Cuenca de Kyjov-Hodonin, etc.
Dentro de las especies eocenas utilizadas como adornos-colgantes, cuyas conchas se buscaron y recolectaron, podemos citar, por ejemplo las conchas de Bayanea lactea, Cassidaria singularis y Ancillaria sp.; dentro de las especies miocenas, las conchas de Pirenella plicata, Turritella terebralis y Tympanotonus margaritaceus.
En algunos casos, parece ser que no existen dudas de la aparición de ciertas especies en yacimientos arqueológicos muy alejados de los yacimientos paleontológicos, como es el caso de los ejemplares de bivalvos marinos oligocenos del género Glycymeris, procedentes de los yacimientos arqueológicos de época gravetiense (Geissenklosterle y Hohle Fels) y magdaleniense (Hohlenstein y Hollenberg-Höhle 3), cuyo origen geográfico se señala en los depósitos de la Cuenca de Mayenza o de la Cuenca de París, lugares situados a una distancia de entre 200 y 550 km.
Aspecto de dos ejemplares perforados de Gyraulus sulcatus procedentes de un yacimientos arqueológico magdaleniense de Centroeuropa, concretamente de Austria.
También hay que destacar la presencia de caracoles fósiles de la Fam. Planorbidae, un tipo de gasterópodos acuáticos pulmonados de las especies Gyraulus trochiformis y G. sulcatus, procedentes de la Cuenca de Steinheim, en el Sur de Alemania. Hallados en yacimientos magdalenienses (Neuchatel-Monruz y Felsstäle) y mesolíticos (Bettelküche y Burghöhle-Dietfurt), lugares situados, en algunos casos, a más de 100 km. de distancia de los depósitos paleontológicos correspondientes (Lám. VI).
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